viernes, junio 19, 2015

Si usted fuera griego, ¿qué haría con sus ahorros?

Comentaba ayer que en Bruselas se iba a vivir una dura batalla, conmemorando los doscientos de la de Waterloo. Y me equivoqué, porque el enfrentamiento iba a tener lugar en Luxemburgo, así que aprovecho para autocorregirme. Pero batalla sí que hubo, y acuerdo ninguno. Y un incremento en la virulencia de las palabras de los reunidos que deja bien claro hasta qué punto la situación es difícil para todos. Christine Lagarde, la directora del FMI, fue la más acerada, increpando a Varoufakis en nombre de los “criminales” a los que ella representa, según el ministro griego, y exigió que en las reuniones acudieran personas adultas. Bronca de las gordas.

Y cada día que pasa esto no hace sino complicarse. Las salidas de capital de Grecia siguen, a un ritmo que supera los quinientos millones de euros diarios en lo que hace a depósitos bancarios, las bolsa de Atenas cae, la prima de riesgo helena sube y la tensión en Europa no deja de crecer. Sigo pensando que acabará habiendo un acuerdo, pero la situación empieza a entrar en un estado en el que puede pasar cualquier cosa, lo que muchos llaman un accidente, que precipite las cosas. Hoy los bancos griegos están abiertos, pero en medio de este panorama tan convulso nadie sabe lo que puede suceder el lunes, así que piense usted, querido lector, cómo debe sentirse el griego de la calle en medio de esta tormenta. Trabajados, parado, empresario, estudiante, lo que sea, que posee algunos ahorros en el banco, que su trabajo le ha costado acumularlos, y que empieza a temer seriamente por ellos. Confía en el acuerdo, pero sabe perfectamente que si Grecia abandona el euro su dinero será reconvertido en Dracmas que, al instante, no valdrán nada. La economía del país entrará en una convulsión muy peligrosa y, como mínimo, todos los productos de importación dispararán sus precios. A las 8:05 de la mañana de hoy sabe que el banco abrirá esta mañana (no se cuál es el horario comercial de Atenas, supongamos que a las 9) y sopesa la posibilidad de ir a la sucursal y sacarlo todo, convertirlo en papel moneda que, en caso de desastre, pueda cambiarse fuera del país por otra moneda fuerte o en el interior en el mercado negro que surgiría al instante de la salida. Teme que los rumores de “Grexit” provoquen un corralito para evitar el colapso y sus ahorros queden confiscados. Ya le queda un poco menos, a las 8:08, para decidir qué hacer. Ayer, hablando con unos amigos, todos tenían un miedo similar y, aunque sin confesarlo, daban a entender que irían al banco para sacar su dinero. Tonto el último, era la sensación que les quedó a todos tras su encuentro. Y todos sabían que si ellos, y el resto de atenienses, hacían lo mismo, provocarían ese accidente que sacaría a Grecia de Euro. Si se generan colas en los bancos y las televisiones o internet las difunden el miedo crecerá, y con él la avalancha de clientes que ansiosamente querrán recuperar el dinero, y entonces es cuando surgirá el caos. Será inevitable implantar el corralito temido y con él el sistema financiero heleno entrará en el colapso absoluto, y el país saltaría por los aires. Así que el ciudadano de a pie sabe que si todo el mundo opta por la medida más prudente y racional, que salvaguarde sus ahorros, todos se condenan al desastre. En el fondo cada griego sabe más de teoría de juegos de lo que el propio Varoufakis sospecha, porque ese es exactamente uno de los problemas que abordó el fallecido Nash, cómo las dinámicas de grupo generan resultados agregados muy distintos por los perseguidos por los individuos que las conforman.

Esta es una de las miles de escenas que pueden vivirse hoy en Grecia, y que sin duda afectarán al resto de la UE y el mundo, si me apuran. La convocatoria de una cumbre extraordinaria de jefes de estado de la UE para el Lunes muestra no sólo lo urgente de la situación, sino sobre todo la importancia que este asunto ha adquirido. No hay soluciones bunas ante lo de Grecia, solo malas o muy malas. Pero su salida, expulsión o escape accidentado, serían un desastre absoluto, para ellos y para todos. Y todos lo saben. La cuestión es qué hacer y cómo evitar ese desastre. Nos jugamos muchísimo. Y lo reitero. Todos nos la jugamos.

No hay comentarios: