Este fin de semana se ha celebrado
en Munich su conferencia de seguridad, un encuentro anual de líderes políticos,
militares y de otro tipo que, a escala, viene a ser como el Davos de la
defensa. Esta conferencia se creó en los años sesenta como un foro de debate
entre lo que entonces era el este y el oeste, para tratar de aliviar tensiones
y ver cómo afrontar retos comunes a ambos mundos. Con el paso del tiempo ha ido
ganando relevancia global, a medida que las amenazas han dejado de ser problema
de países aislados para serlo de toda la humanidad, y lo que se comenta en sus
foros y conferencias es muy importante. Obviamente, recibe menos cobertura mediática
que cualquier partidillo de fútbol de primera división.
El punto central de este año en
la localidad bávara ha sido el más impensable, lo que demuestra hasta qué punto
empieza a ser imprevisible el mundo en el que nos encontramos. EEUU, sí, ha
estado en boca de todos como objeto de estudio, análisis y, por qué negarlo,
preocupación. La llegada de Trump y sus primeras semanas en el poder han
supuesto una convulsión que, lejos de amainar, abre cada día nuevos frentes, interrogantes
y dudas. ¿Hasta qué punto un Presidente desequilibrado puede alterar el
equilibrio global, la estabilidad de su propio país y amenazar la de otros?
Preguntas muy serias, pero muy pocas respuestas. Munich ha servido como
escenario para la presentación ante la sociedad europea de algunos de los más
altos cargos de la administración Trump, como ha sido el caso de James Mattis,
secretario de defensa y Mike Pence, vicepresidente. Este último es, de los
miembros del gabinete Trump, de los pocos que proviene de las filas republicanas
tradicionales. Muy conservador en lo social, es un republicano clásico y no
dado a las estrafalarias salidas de tono de su jefe. El discurso de estos
dirigentes norteamericanos en Munich ha sido, por así decirlo, de
apaciguamiento. Han insistido en la necesidad de que los países europeos amplíen
sus presupuestos de defensa para que sus aportaciones a la OTAN resulten
significativas, y que EEUU no cargue con casi todo el gasto, como sucede hasta
ahora, pero han aparcado ideas muy de Trump en las que, directamente, se habla
en contra de la institución trasatlántica y de la propia UE. En su discurso
Pence insistió mucho en la leal y seria colaboración que Europa va a encontrar,
como siempre, al otro lado del Atlántico, y vino en cierto modo a refutar parte
del discurso que, día tras día, exhala de los tuits de su jefe. A la audiencia
que le escuchaba le agradaban esas palabras, pero le dejaban un poso de preocupación,
por no saber a qué carta quedarse. La conclusión obvia es que nadie sabe realmente
cual es el discurso imperante en Washington, si el de Trump y sus asesores Bannon
y Conway, escorado hacia el delirio, o el del republicanismo tradicional, que
por definición suele ser más aislacionista que el demócrata. Si cada uno de los
representantes de la Casa Blanca va a defender posturas contradictorias la
llevamos clara para saber realmente a qué atenernos. Por ello, y pese a las
buenas palabras, la sensación que deja Munich es amarga. Hay que seguir
esperando y actuando en función de las medidas que, día a día, vaya
desarrollando la administración Trump, y aplicar en todo momento la máxima bíblica
de “por sus hechos les conoceréis”. Todo esto, como señalaba al principio, no
hace sino introducir aún más confusión e incertidumbre si cabe en un escenario
internacional confuso, volátil y ausente de certezas. Y con muchos frentes
abiertos que reclaman soluciones a medio y largo plazo.
La actitud futura de Rusia, que
condiciona conflictos como el de Ucrania, las veleidades chinas y las tensiones
en sus mares colindantes con todos sus vecinos, los desafíos constantes de la
paranoica dictadura de Corea del Norte, el islamismo, en su frente de guerra en
Siria y sus células durmientes en occidente, el papel de Irán, el
ciberterrorismo y la difusión de bulos por internet, las acusaciones de
manipulación electoral y de espionaje entre naciones, las tensiones económicas
entre bloques…. Y todos los problemas globales que a ustedes se les puedan ocurrir.
La agenda internacional está repleta, y lo único seguro es que Washington,
hasta ahora una fuente de certidumbre, con la que se podía estar de acuerdo o
no, ya no es predecible. Muy complicado el tablero de juego de esta especie de
Risk global.
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