El nombramiento de Jose Ignacio
Wert como Ministro de Educación fue una de las sorpresas de los nombramientos
de hace tres años y medio. Sociólogo, experto en encuestas, tertuliano, conocido
del gran público por su presencia habitual en medios de comunicación, colaborador
d grupo PRISA, no afiliado.. Wert daba un perfil de técnico afable alejado de
la política y poseedor de mano izquierda, en muchos sentidos del término. Se
esperaba mucho de su gestión, dada la estúpida obsesión que tiene todo gobierno
de cambiar para siempre la ley de educación una vez que llega al poder. Su
gestión ha sido, como poco, mala.
Wert no ha entendido nunca a lo
que se ha enfrentado. En medio de una crisis devastadora, su reforma educativa
no ha conseguido aunar a los integrantes del mundo escolar… bueno, lo cierto es
que los ha aglutinado a todos en su contra. En un Ministerio que apenas tiene
competencias y con un escaso volumen de gasto, cada euro que se recorta en
partidas ya de por sí pequeñas, pero muy importantes, genera mucha más
contestación que en otros ámbitos sociales. Eliminar una beca puede suponer un
ahorro de pocos miles de euros al gobierno, lo mismo que quitar un coche
oficial, por poner un ejemplo maniqueo, pero lo primero va a generar mucho más
rechazo social que lo segundo. A igualdad económica, lo segundo no es políticamente
rentable. Poco a poco Wert ha ido volando todos los puentes que debiera haber
tejido, tanto por obligación de cartera como por mero interés político, y ha
acabado sólo y desamparado al frente de una cartera devaluada. Su gestión
cultural ha estado marcada por la subida del IVA, del 8% al 21%, y por no
entender tampoco que es igual de injusta la subida del IVA a un vendedor de
chucherías que a un actor, pero a los primeros no los conoce nadie y a los
segundos, unidos en una agrupación de intereses, casi todos, por lo que sus
protestas serán siempre mucho más influyentes. En general, y esto no es una
característica de Wert sino de todos los que han pasado por ese Ministerio, y
por cualquier otro cargo público, la cultura es un estorbo que hay que soportar,
y los autores son ese incordio que aguantamos porque no queda más remedio. Y un
buen ejemplo de esto es cómo, sin ir más lejos, el nuevo ayuntamiento de Madrid
pensaba colocar de concejal de cultura a ese zafio chistoso, que mostraba a las
claras en sus escritos lo que le importaba el tema, más allá de la remuneración
asociada. No se cuál debe ser la política cultural de un gobierno, es un tema
de discusión bastante profundo, pero está claro que la de Wert no es un modelo
válido. Día tras días veía a Jose María Lasalle, secretario de estado del ramo,
hombre muy culto y preocupado por las artes, recibir en la frente los
castañazos que iban dirigidos a su superior, poniendo rostro amable y
aguantando estoicamente sin poder hacer nada, acatando unas órdenes equivocadas
y sin sentidos. Entre errores propios y ajenos, Wert fue cayendo en las
encuestas de valoración de ministros, que él mismo elaboraba antes de serlo,
hasta ocupar a perpetuidad el último puesto, con una nota que no ha llegado al
2 desde hace ya algunos años. Apartado de la primera línea, con una relación
sentimental con la que ha sido su secretaria de estado de educación, con un
puesto conseguido por ella en París y otro aspirado por él, también junto al
Sena, desde hace semanas solicitaba su dimisión para largarse al nido de amor con
vistas a la Torre Eiffel. Ayer
consiguió, por fin, que su jefe lo despidiera.
Una reflexión pequeña sobre como
Rajoy hace sus crisis de gobierno. Basta una palabra. Mal. Weet quería irse,
por lo que nada le costaba a Rajoy la semana pasada, después de haber hablado
con el Rey, cesarle y asunto arreglado. Pero no, dejamos las cosas para el
final, y hay que hacerlo corriendo, deprisa y mal. De noche, desde una Bruselas
donde sólo existe Grecia, teniendo que llamar al Rey para avisarle, y
logrando quitar peso en los medios la imputación de Chaves y Griñán, todo un
desastre para el PSOE. Por no hacer las cosas cuando se deben, e ir como
siempre arrastras, Rajoy ha dado un nuevo ejemplo de cómo no llevar a cabo las
cosas y, de paso, no comunicarlas. Error tras error sin capacidad de enmienda.
Subo a Elorrio el fin de semana y me cojo el
Lunes. Tengan cuidado con el intenso calor que nos espera y, si todo va bien,
hasta el Martes 30.
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