jueves, marzo 12, 2015

El Euro cada vez vale menos

Este Lunes comenzó el programa de compras de deuda del BCE, cuyo objetivo directo, recordemos, es estimular el crédito para lograr crecimiento económico y generar algo de inflación que luche contra la anemia de precios que se vive en la eurozona. El tiempo dirá si todos estos objetivos, que sólo se materializan en el medio plazo, se alcanzarán o no. Lo cierto es que una de las derivadas más lógicas de esa actuación, y que se produce a alta velocidad, que es la debilidad del euro, lleva ya meses poniéndose de manifiesto, y a lo largo de estas últimas semanas con una gran fuerza.

Ayer nuestra moneda cerró en 1,057 dólares, viniendo desde el entorno del 1,4 que se registraba pasado el verano. Este desplome, ¿es bueno o malo? Como todo en estos asuntos, depende en qué lado de la barrera nos encontremos. Obviamente para el comercio y demás relaciones entre países de la eurozona es neutral, pero no en todo lo demás. Por la parte mala, las importaciones de productos de fuera de la zona euro se encarecen, lo que afecta sobre todo al petróleo, de tal manera que esta bajada del euro está compensando parte de la ganancia derivada del derrumbe del precio del crudo. Algunas gasolineras ya han subido sus precios desde principios de año, y vuelve la polémica de los cohetes de subida y las plumas de bajada en lo que hace a la gasolina. También resulta mucho más caro viajar a países con monedas ahora muy fuertes, caso de EEUU o Reino Unido, por ejemplo, así que lo de irse a Nueva York a las rebajas y usar esa expresión que se asociaba a los españoles del “give me two” para todo se acabó. Sin embargo, creo que las consecuencias positivas son superiores para toda la eurozona y, en el caso particular de España, aún más. En medio de la presunta salida de la crisis, que ha forzado a muchas empresas a ponerse a exportar como locas, esta bajada del euro es un chute de competitividad en vena, que les abre mercados y posiciona nuestros productos por encima de los de los competidores. Abaratar el euro también supone, en cierto modo, abaratar el país. Invertir en España es cada vez más barato para un inversor extranjero (pongamos chino o norteamericano) que quiera poner aquí un negocio o comprar vivienda, terrenos o fábricas. Para ellos España es ahora un lugar donde poder plantearse chollos, por el elevado rendimiento de su moneda, y puede ayudar mucho a deshacerse de ese enorme stock de vivienda que sigue ahí esperando un comprador, cuyo precio, bajo ya de por sí tras el estallido de la burbuja, se convierte en un reclamo de ganga para todo aquel que venga de fuera para buscar una residencia, temporal o definitiva. Y para un país de destino turístico mundial es evidente que la bajada de la moneda, que nos abarata, nos viene bien. Reino Unido es uno de nuestros principales clientes a la hora de consumir hoteles, playas, sol y gambas, y este año los precios de los paquetes turísticos para los londinenses habrán caído en porcentajes de dos dígitos, por lo que es fácil suponer que aún vendrán más y más gastarán. Otra interesante derivada que, al menos yo, no había contemplado, es que las emisiones financieras de deuda ahora son más rentables si se nominan en euros que en monedas más fuertes, además de que pueden acabar siendo objeto del ansia de compra de Draghi. Estas emisiones, principalmente de empresas privadas multinacionales, están creciendo mucho de unos meses a esta parte, y contribuyen a dinamizar los mercados financieros de la eurozona, les otorgan mayor liquidez y profundidad, y generan beneficios para todos.

Por ello, visto en conjunto, la devaluación del euro nos viene bien como medida de estímulo y palanca para fortalecer el crecimiento económico, y será de un efecto más intenso en todos aquellos negocios ligados a la exportación a países no euro. La oportunidad que existe ahora de conquistar mercado en China, EEUU, Japón o Canadá, por mencionar algunos destinos, es enorme y, a buen seguro, será aprovechada por las empresas españolas. En lo que hace a cuál va a ser el valor de equilibrio de la cotización eurodólar, quién sabe. Estamos tan cerca ya de la paridad que se ve como un destino lógico. Creo que el mínimo se alcanzó en 2002 en el entorno de los 0,8 dólares por euro, pero saber si alcanzaremos esa cota o no es, créanme, imposible.

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