viernes, junio 05, 2015

¿No iba el gobierno a acabar con los puentes?

Hoy es puente en Madrid, ya que ayer fue festivo por el día del Corpus. No se cómo se enseña a los extranjeros este concepto tan nuestro del término, dado que la palabra inglesa “bridge” no lo tiene, sospecho. La idea de hacer un salto entre días para vadear el laborable es ingeniosa a más no poder, y el concepto de puente, que une orillas festivas, es una muestra de ingenio de uso del idioma difícil de superar. Hoy la oficina estará tranquila y la ciudad, sumida desde hace días en un calor de Julio, funcionará al ralentí. Ideal para los que cojan coches y se sientan reyes de la calle.

Una de las ideas con las que empezó su legislatura el gobierno de Rajoy, imbuida de un profundo afán reformista que luego se convirtió en cosmético, era la de acabar con los puentes. Se decía que su existencia restaba productividad a la economía, y que dentro de un proyecto general de racionalización de horarios y calendarios, que buena falta nos haría, se iba a estudiar el pasar todos los festivos a los Lunes (salvo excepciones como Navidad, 1 de enero y poco más) para aprovechar mejor el tiempo y evitar perder jornadas de trabajo. Cuando se lanzó la idea surgieron, como siempre, voces a favor y en contra. Los opositores eran, principalmente, hosteleros, que veían en los puentes la posibilidad de crear espacios de vacaciones donde se dieran viajes y estancias de turismo en el interior del país. Argumentaban que con tres días pocos se animarían y, por ejemplo, con cuatro, muchos más saldrían. Y dado que España es un país turístico este es un factor a tener muy en cuenta. También estaba en contra eso que podemos definir como la “cofradía del no” que es un grupo variopinto de personas que siempre se oponen a todo, por principio, como forma de ser. Surgen como setas tras la lluvia (expresión hecha en un año en el que, de momento, apenas llueve) y agitan pancartas con infinitos lemas que empiezan siempre por NO. Yo estoy a favor de la medida de la concentración al lunes, y reconozco que el argumento de los hosteleros tiene su cierta lógica, pero cada vez que este sector ha vendido su futuro apocalipsis por una medida gubernamental la realidad ha demostrado que de desastre nada de nada. ¿Se acuerdan de lo que se organizó con la ley antitabaco y que eso iba a suponer el cierre de todos los bares y restaurantes? Los que han cerrado lo han hecho por la crisis, no porque se pueda fumar en ellos o no. La idea del lunes festivo se estila en otros países, y no los veo sumidos en el desastre en lo que hace a ocio y restauración. E implantarla sería un primer paso en ese proceso que tenemos pendiente de ajustar horarios a nuestra realidad geográfica y laboral, en el que tenemos todo por hacer, y donde los del NO van a trabajar como si les fuera la vida (y el reloj) en ello. De momento este puente madrileño ha sido como los de antaño, y aproximadamente la mitad de mis compañeros y jefes de trabajo se lo han cogido, por lo que espero un Viernes tranquilo que me permita avanzar en algunos de los frentes que tengo por delante, y que necesitan una cierta calma para poder ser estudiados. Quizás hoy alguno más recuerde esa idea de los lunes y de la propuesta del gobierno, pero sospecho que serán pocos. La mayor parte de ellos, a buen seguro, habrán pillado puente.

Este asunto de los puentes es una buena metáfora, por cierto, de cómo el gobierno de Rajoy, que podía haber modificado muchas cosas de las “gordas” de la legislación y sociedad española, gracias a su mayoría absoluta y aclamación popular tras las elecciones de 2011, se ha limitado a la cosmética, a tocar cosas mínimas, a aplicar soluciones brutas y sin demasiado calibre, y ha desperdiciado la oportunidad de reformar en serio, en este y otros aspectos. Su gobierno tenía una ventana de oportunidad para hacer cosas que, finalmente, no ha querido utilizar. En cierto modo, y para esos importantes asuntos, Rajoy y su gobierno no dudaron en cogerse puente en cuanto pudieron.

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