Afortunadamente, ya no es noticia
el descubrimiento de exoplanetas, mundos que orbitan en torno a estrellas que
no son nuestro Sol. Lo que hace unas décadas eran meras construcciones teóricas
se cuentan hoy por cientos, y se agrupan en catálogos que los clasifican por
tamaños, densidades, proximidades a su Sol, y otras muchas variables que hemos
sido capaces de estimar con la tecnología actual. El número de los conocidos no
deja de crecer, y esto es una magnífica noticia. Pero lograr una tacada de
siete en un mismo sistema estelar es algo que supera los sueños de muchos. Y
eso es lo que se dio a conocer ayer.
Trappist-1b es una enana roja, situada
a sólo cuarenta años luz de nosotros. Eso en distancias estelares no es nada.
Las enanas rojas son un tipo de estrellas, de las más abundantes que existen, y
responden a la parte final de su ciclo de vida. Son más pequeñas y frías que
nuestro Sol, más difíciles de detectar porque su brillo es tenue, y poseen una
atracción gravitatoria menor. Durante años se pensó que, en torno a ellas no
habría planetas. Cuando empezaron a descubrirse la teoría era que sería
imposible que albergasen agua, por el escaso poder calorífico de la estrella,
pero para solucionar este espinoso asunto llegó la gravedad en nuestro auxilio,
y es que lo que denominamos pomposamente como “zona de habitabilidad” o espacio
de órbitas en torno a una estrella que permitirían el agua líquida en la
superficie, depende mucho de las características de la estrella. Cuanto mayor sea,
más ancha será esa franja y más lejana se situará en torno a ella. Cuanto
menor, como en las enanas rojas, más estrecha será la franja y más cercana a la
estrella. Esto ha hecho que, en el caso de estas estrellas pequeñas, nos haya
sido mucho más sencillo encontrar los planetas alejados que los cercanos. En
Trappis-1 el sistema de siete planetas, descubierto por el método del tránsito
(subidas y bajadas que se detectan en la emisión de luz de la estrella que
llega a nosotros cuando “algo”, un plante, pasa delante suyo) se encuentra muy
arracimado, mucho más cerca unos de otros que lo que sucede en nuestro sistema
solar, por lo que para los “trappiestenses” la posibilidad de viajar entre sus
mundos es, incluso con la tecnología que ahora poseemos, mucho más sencillo y
barato que lo que resulta manda misiones a Marte o a los lejísimos Júpiter o
Saturno. Los siete planetas detectados parecen rocosos, de dimensiones
similares a nuestra Tierra, en un rango de tamaños que va desde el 80% al 120%
de nuestro mundo, más o menos, y tres de ellos se encontrarían en la zona de
habitabilidad de su estrella, tres. Para que nos hagamos a la idea, en nuestro
sistema solar Venus estaría, por poco, fuera de esa “zona” por estar demasiado
cerca del Sol, mientras que la Tierra está en su franja central y Marte, por
poco, se mantiene en el extremo de esa franja. Las órbitas que describen estos
planetas sobre su estrella son muy rápidas, por lo que los “años” se pueden
contar en días o semanas. Así mismo, la proximidad a la estrella hace que,
probablemente, sufran fuerzas de marea y eso haga que siempre muestren la misma
cara a su Sol, como le pasa a la Luna con la Tierra, por lo que las diferencias
de temperaturas entre un lado y otro de cada planeta pueden ser abismales. También
hay que recordar que las enanas rojas emiten mucha radiación y que, al estar
los planetas cerca de su estrella el efecto de las radiaciones sobre la
superficie debe ser muy intenso, salvo que alguno de los mundos disponga de atmósferas
que permitan disiparla. Todo esto es necesario para que no nos imaginemos, de
golpe, la existencia de los antes mencionados “trappiestenses”, pero eso es lo
de menos. La dimensión del descubrimiento es, en todo caso, enorme.
Ahora que sabemos que esos
planetas están ahí debemos hacer todos los esfuerzos del mundo para averiguar
lo más posible de ellos porque, la verdad, es que no sabemos nada de nada. El método
de tránsito nos pone en bandeja la posibilidad de estudiar sus atmósferas a
partir de la luz que, proveniente de su estrella, las atraviesa y llega aquí, y
eso es una vía para conseguir mucha y muy valiosa información. Lo más
importante de todo. Los sistemas planetarios están por todas partes, y las
opciones de encontrar mundos, como este o de cualquier otro tipo, empiezan a
ser infinitas. Como
siempre, les recomiendo que lean al genial Daniel Marín para saber muchísimo más
sobre estas apasionantes noticias.
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