lunes, marzo 23, 2015

Susana Díaz gana sus elecciones

Fue una decisión personal, casi un capricho, no el adelantar las elecciones, sino el ponerlas solitarias en un día en el que Susana se jugase el todo por el todo. Aupada a la Junta por el dedo de Griñán, sabedora de que nunca había sido votada en elección alguna, y con ganas de legitimarse de cara a su poder local y, no lo duden, sus ambiciones nacionales, Susana se la jugó, adelantó la primera y convocó unas elecciones en las que, por primera vez, se podría medir el convulso estado electoral del país. Ayer se celebraron con una participación más alta que en ocasiones anteriores, y claramente las ganó ella, y no Pedro Sánchez. Jugada redonda.

Repitiendo los 47 escaños que sacó en los comicios de hace tres años, que le llevaron a la segunda posición, el resultado hoy se antoja fabuloso. Tras casi una legislatura llena de sobresaltos, recortes implantados también por la Junta, corrupción y escándalos judiciales a mansalva, Susana sale como la lideresa auténtica de la región y como la jefa política de un PSOE en horas bajas, que al menos sabe que en sus cuarteles de invierno siempre sopla el cálido viento del sur. Esta victoria, bastante descontada ya, dejaba como incógnitas principales los resultados del resto de formaciones, en donde ha habido un poco de todo. Del PP se esperaba una clara y dura derrota. Venía de 55 escaños y ha tocado suelo en los 33, con un candidato, Moreno Bonilla, carente de carisma y ganas, incapaz de sobrevivir a la ola que se le venía encima, que daba pena verlo en campaña y más ayer, siendo el único cargo del partido que salió a comparecer, tras el silencio clamoroso y cobarde de la directiva nacional, que se limitó a ordenarle a Pablo Casado que hiciera un triste comunicado. De los nuevos, que era su primera vez, luces y sombras. Luces para Ciudadanos, que saliendo de la nada, no teniendo claro en navidades qué es lo que iba a hacer, consiguió ayer nueve meritorios escaños, emergiendo como fuerza de poder real. El discurso que realizó Albert Rivera fue el más valiente de toda la noche. Y sombras para Podemos, no tanto por su resultado, dado que los 15 escaños conseguidos son muchos, partiendo de la nada, sino porque si uno pone sus expectativas en los cielos, el lograr despegar sabe a muy poco. Cierto es que Andalucía es una de las regiones en las que ambas formaciones poseen una implantación menor, pero no lo es menos que la sensación que se respiraba ayer en muchos ambientes era de desinfle en lo que hace al fenómeno Podemos, de que sí están ahí, de que van a contar mucho, pero que no son, en realidad, una alternativa sólida de gobierno. Y todo esto se debe en parte a las expectativas que ellos mismos han creado. La soberbia y altanería con la que Iglesias y el resto de los dirigentes de la formación se mueven por la vida hacen que el choque con la realidad sea muy amargo. Una actitud más modesta y comedida les vendría muy bien para, entre otras cosas, darse cuenta de que un resultado como el obtenido es muy bueno. Eso sí, si consideras a todos los demás como menores, infames y basurilla, y ellos te ganan, es lógico que te sientas enfadado. Y más si te deja tu novia esa misma noche, en una jugada que, sinceramente, no entiendo, y que no tiene un elevado componente político (o sí, sobre todo en Madrid) pero que consiguió que ayer las redes sociales, en las que Podemos ha basado gran parte de su campaña, se rieran bastante de ellos. Deben hacérselo mirar.

¿Lecciones a futuro? Muchas, aunque Andalucía es un territorio que ofrece resultados muy distintos a los nacionales. Los grandes perdedores de ayer fueron Rajoy y Sánchez, que ven sus liderazgos comprometidos. Si quieren ser malos, las ganadoras son Susana Díaz y Soraya Sáez de Santamaría. En dos meses se celebran las municipales y autonómicas y todo parece indicar que el PP se va a enfrentar a unos arrecifes que destrozarán gran parte del poder que aún posee, con un PSOE que tratará de salvar los muebles. Y tanto Podemos como Ciudadanos tienen margen para poder crecer mucho, mientras que parece que IU y UPyD caminan hacia la irrelevancia. El panorama, ahora sí con datos reales, se abre.

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