lunes, abril 13, 2015

Grandes éxitos de la diplomacia de EEUU

El llamado sello del presidente de EEUU, una especia de anagrama de la institución, muestra, junto al lema de la Unión “E pluribus unum” un águila en cuyas garra derecha sostiene una rama de olivo y en la izquierda unas flechas. Un mensaje del tipo “puedo ser bueno pero también malo, tu escoges”. Tradicionalmente EEUU ha sido un país con una buena diplomacia, amparada por el ejército más poderoso inimaginable, que actúa como amenaza creíble, o de último recurso, a la hora de dar peso a la posición negociadora norteamericana. Esta situación requiere un equilibrio de fuerzas entre las dos “garras” que en ocasiones no se ha dado.

En estos días estamos viendo, tras años de cierta preponderancia militar que no generó los frutos deseados, una prevalencia de la diplomacia, y los logros que de ella se pueden obtener. Es muy pronto para saber si esta estrategia negociadora será rentable a largo plazo para los intereses de EEUU, que son los que defiende su presidente, obviamente, pero lo cierto es que la imagen del encuentro entre Obama y castro, producida este fin de semana en la cumbre de Panamá, y la firma del preacuerdo de desnuclearización de Irán, de hace un par de semanas, suponen dos golpes estratégicos de primer nivel, y cambian de manera profunda los patrones de comportamiento que, respecto a estos asuntos, imperaban en la política de EEUU desde hade décadas. Y si EEUU cambia de opinión, el resto del mundo tiende a hacerlo después. Ambos países, Irán y Cuba, eran vistos como parte integrante de lo que se denominó en su día “el eje del mal” expresión muy sonora pero más propia de una película de acción que de política práctica. Cada uno de ellos presenta problemas muy distintos, siendo Cuba un asunto casi interno de la política de Washington e Irán una molestia gorda que lleva décadas martilleando. En ambos casos se ha dado un cambio de personas dirigentes, que no de régimen, que ha permitido una mayor apertura, o al menos esa es la sensación general. La dictadura de los Castro agoniza a la par que lo hace Fidel, y la economía cubana, dependiente antaño de Rusia, después de Venezuela, da ejemplo cada día de hasta qué punto la miseria puede ser eterna y cómo la población puede acostumbrarse a la misma. No se si Raúl Castro será quien de el pistoletazo de salida de la transición cubana, pero es cierto que ha visto que el régimen y el país no dan más de sí. Su intento de reforma interna, o de apertura, es probable que sea la vía por la que Cuba se convierta en un régimen normal, en un país en el que la libertad pueda volver a pasear por el malecón. Ojalá sea así. En el caso de Irán, tras los ocho años de gobierno iluminado de Ahmadineyad (nuestro viejo amigo “Ahma”) la llegada de un moderado como Rohani ha permitido cambiar el discurso, habitualmente hostil y mesiánico, que sale de Teherán. Las sanciones internacionales y el derrumbe del petróleo han hecho mucho daño al régimen y la población, y es probable que esa apertura sea una vía para encontrar un aire, político y financiero, del que ya apenas se dispone. En este caso, si cabe, al situación es mucho más compleja y difícil de prever que en el de Cuba. Estamos mejor que antes, sí, pero es casi imposible saber hacia dónde nos dirigimos.

Y en ambos casos EEUU, ante condiciones más favorables, ha adoptado una estrategia “blanda” a mi juicio acertada, consistente en mostrarse comprensivo y permitir que se alcancen acuerdos. Hay mucha discusión, y argumentos de peso, sobre si esta es la manera adecuada de actuar o no, pero creo que en conjunto, ganan los pros, empezando por el hecho de que, tras años en los que la imagen norteamericana ha estado muy en entredicho, estas conversaciones logran que el poder blando de EEUU (concepto de Joseph Nye) , su capacidad de atractivo, crezca, y no sólo en las dos naciones con las que se han alcanzado estos compromisos. El antiamericanismo global ha sufrido un duro golpe con estos dos acercamientos, y eso en sí mismo es ya una gran victoria para EEUU.

No hay comentarios: