miércoles, junio 03, 2015

Ir contra la ciencia es estúpido, y puede ser mortal

Ahora mismo un niño de seis años se debate entre la vida y la muerte en un hospital de Barcelona tras sufrir un caso de difteria, el primero registrado en España desde los años ochenta. Para tratarle ha sido necesario buscar con denuedo un medicamento que ha llegado, finalmente, desde Rusia, pero el estado del niño es crítico. La enfermedad ha sido erradicada de nuestro país, junto a otras muchas, gracias a intensivas campañas de vacunación, pero puede haber personas, sobre todo mayores, que en su día no se vacunaron y pudieran contagiarse. El niño no estaba vacunado.

Me fastidia mucho, y me indigna aún más, escribir sobre este asunto, porque demuestra que la tontería que anida en todos nosotros parece ser inmune al paso del tiempo y al avance científico. De un tiempo a esta parte ha cogido mucha fuerza un movimiento antivacunas, sí, sí, que acusa a estos medicamentos de ser malignos. Con un discurso lleno de charlatanería, tópicos comunes y falsedades, los defensores de esta postura, que están vivos muy probablemente gracias a que han sido vacunados, acusan a las farmacéuticas de haber desarrollado las vacunas para hacer negocio, y a los que las usan de maltratar a sus hijos y ponerles en riesgo. Visten su discurso de contenidos ecológico, pseudoprogresistas, anticapitalistas y toda una ensalada de conceptos erróneos a la hora de tratar cuestiones científicas, y por increíble que parezca, han cogido mucha fuerza en EEUU y otras naciones. Sus militantes niegan la vacunación a sus hijos y, debido a esta práctica suicida, enfermedades que estaban erradicas, o muy controladas, empiezan a aflorar nuevamente, lo que supone un riesgo para la salud de todos, no sólo de los descerebrados que propugnan estas ideas y de sus pobres hijos. Y pese a ello, la respuesta oficial ante esta ola de estupidez es más bien tibia. La comunidad científica se ha levantado en armas, por usar una expresión gráfica, denunciando a los cuatro vientos los riesgos que tiene el movimiento, y el peligro que puede suponer para la población en general, pero cuando un científico es acusado de estar vendido a los laboratorios y no respetar la naturaleza muchos son los ingenuos que dudan uy optan por señalar al científico. Argumentos políticamente correctos que para tantos son tabú y que suponen el ostracismo en caso de criticarlos. Y la ciencia, que no se debe a la política, y que no es democrática (ya puede estar todo el mundo en contra de la ley de la gravedad, arrójelos por un barranco y que discutan en la caída) trata de defenderse como puede, contando para ello con altavoces mediáticos mucho menos impactantes que los de los iluminados. Algo parecido pasa con el debate sobre el creacionismo. El creacionismo es falso. Punto. Pero resulta que quienes lo defienden tienen muchos medios para hacerlo y logran que algunos gobiernos les tomen en serio y den relevancia a una teoría, falas, y la equiparen con la de la evolución por selección natural de Darwiin, que es cierta. Nuevamente creencias, fe e ideología pretenden suplantar la labor de la ciencia, que ya es de por sí bastante compleja, dado que un científico vive en al duda permanente, e investiga para salir de ella. Frente a esto, iluminados creyentes en revelaciones, fuerzas y karmas cósmicos no dudan nada, atacan sin piedad y amenazan con volvernos a todos a épocas oscuras de cavernas y enfermedades. Asombroso.


Hay que ser muy serios en todo este asunto. Las vacunas no sólo funcionan, sino que gracias a ello muchos estamos vivos aquí. Su imposición a los niños debe ser obligatoria por ley, y los padres que se opongan deben ser penalizados por ello, porque arriesgan la salud de su hijo, que no es capaz de decidir por sí mismo si quiere suicidarse o no, y la de los demás. Y la ciencia es la que debe opinar sobre esto, y los poderes políticos y administrativos debe oírla a ella y hacerle caso. Y la población debiera dejar de seguir a charlatanes, chamanes, iluminados y demás pirados que, en serio, y más allá de la risa que puedan provocar sus paranoias, pueden ser muy peligrosos. Y que haya suerte y la ciencia pueda salvar a ese niño enfermo.

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