Este pasado martes se produjo un
hecho histórico, e irracional, en lo que hace a la financiación del país. Por
primera vez una subasta de títulos de deuda arrojó intereses negativos.
Concretamente, los títulos eran letras del tesoro pagaderas a seis meses, deuda
muy líquida y de corto plazo, y el tipo alcanzado fue del -0,002%. Un valor
ridículo, infinitesimal, sí, pero con un menos delante, que le hace ser único.
A la hora de pedir prestado esto nos viene muy bien, claro está, pero ¿por qué
se ha producido esto? ¿Qué significa? Ya les adelanto que, sobre todo, indica
la anormalidad del mundo en el que nos encontramos.
Lo normal es que cuando uno pide
prestado, el que le presta el dinero, y renuncia temporalmente a su uso, exija
un precio. Eso es el tipo de interés. Ese precio variará en función de muchas
variables. La más obvia es la de la seguridad. Cuanto más riesgo tenga quien me
pide el dinero prestado, más caro se lo cobraré para asegurarme de que se
preocupa en devolvérmelo. Cuanto más seguro sea el negocio, más barato le
saldrá a alguien pedir dinero para financiarlo. La ley de la oferta y la
demanda también funcionan aquí. Un negocio arriesgado es probable que tenga
menos personas interesadas en invertir, ante al mayor probabilidad de perder su
dinero, y que por ello los tipos de interés del préstamo sean elevados. Con
negocios seguros, muchos serán los que acudan a prestar a sabiendas de que su
capital apenas corre riesgo, y la rentabilidad obtenida será baja. Hace pocos
años, cuando nuestra prima de riesgo estaba en 700 puntos, prestar a España era
mucho más arriesgado que hacerlo a Alemania, básicamente por dos factores. Uno
era que la economía española estaba hecha un desastre, y los rumores sobre la
solvencia y capacidad de pago de España eran constantes. El otro es que había dudas
sobre la integridad del euro, y eso penalizaba a las economías más débiles. Por
ese motivo eran menos y exigían más los inversores que acudían a las subastas
de deuda pública españolas, y había que pagarles mucho, un alto tipo de
interés, para que comprasen el producto. El que ahora la prima haya descendido
a niveles que oscilan en torno a 100 puntos respecto al bono alemán, ¿es
indicativo de que nuestra economía está mejor? La respuesta obvia y correcta es
que sí. Para un país muy endeudado como España, cuanto menos se pague por la
colocación de la deuda, mejor que mejor. Sin embargo, esa bajada de la prima
tiene otra causa, que es más importante que la propia evolución de la economía
española, y es la actuación del BCE, el Banco Central Europeo, que desde que la
prima alcanzó aquellos niveles insostenibles de 700 puntos ha desarrollado una
política, de muchos gestos y algunas acciones, destinada fundamentalmente a
lanzar un mensaje a todo el mundo. El euro es irreversible, y el BCE es su
guardián. Ya el discurso de Draghi de 2012, en el que pronunció aquellas palabras
mágicas “whatever it takes, and believe me, it would be enough” es decir, “haré
lo necesario, y créanme, será suficiente” lograrorn relajar mucho las primas
periféricas. El BCE salía al rescate y anunciaba que respaldaría al euro frente
a los que dudaban de su futuro, y buscaban de paso hacer negocio con ello.
Desde entonces, la prima y los tipos de la deuda con ella no han hecho más que
bajar.
El interés negativo del martes, que significa
que el inversor paga, no cobra, por prestar dinero, indica hasta qué punto la
actuación del BCE y la coyuntura actual están distorsionando el juego de oferta
y demanda en los mercados financieros. No tiene sentido alcanzar rentabilidades
negativas, y en mi época de estudiante de macro sería un suspenso redondo
obtener un resultado así en un problema, pero esa es la situación en la que nos
encontramos. Estos valores, como los de la prima de 700 puntos, también causan
distorsiones no deseadas, quizás más ocultas y difíciles de ver, pero que
acabarán aflorando. De momento, como ahorrador, mi consejo es que no compre
letras, ya que la ley le protege de perder dinero con el interés negativo, pero
desde luego no va a ganar nada.
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