jueves, abril 30, 2015

Segunda noche de violencia en Baltimore

No deja de sorprender que, coincidiendo con la presencia, por primera vez, de un negro en la Casa Blanca, se estén produciendo en EEUU algunos de los disturbios raciales más graves y violentos de las últimas décadas, en una especie de juego de fichas en las que una actuación policial, salvaje y desmesurada, acaba con la vida de un joven negro en determinada localidad, y sirve de chispa para desatar disturbios en ese lugar, que en unos días se aplacan para, con motivo de otra muerte violenta, desatarse nuevamente en otro lugar. Un patrón que se repite con demasiada y triste periodicidad.

Baltimore, ciudad del Este del país, sita en una conurbación casi continua que enlaza a Washington en el sur y a Filadelfia y Nueva York al norte, es el escenario de estos días. Centro de negocios venido a menos y puerto algo decrépito, la ciudad es conocida por muchos por ser el escenario donde se sitúa la acción de la serie “The Wire” que no tengo vista, pero que trata, sin tapujos, de la violencia policial, la corrupción, el mundo de las drogas y las bandas, y muestra un duro reverso del sueño americano, más bien cuán grande puede ser la pesadilla que es capaz de engendrar. Tras la noche del martes, en la que la violencia se desató por completo y se vieron escenas que bien podían corresponder a zonas de guerra, la intervención de miles de efectivos de la guardia nacional y de la policía ha conseguido refrenar los furiosos ánimos y aplacar la lucha, pero como ya pasó en Ferguson en verano, la calma impuesta permite que los medios de comunicación, al no ver carnaza, retiren su ojo de ahí, pero que sigan latentes los problemas que dieron origen al estallido. Además de las condiciones socioeconómicas que siempre se aducen, de menor nivel de renta y mayor desempleo de la comunidad negra respecto a la blanca, en todos estos episodios nos encontramos con una actuación policial desmesurada, que acaba por matar a un sospechoso. Los vídeos que siempre han circulado por la televisión y la red han dejado bien claro que, en general, la policía en EEUU primero pega, quizás luego dispare y, finalmente, pregunte. Ante el alto de un policía allí lo mejor que uno puede hacerse es volverse modosito y no arriesgarse a que su vida o huesos acaben en un cutre arcén próximo al centro comercial de rigor. Las grabaciones de móvil, que ya están disponibles para todo el mundo, han servido como prueba en los últimos casos denunciados de que, más allá del delito que hubiera podido cometer el acusado, la policía norteamericana parecía actuar siempre con la idea de acabar con el sujeto, de pegarle, de reducirle a la nada, quizás sin matarle, pero sí con la intención de que saliera de ahí en muy mal estado, y ya se sabe que la frontera entre la vida y la muerte puede ser muy tenue. Urge que las autoridades del país, y el conjunto de la sociedad, además de actuar sobre las causas de fondo de la discriminación, pongan coto a un modo de trabajo policial que carece de cualquier sentido de la proporcionalidad y que, visto desde este lado del charco, realmente asusta. Quizás la policía de EEUU siga mentalmente instalada en los ochenta, época de enorme violencia en las calles, que quedó muy bien reflejada en la serie “Canción triste de Hill Street”. Ese “tengan cuidado ahí fuera” que se repetía en cada episodio indicaba el peligro que corrían los agentes en una era de drogadicción, bandas y pillaje muy extendido en todas las grandes urbes del país. Hoy en día la situación ha cambiado mucho, y a mejor, pero los protocolos policiales parecen seguir viendo enemigos en cada ciudadano. Y esa mecha debe ser cortada para evitar explosiones de violencia como las que estamos viendo.

Y, en un plano más general, no puedo dejar de pensar en cómo el grado de violencia que anida en la sociedad norteamericana es mucho más salvaje e intenso que en la nuestra. Tras años de crisis, privaciones y mucha desesperación, en España jamás se han visto imágenes como las de esta semana en Baltimore, no ya de guerrilla, sino de auténtica guerra urbana. ¿Por qué allí suceden esas cosas y en Europa, en general, no? ¿Cuál es la raíz de nuestra calma social, más allá de un estado de bienestar que proporciona una red mínima de supervivencia? EEUU, que en muchos aspectos es un país modélico, también es una sociedad que no se corta un pelo a la hora de mostrar sus fallas y miserias.

Mañana es fiesta, 1 de Mayo, subo a Elorrio y me cojo el Lunes festivo, por lo que el siguiente artículo debiera aparecer el Martes 5 de Mayo. Sean felices, descansen y disfruten de los primeros calores del año.

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