Gran sorpresa donde las haya. Enseñando
cada día un poquito del brazo, remangándose poco a poco el jersey, Susana
Díaz se lo quitó ayer del todo y mostró en toda su extensión el brazo
incorrupto en forma de nuevas elecciones andaluzas, que se convocan para el
domingo 22 de marzo. Si hace unas semanas hacíamos chistes sobre las numerosas
citas electorales del año y les advertía de que, cuidado, podían caer también
las andaluzas, lo más crudo del calendario se ha confirmado, y mes sí mes no
tendremos campaña, propaganda, ruido y soflamas. No se quejarán de lo divertido
que va a ser 2015.
Entiendo las causas que han
llevado a Susana a la convocatoria, dado el constante boicoteo que IU le practicaba
desde hace tiempo, actitud en parte condicionada por la emergencia de Podemos y
por la disolución que sufre IU por la marcha de militantes a la nueva formación
y por el empeño de sus dirigentes en destruir el partido. Sin embargo tenía la
presidenta de la junta otras alternativas. Podía gobernar en minoría todo el año,
con unos presupuestos ya aprobados, a sabiendas de que PP e IU no iban a llegar
a acuerdo alguno. Y de adelantar elecciones, tampoco entiendo la fecha. ¿Por qué
no juntarlas con las autonómicas y municipales de mayo, dos meses después? ¿Busca
Díaz la absoluta relevancia de protagonizar una campaña en la que ella, dueña y
señora, gane a PP, Podemos y todo lo que se le ponga por delante? ¿Cree que juntándola
con las locales su victoria quedaría diluida, difuminada? No lo se. Muchas de
estas preguntas pueden tener su respuesta en el debate, más bien navajeo, que
existe entre los dirigentes del PSOE, donde el actual secretario general Pedro Sánchez
observa como día sí y día también todos los que tienen o han tenido poder en el
partido lo utilizan para darle duro, desestabilizando su aún débil poder, y
haciéndole en todo caso la vida imposible. El papel de Susana Díaz en todo esto
es muy relevante, porque todo el mundo le señala como la “lideresa” la que
puede llevar al PSOE a una victoria, o al menos alejarle de la derrota absoluta
que le pronostican las “podemistas” encuestas. Pero esta idea, que tiene mucha
lógica, choca de frente con la posibilidad de que Díz sea elegida en marzo para
el gobierno de la junta de Andalucía. Sinceramente sería una estafa monumental
al electorado que, pocos meses después de las elecciones autonómicas, la candidata
Díaz encabece un nuevo cartel electoral de cara a unas generales. Si se
presenta ahora en marzo debe, moralmente, renunciar a cualquier aspiración
nacional, al menos para las próximas elecciones generales. Me dirán ustedes que
soy un ingenuo al pensar que este deber moral puede coartar en algo la ambición
de Díaz, amplia como la de cualquier otro político, y que casos similares hemos
visto en ocasiones precedentes, como el nombramiento de ministro de Justicia de
Alberto Ruiz Gallardón en 2011 a los siete meses de ser reelegido como alcalde
en Madrid. Sí, puede suceder, pero sería un fraude, sobre todo para los que van
a ser llamados a las urnas en Marzo. En todo caso, no tengo dudas de que las
luchas dentro del PSOE y las aspiraciones nacionales de Díaz también han
influido, y mucho, en la convocatoria de estos comicios regionales.
Van a ser las primeras elecciones desde la
irrupción de Podemos y el estallido de la desazón política, por lo que serán
muy interesantes como test verdadero para medir si lo que anuncian las
encuestas son meras elucubraciones o reflejan una corriente de fondo. Díaz, que
es muy buena política, saldrá a ganar y es muy probable que lo consiga. El PO,
tocado por la crisis, debilitado por su gestión, y con un candidato de perfil
nulo y capacidad mediática inexistentes, Juanma Moreno Bonilla, cosechará un
mal resultado, y Podemos es la incógnita absoluta. Sospecho que Díaz intuye que
va a ganar, y por eso convoca. Veremos a ver.
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