jueves, febrero 16, 2017

Otra noche de disturbios en París

Cuando les hablaba ayer de seguridad en las calles ponía a EEUU como ejemplo de lo que no debemos ser, de cómo no gestionar nuestra sociedad. Sin embargo no hace falta irse tan lejos para encontrarnos con situaciones de tensión y violencia que nos preocupan. Desde hace un par de semanas se reproducen los incidentes en la periferia de París, que esta noche se han extendido a otras ciudades como Lyon, incidentes que enfrentan a la policía contra manifestantes de esas zonas, que llevan día tras día protestando tras la presunta violación de que fue objeto uno de los residentes, un joven negro llamado Theo. El parte hospitalario demostró desgarros anales y otras lesiones fruto de una agresión sexual con una porra de la policía.

Tras una noche de violencia, hace ya un par de semanas, el todavía presidente Hollande acudió al hospital en el que Theo se recuperaba de sus heridas, para mostrar su apoyo a la víctima y denunciar los abusos policiales. Al mismo tiempo, se inició una investigación interna en el cuerpo y se apartó del servicio a varios agentes, presuntamente implicados en estos hechos. Sin embargo, la mecha de la protesta prendió, y desde entonces no han cesado las manifestaciones y quemas de coches, contenedores y cualquier otro tipo de mobiliario urbano. De azuzar el fuego también se ha encargado Marine Le Pen, que parece disfrutar, como en esos alardes que se organizan en las noches de San Juan, de caminar sobre las brasas. Mientras Hollande estaba en el hospital con Theo, Le Pen no dejaba de afirmar en los medios que dudaba de la versión de la víctima, y dejaba entender que, aunque fuera cierto lo sucedido, tampoco le importaba. En medio de la tensión que se vivía tras la hospitalización de Theo, declaraciones de este tipo no ayudaban para nada a la hora de tranquilizar los ánimos, y los exaltados entre los protestantes han tenido excusas suficientes para seguir montando bronca. Lo cierto es que han pasado dos semanas desde estos hechos y la violencia no cesa en las noches de las “Banlieues” que es como se denomina a estos suburbios urbanos de las grandes ciudades, especialmente de París, zonas de alta densidad de población, carentes de muchos servicios básicos, urbanizadas a todo correr en su momento y, en gran parte, abandonadas. En ellas el porcentaje de inmigrantes residentes es muy elevado, y las estadísticas económicas revelan una situación de precariedad muy alta, con tasas de paro, pobreza, bajos estudios y delincuencia realmente disparadas. Son también un lugar propicio para que los islamistas capten seguidores y carne de cañón para sus atentados, dado que allí es mucho más fácil sembrar el mensaje de (falsa) redención yihadista y de odio a todo a unos jóvenes que, en no pocos casos, tienen muchos argumentos para odiar a todo lo que les rodea. En 2005 se produjo, creo recordar que tras otra desafortunada intervención policial, un estallido similar en uno de estos suburbios parisinos, que se saldó también con muchos días de disturbios, detenciones, agresiones, daños materiales y la sensación de que una herida, que llevaba años doliendo, empezaba a sangrar. Cuando la violencia se aplacó muchas voces reclamaron na actuación integral en estos barrios, para al menos tratarlos como al resto de la ciudad, para no discriminarlos, para, en la medida de lo posible, ayudar a que la integración y la estructura social no continuara deteriorándose. Varios años después, una crisis económica que ha dejado las arcas públicas temblando y una explosión de terrorismo yihadista que ha puesto a Francia al borde de la histeria, dudo que haya mejorado algo la situación de estas barriadas. Y nuevamente nos encontramos ante un estallido de violencia, que se agotará con el tiempo, pero que vuelve a advertirnos de que el problema, enquistado, no remite.


Y todo esto a tres meses de las elecciones presidenciales. No se cómo están tratando este problema ni los medios franceses ni los candidatos, pero me imagino que el discurso antiinmigrante y de mano dura de Le Pen tendrá en estas imágenes de violencia la mejor de las publicidades posibles, la foto y la escena perfecta de caos para enmarcar su respuesta feroz para devolver a su Francia soñada (en una pesadilla) la rectitud. ¿Influirán estos sucesos en el voto? ¿serán utilizados por los candidatos? A saber, aunque lo más probable es que, visto lo visto, poca cosa cambie en esas “banlieue” sea quien sea el próximo inquilino del Palacio del Eliseo, palacio sito en un barrio parisino de belleza y riqueza apabullante que está en la misma ciudad en la que, esta noche, arden contenedores repletos de ira.

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