miércoles, abril 15, 2015

2.000 artículos en este blog

Dice Bilbo en el Hobbit, o en el Señor de los Anillos, no estoy seguro, que es peligroso ponerse en marcha en el camino, porque un pie lleva a otro y cuando menos se lo espera uno ha recorrido grandes distancias, llegado más lejos de lo que hubiera imaginado, y las ganas de seguir son cada vez mayores. Lanzarse a la aventura a veces te permite vivirla, con sus riesgos, emociones, problemas y satisfacciones. De hecho, todos los que estamos ahora en este mundo fuimos lanzados a esta aventura llamada vida, que llevamos como podemos, queremos o nos dejan, un poco de todo. Y a lo largo de esta vida creamos nuestros proyectos, o al menos lo intentamos.

Este artículo hace el número 2.000 desde que empecé el blog, allá por Febrero de 2006. Cuando lo creé, en un momento en el que se había producido un cambio laboral que me permitía ver la vida con más esperanza, lo hice porque desde pequeñito, cuando ya leía periódicos como un poseso, me encantaban las columnas de opinión. Veía distintas cabeceras, en algunas el articulista aparecía con foto, otras con un dibujo que lo retrataba, en la mayor parte de los casos sólo con su nombre. Y bajo ese capitel adornado, un fuste de letras impresas en las que el articulista opinaba sobre todo lo imaginable, y cada día de algo distinto. “Qué gente más lista” pensaba entonces con reverencia y admiración, y lo sigo haciendo hoy en día. En aquellos tiempos el oficio del periodista tenía más solera y respetabilidad que ahora, pero también se decía de él que era una mala profesión si querías hacer carrera y ganar dinero, aunque en mi infancia no tuviese muy claro que era eso de la carrera y, mucho menos, el dinero. Con el paso del tiempo aprendí algunas cosas, siempre pocas, pero seguía leyendo a los columnistas, a los que me gustaban y a los que no, y seguía reverenciándoles en mi interior. No hice la carrera de periodista, aunque tenía serias dudas de que mi elección, económicas, permitiese a mi persona y las miles con las que compartía facultad, mucho más brillantes que yo, por cierto, adquirir algo de dinero en el futuro y hacer carrera profesional. Seguía teniendo el gusanillo de “la columna” pero a medida que pasaba el tiempo lo veía como un sueño impracticable, una de esas cosas con las que uno se emociona al verse haciéndolas, pero que muchas veces se quedan en eso, en emoción volátil cual nube algodonosa. Pero entonces apareció internet, una de las tecnologías que más ha cambiado nuestra existencia, hasta el punto que no concebimos cómo podíamos vivir sin ella (y bien que lo hacíamos, ¿verdad?) Internet permitía tener una página web, escribir, colgar fotos, hacerse un hueco en un mundo virtual de dimensión infinita y que es accesible a todo el que quiera verlo. Parecía demasiado bonito para ser cierto, pero lo era. Creé alguna página web, que ahora dormirá en el sueño de una cinta de backup de algún armario de Leioa, donde se encontraban los primeros servidores web de la Universidad del País Vasco, pero no concreté la idea de “la columna”. Al poco empecé a trabajar, al año me vine a Madrid y todo fue tan deprisa y de forma tan confusa que durante un buen tiempo tuve que aparcar mis sueños para poder sobrevivir a las pesadillas.

Y en febrero de 2006, tras leer y curiosear sobre una herramienta que por aquel entonces estaba muy de moda, el blog, y que ahora sobrevive en medio del ruido social, me decidí. Di de alta una página en la que dudé si utilizar mi nombre verdadero, pero opté por él porque no quería escribir algo de lo que me fuera a avergonzar, y por tanto tampoco tenía por qué ocultar mi identidad. Escogí como título de la columna “Las Torres Gemelas” como homenaje a algo muy grande creado y destruido por el hombre, muestra de nuestra inmensa capacidad para el bien y el mal, y me puse a escribir cada día laborable desde entonces. Y si han llegado hasta este punto, es obvio que las gracias que les debo dar son miles de veces más intensas que el número de columnas escritas. Porque sin lector, sea un niño o un adulto, la columna, elevada, sólo sirve para acumular polvo en lo alto de su capitel.

3 comentarios:

peich dijo...

¡¡ Enhorabuena por esa idea y esa constancia ¡¡
gracias por iluminar muchas de nuestras mañanas
Un abrazo.

David Azcárate dijo...

Gracias a ti, siempre a ti!!!!

necos dijo...

Y que lo veamos juntos!!!Sigue así!!!