Ayer, hablando con una compañera
de la oficina que empieza a plantearse el comprar una vivienda en Madrid, y
dejar el alquiler en el que reside ahora mismo con su marido e hijo, muy
cercano al trabajo, volvimos a caer en la cuenta todos los que hablábamos sobre
el tema de cómo están subiendo nuevamente los precios de alquileres y compra en
Madrid, tras años de desplome. Cierto es que la zona en la que está mi lugar de
trabajo es de las muy caras, y los pisos en este barrio además son de un tamaño
medio muy grande, pero el fenómeno de la subida de precios se está
generalizando en toda la ciudad. Si en su entorno se habla de ello y de la
posibilidad de lanzarse al mercado, ahí tiene el signo inequívoco de que las
cosas se están animando.
Varios son los indicadores de
precios que reafirman esta sensación, especialmente en lo que hace al alquiler,
que sube más que la propiedad. Sólo
en el pasado mes de enero el aumento en los precios de las rentas fue de un
1,84%, un dato que deja atrás al IPC interanual, del 3%, y a la bolsa, que empezó
enero con ganas pero que se está desfondando (ayer volvimos a pérdidas
anuales). Esto hace que el negocio del alquilar vivienda sea de lo más
lucrativo en un entorno en el que la demanda de alquileres no deja de crecer
tras el derrumbe inmobiliario y la mala prensa que posee la compra en ciertos
sectores de la población. Pero también la adquisición de pisos empieza a coger
vuelo. Las ofertas rompedoras de hipotecas a tipo fijo han convulsionado un
mercado acostumbrado al variable, que es de lo más rentable para el comprador con
el euríbor en negativo como nos encontramos ahora mismo, pero que siempre tiene
el riesgo de lo que pueda pasar en el futuro. Frente a ello, las hipotecas
fijas suponen una carga segura hoy, mañana y en el futuro, y pese a que salen más
caras inicialmente, aportan un valor de fiabilidad que ha convencido a muchos a
lanzarse a por ellas. Los carteles de “se vende” o “se alquila”, que hace pocos
años se pudrían en oscuras habitaciones de interior vuelven a asomarse en
balcones y alféizares, y si uno llama a esos teléfonos se dará cuenta de que no
es el único que lo ha hecho. Empiezan a verse grúas en el panorama de la
ciudad, tímidas, pero que destacan en medio de los eriales en los que se
convirtió el mundo de la construcción hace unos pocos años. ¿Se está cocinando
una burbuja o algo similar? Creo que es muy precipitado y exagerado usar esos términos.
Tenemos que tener en cuenta que venimos de años “extraños” en los que el
mercado inmobiliario se derrumbó de una manera tan estrepitosa y profunda como
dolorosa. Cualquier aumento que parta de esa inexistencia de compraventas que
se dio en los años dolorosos adquirirá unos porcentajes de crecimiento muy
elevados. Quizás hacia donde nos encaminamos es a la normalización del mercado,
sin los extremos disparados de la burbuja ni los páramos del desplome, pero una
normalización a medias, en todo caso. Tengan en cuenta que les estoy hablando
de Madrid. En Barcelona y otras zonas de interés el fenómeno de subidas de
precios también se da, pero en gran parte del país esta noticia no tiene
sentido alguno, porque el mercado sigue depresivo. Los
stocks de vivienda construida hasta el 2010 – 2011 se agotarán en breve en las
zonas “calientes” sí, pero perdurarán mucho tiempo en amplias extensiones de
España, que sí fueron afectadas por la burbuja (¿hubo algún punto del país
que se libró de la misma?) por lo que realmente nos encontramos ante un mercado
dual, de zonas que renacen frente a zonas que siguen deprimidas. Pero en todas
ellas se quiere, poco a poco, volver a una situación estable, en la que las
transacciones sean habituales, ágiles y la competencia entre propiedad y
alquiler, intensa, aplaque ambos mercados.
Además, en este 2017 entrarán en marcha varios “frenos”
que debieran moderar las ya citadas subidas de precios. Parte de los vientos de
cola que animaron mucho la economía española en 2016 cesan, en especial el
regalo de la bajada de los carburantes. Pero sobre todo, los continuos reveses
de la banca con las hipotecas (clausulas suelo, costes de escrituración, etc)
van a provocar una subida de los precios de las hipotecas, sobre todo vía
diferenciales y mayores tipos fijos, que frenará a algunos compradores. ¿Será
2017 un año de estabilización de precios? Quizás, aunque visto lo visto a ver
quién se arriesga a hacer predicciones sobre cualquier cosa.
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