martes, marzo 10, 2015

Sinsentidos electorales en España

Quizás hoy lean ustedes crónicas sobre el debate electoral celebrado a trío con motivo de las próximas elecciones andaluzas, o resúmenes de quién lo hizo mejor o peor, o fue la sorpresa o la decepción, o si las hubo. Puede que uno de cada diez millones de españoles esté pendiente de lo que este humilde relator pueda contarle del debate, por lo que ya advierto a esa masa desatada de fans de que nada puedo decir al respecto, porque en el país en el que vivimos, con decenas de canales de TDT llenos de videntes, predicadores, teletienda y basuras similares, no se pudo ver esa confrontación. Así de simple, y cutre.

Estamos todo el día hablando de reformar los grandes pilares sobre los que se asienta nuestra convivencia política y no nos damos cuenta de que el edificio que tratamos de remodelar tiene montones de parches, que están ahí desde el principio, y que arreglarlos no cuesta nada pero aportaría mucha luz y aire fresco a las campañas. Voy a fijarme en dos aspectos tontos, pero que me parecen relevantes. Uno es la obligación que tienen los medios públicos de informar en función de la representatividad en las pasadas elecciones, tasando los tiempos en proporción a los resultados obtenidos. Eso hace que siempre, antes de cada bloque informativo, el presentador de turno diga esa coletilla relativa a la Junta Electoral que suena a soniquete de derrota, con la ley absurda aplastando el periodismo. Esto no sólo limita la capacidad del medio y del profesional de la información, sino que es tan absurdo que, en ocasiones como en las que nos encontramos, coarta directamente la libertad de expresión. En la campaña andaluza hay tres fuerzas (UPyD, Ciudadanos y Podemos) de las cuales es casi seguro que las dos últimas obtendrán buenos resultados, pero no se puede informar de sus actos de campaña en los medios públicos ¿por qué? Porque en las anteriores elecciones no tuvieron representación. Ayer me comentaron que la Junta electoral Andaluza parece haber alcanzado un acuerdo provisional para permitir que se pueda hablar de UPyD y Podemos, pero todo es absurdo. Los medios deben guiarse por criterios profesionales y la ley no puede tasar ni de quién ni de qué ni cuánto se puede informar. Otra norma electoral tonta es la que prohíbe la publicación de encuestas electorales en la última semana de campaña. Sí, en el caso de las andaluzas este Domingo 15 será el último en el que se podrán publicar sondeos de voto. A partir del Lunes 16 todas las encuestas que se hagan serán secretas. ¿Por qué? Quizás el legislador, movido por un afán paternalista carente de sentido, consideraba que esos sondeos iban a distorsionar el sentido del votante cuando ya estaba muy cerca el día de la elección, no parándose a pensar que el votante es el soberano y puede decidir si quiere distorsionarse con un sondeo o un copazo de Gin-tonic. Además, en tiempos de internet, la prohibición no sólo es absurda, sino completamente inútil. Los resultados de encuestas y sondeos se conocen muy rápido, y se publican en webs radicadas fuera de España, pero que están a igual distancia de clikcs de ordenador que la intranet de su oficina, por lo que la violación de la ley es constante y consentida. Es el colmo del absurdo. Fíjense que en ambos casos, y por motivos paternalistas, son, después del votante, los medios de comunicación los principales perjudicados. ¿Miedo a la libertad de expresión e información? Seguro que algo así había, dada la fragilidad del momento en el que se redactaron e impusieron estas normas.

Cambiarlas, como creo que se debiera hacer ya, no exige ni una reforma constitucional ni un referéndum ni nada por el estilo. Supongo que estarán recogidas en el texto de la Ley Orgánica de Régimen Electoral, y por la mayoría absoluta de la cámara, que es como se cambia una Ley Orgánica, se puede modificar. Y como nadie lo propone ni le importa, parece, en las cuatro campañas de este año viviremos estos, y otros, absurdos producidos por una norma que el uso, la tecnología y la madurez social han dejado completamente orillada en el arcén de la historia. Pero desde ahí sigue entorpeciendo el tráfico de ideas y votos. Ya es hora de cambiarla de una vez.

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