viernes, junio 26, 2015

Pocos lamentarán la marcha de Wert

El nombramiento de Jose Ignacio Wert como Ministro de Educación fue una de las sorpresas de los nombramientos de hace tres años y medio. Sociólogo, experto en encuestas, tertuliano, conocido del gran público por su presencia habitual en medios de comunicación, colaborador d grupo PRISA, no afiliado.. Wert daba un perfil de técnico afable alejado de la política y poseedor de mano izquierda, en muchos sentidos del término. Se esperaba mucho de su gestión, dada la estúpida obsesión que tiene todo gobierno de cambiar para siempre la ley de educación una vez que llega al poder. Su gestión ha sido, como poco, mala.

Wert no ha entendido nunca a lo que se ha enfrentado. En medio de una crisis devastadora, su reforma educativa no ha conseguido aunar a los integrantes del mundo escolar… bueno, lo cierto es que los ha aglutinado a todos en su contra. En un Ministerio que apenas tiene competencias y con un escaso volumen de gasto, cada euro que se recorta en partidas ya de por sí pequeñas, pero muy importantes, genera mucha más contestación que en otros ámbitos sociales. Eliminar una beca puede suponer un ahorro de pocos miles de euros al gobierno, lo mismo que quitar un coche oficial, por poner un ejemplo maniqueo, pero lo primero va a generar mucho más rechazo social que lo segundo. A igualdad económica, lo segundo no es políticamente rentable. Poco a poco Wert ha ido volando todos los puentes que debiera haber tejido, tanto por obligación de cartera como por mero interés político, y ha acabado sólo y desamparado al frente de una cartera devaluada. Su gestión cultural ha estado marcada por la subida del IVA, del 8% al 21%, y por no entender tampoco que es igual de injusta la subida del IVA a un vendedor de chucherías que a un actor, pero a los primeros no los conoce nadie y a los segundos, unidos en una agrupación de intereses, casi todos, por lo que sus protestas serán siempre mucho más influyentes. En general, y esto no es una característica de Wert sino de todos los que han pasado por ese Ministerio, y por cualquier otro cargo público, la cultura es un estorbo que hay que soportar, y los autores son ese incordio que aguantamos porque no queda más remedio. Y un buen ejemplo de esto es cómo, sin ir más lejos, el nuevo ayuntamiento de Madrid pensaba colocar de concejal de cultura a ese zafio chistoso, que mostraba a las claras en sus escritos lo que le importaba el tema, más allá de la remuneración asociada. No se cuál debe ser la política cultural de un gobierno, es un tema de discusión bastante profundo, pero está claro que la de Wert no es un modelo válido. Día tras días veía a Jose María Lasalle, secretario de estado del ramo, hombre muy culto y preocupado por las artes, recibir en la frente los castañazos que iban dirigidos a su superior, poniendo rostro amable y aguantando estoicamente sin poder hacer nada, acatando unas órdenes equivocadas y sin sentidos. Entre errores propios y ajenos, Wert fue cayendo en las encuestas de valoración de ministros, que él mismo elaboraba antes de serlo, hasta ocupar a perpetuidad el último puesto, con una nota que no ha llegado al 2 desde hace ya algunos años. Apartado de la primera línea, con una relación sentimental con la que ha sido su secretaria de estado de educación, con un puesto conseguido por ella en París y otro aspirado por él, también junto al Sena, desde hace semanas solicitaba su dimisión para largarse al nido de amor con vistas a la Torre Eiffel. Ayer consiguió, por fin, que su jefe lo despidiera.

Una reflexión pequeña sobre como Rajoy hace sus crisis de gobierno. Basta una palabra. Mal. Weet quería irse, por lo que nada le costaba a Rajoy la semana pasada, después de haber hablado con el Rey, cesarle y asunto arreglado. Pero no, dejamos las cosas para el final, y hay que hacerlo corriendo, deprisa y mal. De noche, desde una Bruselas donde sólo existe Grecia, teniendo que llamar al Rey para avisarle, y logrando quitar peso en los medios la imputación de Chaves y Griñán, todo un desastre para el PSOE. Por no hacer las cosas cuando se deben, e ir como siempre arrastras, Rajoy ha dado un nuevo ejemplo de cómo no llevar a cabo las cosas y, de paso, no comunicarlas. Error tras error sin capacidad de enmienda.

Subo a Elorrio el fin de semana y me cojo el Lunes. Tengan cuidado con el intenso calor que nos espera y, si todo va bien, hasta el Martes 30.

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