martes, marzo 24, 2015

El final de UPyD

Las victorias tienen muchos padres, las derrotas, ninguno. Este viejo aforismo se aplica a rajatabla en política, y tras una noche electoral en la que unos ganan y otros pierden se trata, por parte de todos, de vender la imagen de que la derrota no es cierta, y cada vez es menos el público que compra ese averiado discurso. Tres son los grandes perdedores del Domingo en Andalucía. Una IU fagocitada por podemos, que aguanta a duras penas en su bastión andaluz, pero que va camino de la irrelevancia, y un PP que se pegó un enorme castañazo y que, fiel a la táctica Rajoy, se encamina sin cambio alguno hacia los arrecifes de Mayo, probablemente, acabará embarrancado.

Y UPyD. La derrota es, digamos, relativa, porque nada tenían y nada obtienen, pero el fracaso es total. Me da mucha pena UPyD. Nació como una formación novedosa, fruto del hartazgo de muchos intelectuales con la deriva de los partidos clásicos ante el nacionalismo, tras haber vivido en carne propia el fanatismo etarra, y representó una primera esperanza de cambio en la política española. Encabezada siempre por Rosa Diez, que optó a la secretaría general del PSOE en el Congreso en el que ZP fue elegido para ese cargo, supo rodearse de figuras notables, no muy conocidas en un principio, pero de una solvencia e integridad intachables. Álvaro Anchuelo, Irene Lozano, Francisco Sosa Wagner, Fernando Maura, Tony Cantó, y muchos más, representaron un soplo de aire fresco que, en las primeras elecciones a las que se fueron presentando, logró representación y tocó un techo bajo que indicó hasta qué punto el partido sí era viable pero no lo suficiente como para convertirse en bisagra. Fuerte en Madrid, carecía de representación en muchos otros territorios, y aunque su programa era novedoso y transversal, su escaso acceso a los medios, la opacidad a la que muchos de esos medios le forzaron y la omnipresencia de Rosa Díez en todo momento mostraron las primeras fallas en el proyecto del partido. A medida que la crisis se profundizaba y el hartazgo y penuria de los españoles iba a más UPyD estaba en el momento y posición perfecta para canalizar esa frustración, para ofrecer el discurso, que estaba en los genes de muchos de sus miembros, y capitalizar el descontento. Pero no fue así. Bien porque Rosa Díez no supo hacerlo o no lo permitió, o porque el partido no logró articular el discurso, fueron otros los que se situaron a la vanguardia de las demandas de la sociedad española. Primero Pablo Iglesias y podemos, los más aplicados de la clase, los más listos, pero poseedores de un discurso de rabia y venganza, carente de soluciones, que sin embargo han movilizado a gran parte del país detrás suyo y, querámoslo o no, han sido la gran novedad política española de los últimos treinta años. Por otro lado Albert Rivera, el más inteligente, que ha sabido seducir a muchos votantes frustrados por la situación, pero que buscan más soluciones que ahorcar culpables en la plaza pública. Es Rivera quien suplanta el discurso de UPyD, como lo hace Iglesias con el de IU, pero de una manera mucho menos conspiranoica, sin reventar a la formación por dentro como han estado trabajando los miembros de Podemos. Hubo un momento en el que parecía lógica, y necesaria, la fusión entre un Ciudadanos emergente y una UPyD estancada. Tras los resultados del Domingo ese debate, ya marginal, es estéril. UPyD ha pasado, en la práctica, al cajón de las siglas olvidadas y, salvo inteligente decisión por parte de sus cuadros, se arriesga a desaparecer en medio de una larga y penosa agonía.

La dimisión, hecha efectiva ayer, de varios dirigentes de la formación, indica hasta qué punto el proceso de descomposición del partido “de Rosa Diéz” ha llegado al punto terminal. Pero no olvidemos los servicios prestados. Fue UPyD quien denunció la gestión de Bankia y la causante, bendita, de que sus dirigentes ahora estén inmersos en un proceso judicial que les va a costar caro, y son muchos otros los casos en los que la labor, tenaz y callada de UPyD ha regenerado la democracia de verdad. En cierto modo, como le pasó a Blackberry, UPyD nació demasiado pronto, cuando el mercado aún no estaba preparado para acceder al Iphone de Ciudadanos.

No hay comentarios: