lunes, marzo 09, 2015

Festín de cuervos en el PP de Madrid

Se que no es nada original utilizar conceptos sacados de Juego de Tronos para describir la actualidad política, por lo que no abusaré de ellos. Sin embargo pocos títulos de la saga me parecen más expresivos que el que he utilizado hoy para definir lo que pasa en el PP de Madrid. Algunos hubieran preferido la expresión de “Choque de reyes” segundo de los libros, pero eso exigiría que algunos de los contendientes en esta particular batalla fuera rey de algo, y pese a lo que puedan creer, especialmente una de las implicadas, me temo que ya sólo son regentes, sin corona, y con el exilio más cerca de lo que puedan suponer.

El viernes se hicieron públicos los candidatos a las elecciones locales en Madrid, cuyo ticket, usando la expresión norteamericana (siempre igual, copiamos las tonterías de los nombres y no la profundidad de los procedimientos) está compuesto por dos mujeres. Para la comunidad, Cristina Cifuentes, actual delegada del gobierno, joven, con adquirida notoriedad pública por sus actuaciones, buenas y malas, y por una desgracia personal involuntaria (su accidente de moto) Presenta un perfil renovador y socialmente alejado de lo que es el votante clásico del PP. Sustituye a un Ignacio González abrasado por el fuego amigo, que tras estar tres años comiéndose el marrón de gestionar la miseria que le dejó su jefa Esperanza ha sido descabalgado por los propios, por el llamado fuego amigo, usando para ello la historia del ático, que huele muy mal, pero que durante mucho tiempo ha estado dormida en los laureles, hasta que alguien en la jefatura del PP, sin la elegancia y el valor necesario para destituir si así lo creía conveniente, ha dado el visto bueno para que el actual presidente arda en la hoguera. Para el ayuntamiento se ha nombrado a Esperanza Aguirre, la lideresa del partido, una figura polémica donde las haya, y para mi, actualmente una triste caricatura de lo que un día pretendió ser. Altanera, chulesca, rodeada del fango de la corrupción por todas partes, oportunamente desaparecida durante los años de recortes, reaparecida para encabezar una lista tras anunciar que dejaba la política, Esperanza representa lo conocido y ya superado. Posee un tirón innegable en ciertas bases del partido, y quizás sea la garantía de un núcleo duro de voto que permita al perder sobrevivir al tsunami electoral que se prevé en la capital, pero su imagen se deteriora cada día que pasa, y las declaraciones que realiza sin parar no hacen sino acrecentar su figura paródica. Este mismo fin de semana hemos visto como, nada más ser nombrada, sus primeros movimientos han sido contra el partido, para reclamar su poder y dejar claro que ni Rajoy ni nadie le van a manejar. Espe, que lleva conspirando en la sombra y plena luz del día contra Rajoy desde que puede, ve como Mariano se encarga de que todos sus rivales acaben cayendo, y confía ser la excepción a esa regla. Su estilo, chulesco, lanzado y desabrido, contrasta con la indolencia que caracteriza a Rajoy. Curiosamente ambos han llegado muy lejos con estrategias tan distintas, incompatibles. Está por ver quién ganará finalmente esta batalla. De momento, Lunes, Espe gana el duelo del fin de semana.

Y todo esto en un Madrid, donde el poder del PP ha sido absoluto durante décadas, y delante de todos los medios de comunicación, que magnifican cualquier cosa que pase en las calles de esta villa. Cada patada o navajazo que se dan los miembros del PP es una nueva portada en los medios y una sangría de votos para sus expectativas electorales, ya debilitadas por el hartazgo social y el daño de la crisis. Los opositores, todos los demás, sólo tienen una cosa en común, que es echar al PP del ayuntamiento y la comunidad, y el PP sabe que, o gana ambos por mayoría absoluta o los pierde. Y con días como estos parece claro que el principal esfuerzo del PP de cara a estas elecciones, en Madrid, es para perderlas de calle.

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