Supongo que muchos de ustedes
estarán hartos del tema griego, por lo que al ver el título del artículo de hoy
me temo que optarán por largarse a otra parte, física o virtualmente, o en
ambos sentidos. Ya lo siento, pero es que la actualidad manda, y créanme si les
digo que esta no será la última vez que hable de este asunto, dado que la
crisis griega amenaza con ser infinita en duración y volumen de dinero
enterrado. Si tienen la sensación de que esta especie de acuerdo alcanzado en
Bruselas no es sino un apaño que, dentro de unos meses, se demostrará inútil,
comparto su opinión. Porque solución, rápida, sencilla y clara, no existe.
Grecia y al UE han salvado los
muebles y, con un pie fuera del bordillo, cayendo por el precipicio, han sido
capaces de echarse atrás. La propuesta del Domingo por la tarde del gobierno de
Tsipras, que traspasaba las líneas rojas de las pensiones y el IVA, ha
sido considerada como una base correcta para alcanzar un acuerdo que
desbloquee los tramos pendientes de rescate, que se usarán para devolver tramos
anteriores, que vencen en pocos días. Era inevitable que Grecia se rindiera,
por usar una expresión clara, tras meses infructuosos de negociaciones, en los
que no ha abordado con la seriedad debida la situación económica en la que se
encuentra el país. El gobierno Tsipras ha mareado la perdiz durante esos meses,
perdiéndolos en la práctica, con una táctica negociadora errónea en mi opinión,
que le ha granjeado la enemistad de todos los socios de la UE. Grecia podía
haber optado por generar una especie de enfrentamiento o debate entre los
países que rigen la UE, Alemania, Holanda y poco más, y lso países rescatados o
que están mal, donde se encuentran no sólo los del sur sino otros pequeños,
como los bálticos. Todos ellos han sido sometidos a duros planes de ajuste, han
visto reducidas sus pensiones y se han apretado el cinturón varios agujeros,
cuando los griegos, pese a todo lo sucedido, aún no han hecho muchas de las
reformas debidas y necesarias. Pero en vez de jugar esa baza de los bloques,
que le hubiera proporcionado una fuerza negociadora, o al menos un prestigio en
la UE, Tsipras y Varoufakis han usado la estrategia el niño que en la clase acusa
a todos los demás de sus problemas, y logra que tanto el profesor como el resto
de compañeros se unan en su ojeriza hacia él. Con tácticas dilatorias,
tensiones, declaraciones sin sentido de un VAroufakis que hace tiempo perdió el
control de la negociación, y quizás el sentido de la realidad, Grecia ha
forzado la negociación hasta un punto en el que muchos de los socios de la UE
no verían mal su salida por un puro hartazgo, por cansancio ante su postura
carente de realidad. Y llevados a ese precipicio, Grecia sabía que, de
arrojarse, la UE lo iba, íbamos, a pasar muy mal, pero que ellos iban a morir
económicamente. En el juego de gallina ellos tenían mucho más que perder que el
resto, asumiendo que todos perdíamos. Finalmente, al borde, Tsipras ha frenado,
y de una manera algo encubierta, se ha rendido. Ofrece reformar el sistema de
jubilaciones griego, de una generosidad asombrosa, que permite que retirarse a
los sesenta años sea lo más común, con edades de jubilación aún inferiores para
ciertos colectivos (como
las peluquerías, créanme que no lo entiendo) y cuyas prestaciones son
insostenibles para el estado griego y cualquier otra nación en el mundo que no
sea una monarquía petrolera del golfo pérsico. Esto era innegociable y no
admite discusión. Lo del IVA es más polémico, porque evidentemente su subida
ralentizará una economía que no necesita muchas excusas para dejar de crecer
como, débilmente, lo hacía hace meses para caer en una nueva recesión. Habrá
que ver cuáles son los detalles finales del acuerdo, pero estas dos variables
han sido las decisivas para encarrilarlo.
Ahora el que tiene un problema en casa es
Tsiparas, para poder lograr que el parlamento de Atenas vote a favor de este
compromiso, que destroza gran parte de las (imposibles de cumplir) promesas
electorales de Syriza. Dicen los más retorcidos que una de las causas de tensar
tanto la cuerda en la negociación era para vender el posterior acuerdo con el
aval de que “resistimos hasta donde pudimos” y así lograr que la población y
parlamentarios lo avalen. Está por ver. Es probable que los diputados díscolos
de la coalición gobernante sean suplidos a la hora de votar Sí por miembros de
la oposición, lo que dejará al gobierno en una posición débil. En fin, que tras
un apasionante final de temporada, el culebrón griego sigue y sigue.
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