Les comentaba ayer lo turbulento
que se encuentra el mercado de bonos europeos, y que Grecia, “lo de Grecia” es
una de las causas. La verdad es que en esta eterna negociación en la que
cambian gobiernos e interlocutores para no llegar a ningún acuerdo resulta ser
de lo más tediosa, y asombra cómo se ha cronificado un problema, que es
difícil, pero que no tiene sentido año tras año resurja y haga poner en duda
todo el proceso de construcción europea. Visto desde fuera no me extraña que
nadie entienda nada y la paciencia, no con los griegos, sino con los europeos
en su conjunto, se esté acabando. Damos una imagen penosa.
Creo que el principal problema
con “lo de Grecia” no es tanto la renovación de su rescate y las reformas que
el ya desvirtuado gobierno de Tsipras debe realizar, que son la parte visible
del problema, sino lo que supone como test para medir la solidez del euro. En
el camino hacia el euro ha habido dos constantes fundamentales que lo han
caracterizado, que de manera encubierta las tenemos grabadas en nuestro
interior, y para las que Grecia supone una prueba de fuego. La primera es que
es un camino de continuo avance. Sólo se camina hacia la integración, cada vez
mayor, en ámbitos financieros, monetarios, fiscales, etc. Se podrá avanzar más
o menos lento, pero se avanza siempre. El otro es el de la irreversibilidad.
Costó que llegase, fue una utopía en su momento, pero una vez que el euro está
aquí, lo está para siempre, y nadie puede salirse de él. La primera de estas
verdades se logró salvaguardar, sobre todo, gracias a la no incorporación de
Reino Unido a la moneda, lo que creó de facto dos clubs en la UE, el de los que
pertenecemos al Euro y los que no. Es evidente que la integración que se da
entre los primeros es mayor, y formamos una especie de club en el club,
utilizando una de esas horrendas expresiones comunitarias que es las
“cooperaciones reforzadas” que viene a querer decir, de manera muy bruta, que
si un grupo de países de la UE se ponen de acuerdo en algo que les permita
avanzar en la integración pueden hacerlo. La unión bancaria con la supervisión
del BCE es un avance enorme, por eso está costando tanto, que llevamos a cabo
los países del euro, y no los que no pertenecen a esa moneda. El otro punto,
mucho más de fondo, afecta sobre todo a la credibilidad internacional del
proyecto euro. Nos lo creemos nosotros, sí, pero hacemos que el resto del mundo
se lo crea también, y el que nadie pueda salirse de la moneda es una forma de
garantizar que haremos todo lo posible para integrar las economías euro y,
sobre todo, para defender a la moneda en sí misma de ataques especuladores que
puedan debilitarla. La experiencia del SME de los noventa, que sirvió para que
George Soros se forrase sacando a la libra del sistema, mostró que un proyecto
de moneda única es creíble si se concibe como una prisión para las economías,
de tal manera que nadie pueda sacarlas de ahí. Si Grecia saliera del euro, más
allá del absoluto desastre que eso supondría para el país y, sobre todo, su
población, se rompería un tabú, ¿y quién nos dice que no podría salir alguien
más? Una vez abierta la puerta de salida no es descartable que vuelvan a
producirse escapadas. La presión empezaría a ser intensa contra, por ejemplo,
Portugal, otro país sumido en un estancamiento secular que muestra debilidades
y no logra despegar, y tiene un tamaño pequeño que lo puede hacer asequible
ante inversores que quieran jugar a peligrosos juegos de apuestas. Sí, es
cierto que si aparece Super Mario Draghi nos salva, pero sería capaz de
soportar la economía de cualquier país de la UE un nuevo embate de la prima de
riesgo y de nervios en los mercados, en una situación de recuperación frágil
como la actual, en la que siguen presentes desequilibrios del pasado? Estaría
por ver.
Por eso Grecia y su papel en el euro es
importante. Más allá de las consideraciones geopolíticas por las que, puede que
más que las económicas, Grecia fue admitida en una moneda en la que por
fundamentos no podía estar, la situación actual demuestra que en la vida real
los procesos no son reversibles en igualdad de condiciones, y que es mucho más
fácil entrar en el euro que salirse. Prueben a echar el colacao a la leche y
luego traten de separar la leche y el polvo. Verán como les cuesta mucho más.
Si, me dirán, es entropía, sí, pero es que en economía, y sobre todo en
economía, la entropía también funciona, y de qué manera. Y por cierto, es un término
de origen griego.
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