miércoles, junio 24, 2015

Era inevitable que Grecia claudicase

Supongo que muchos de ustedes estarán hartos del tema griego, por lo que al ver el título del artículo de hoy me temo que optarán por largarse a otra parte, física o virtualmente, o en ambos sentidos. Ya lo siento, pero es que la actualidad manda, y créanme si les digo que esta no será la última vez que hable de este asunto, dado que la crisis griega amenaza con ser infinita en duración y volumen de dinero enterrado. Si tienen la sensación de que esta especie de acuerdo alcanzado en Bruselas no es sino un apaño que, dentro de unos meses, se demostrará inútil, comparto su opinión. Porque solución, rápida, sencilla y clara, no existe.

Grecia y al UE han salvado los muebles y, con un pie fuera del bordillo, cayendo por el precipicio, han sido capaces de echarse atrás. La propuesta del Domingo por la tarde del gobierno de Tsipras, que traspasaba las líneas rojas de las pensiones y el IVA, ha sido considerada como una base correcta para alcanzar un acuerdo que desbloquee los tramos pendientes de rescate, que se usarán para devolver tramos anteriores, que vencen en pocos días. Era inevitable que Grecia se rindiera, por usar una expresión clara, tras meses infructuosos de negociaciones, en los que no ha abordado con la seriedad debida la situación económica en la que se encuentra el país. El gobierno Tsipras ha mareado la perdiz durante esos meses, perdiéndolos en la práctica, con una táctica negociadora errónea en mi opinión, que le ha granjeado la enemistad de todos los socios de la UE. Grecia podía haber optado por generar una especie de enfrentamiento o debate entre los países que rigen la UE, Alemania, Holanda y poco más, y lso países rescatados o que están mal, donde se encuentran no sólo los del sur sino otros pequeños, como los bálticos. Todos ellos han sido sometidos a duros planes de ajuste, han visto reducidas sus pensiones y se han apretado el cinturón varios agujeros, cuando los griegos, pese a todo lo sucedido, aún no han hecho muchas de las reformas debidas y necesarias. Pero en vez de jugar esa baza de los bloques, que le hubiera proporcionado una fuerza negociadora, o al menos un prestigio en la UE, Tsipras y Varoufakis han usado la estrategia el niño que en la clase acusa a todos los demás de sus problemas, y logra que tanto el profesor como el resto de compañeros se unan en su ojeriza hacia él. Con tácticas dilatorias, tensiones, declaraciones sin sentido de un VAroufakis que hace tiempo perdió el control de la negociación, y quizás el sentido de la realidad, Grecia ha forzado la negociación hasta un punto en el que muchos de los socios de la UE no verían mal su salida por un puro hartazgo, por cansancio ante su postura carente de realidad. Y llevados a ese precipicio, Grecia sabía que, de arrojarse, la UE lo iba, íbamos, a pasar muy mal, pero que ellos iban a morir económicamente. En el juego de gallina ellos tenían mucho más que perder que el resto, asumiendo que todos perdíamos. Finalmente, al borde, Tsipras ha frenado, y de una manera algo encubierta, se ha rendido. Ofrece reformar el sistema de jubilaciones griego, de una generosidad asombrosa, que permite que retirarse a los sesenta años sea lo más común, con edades de jubilación aún inferiores para ciertos colectivos (como las peluquerías, créanme que no lo entiendo) y cuyas prestaciones son insostenibles para el estado griego y cualquier otra nación en el mundo que no sea una monarquía petrolera del golfo pérsico. Esto era innegociable y no admite discusión. Lo del IVA es más polémico, porque evidentemente su subida ralentizará una economía que no necesita muchas excusas para dejar de crecer como, débilmente, lo hacía hace meses para caer en una nueva recesión. Habrá que ver cuáles son los detalles finales del acuerdo, pero estas dos variables han sido las decisivas para encarrilarlo.

Ahora el que tiene un problema en casa es Tsiparas, para poder lograr que el parlamento de Atenas vote a favor de este compromiso, que destroza gran parte de las (imposibles de cumplir) promesas electorales de Syriza. Dicen los más retorcidos que una de las causas de tensar tanto la cuerda en la negociación era para vender el posterior acuerdo con el aval de que “resistimos hasta donde pudimos” y así lograr que la población y parlamentarios lo avalen. Está por ver. Es probable que los diputados díscolos de la coalición gobernante sean suplidos a la hora de votar Sí por miembros de la oposición, lo que dejará al gobierno en una posición débil. En fin, que tras un apasionante final de temporada, el culebrón griego sigue y sigue.

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