Al
César lo que es del César, y lo demás para el PNV. Este podría ser un buen
resumen del acuerdo alcanzado entre el PP y los nacionalistas vascos para que
estos voten a favor del presupuestos presentado por Montoro en el Congreso hace
apenas unos días. Con la suma de Ciudadanos y Coalición Canaria, los votos de
las cuatro formaciones que apoyan las cuentas alcanzan los 175, la mitad de la
Cámara. En la tramitación de las enmiendas a la totalidad, que solicitan el
rechazo completo de las cuentas, señala el reglamento que si hay hasta tres
empates en la votación de las enmiendas, estas quedan desestimadas. Si nadie se
equivoca al votar, eso es lo que pasará.
Les decía yo a algunos jubilados
que conozco en Elorrio, cuando les veía tomar algo en el hotel, que fruto de la
negociación que ya estaba en marcha el PNV sacaría dinero suficiente para
forrar los batzokis (sedes sociales del partido y el consabido bar) de mármol,
y cambiar el aglomerado de las barras por nogal, lleno de nudos. Al final el
resultado ha sido aún más exitoso para los nacionalistas de lo que hubiera
imaginado. No sólo han conseguido dinero para que continúen las obras del tren
de alta velocidad, paradas desde hace tiempo por falta de fondos en lugares
como, sin ir más lejos, Elorrio, sino que también se ha alcanzado un acuerdo
global sobre el cupo, una de las figuras fiscales más extrañas y complejas que
existen en nuestro ordenamiento jurídico, y que muy muy resumidamente significa
el importe que pagan las haciendas forales vascas, encargadas de recaudar los
impuestos, a la Administración General del Estado por el coste de las
competencias no transferidas que son ejercidas por el gobierno central en el
territorio del País Vasco (puertos, aeropuertos, aduanas, prisiones, etc) y en
el servicio general de la nación (embajadas, ejército, misiones diplomáticas,
etc). El acuerdo implica una rebaja en las cuantías que se abonarán a la caja
común en los próximos años y un reintegro porque, del acuerdo, se llega a la
conclusión de que al gobierno vasco le salía a “devolver” en los últimos
ejercicios fiscales. Esa devolución, de 1.400 millones de euros, era una
aspiración que el PNV tenía desde hacía mucho tiempo, y que ni en sus mejores
sueños llegó a pensar que podría lograr, y menos tras la debacle financiera
generada por la crisis en todas las administraciones recaudadoras, tanto
forales como nacionales. El resultado de las elecciones de verano abría la
posibilidad a que los números, tan ajustados en el Congreso, le dieran al PNV
el peso preciso para ejercer un poder de negociación como no se veía desde los
años de las débiles mayorías del final de González y el principio de Aznar.
Conscientes de ello, y siendo como son expertos negociadores, el equipo
peneuvista ha desarrollado una estrategia muy fina y que ha culminado con un
enorme éxito por su parte, estrategia que empezó por no votar la investidura de
Rajoy, para ofrecer así una imagen distante, y siguió por una negación pública
de unas conversaciones que, evidentes, se estaban dando en privado. El apoyo que
el PP ofreció en la cámara de Vitoria a los presupuestos del PNV, un apoyo no
determinante para que salieran adelante, pero sí muy útil, era un gesto previo
de hasta qué punto estaban avanzadas esas negociaciones. Finalmente ayer, casi
con el sonido de la bocina sobre el reloj, llegó el acuerdo presupuestario, y
la tranquilidad para Rajoy, que se basa en la aprobación de estas cuentas y, si
no hay nuevo acuerdo en meses, la más que previsible prórroga de las mismas
para el año que viene, lo que ofrecería un panorama de dos años despejados de
elecciones, si no surgen sorpresas ni “Lezos” que enchironen a medio gobierno.
Una ventana de oportunidad para relajar el ambiente, asentar una economía
creciente, pero con debilidades, y unos partidos, especialmente PP y PSOE, que
necesitan sosiego y tiempo para rearmarse.
¿Cómo calificar el acuerdo? Eso depende
de la ideología de cada uno y de a qué partido se defienda en los escritos. Los
periodistas muy pro PP, que siempre han condenado estos pactos cuando los hacía
el PSOE, lo calificarán ahora como “ejercicio de responsabilidad”, “muestra de
visión de estado” y otras expresiones similares para taparse las narices y no
criticarlo como desearían. Los pro PSOE, pues más o menos lo contrario, y es
probable que enarbolen la bandera de la “cesión”, “componenda” e “insolidaridad”
porque no lo ha firmado su partido. A mi juicio, el acuerdo es genial para los
intereses del País Vasco, excelente para PNV y PP y malo para la economía
española, como lo son todos aquellos que detraen recursos de todos para dárselos
a uno sólo. Pero cierto es que aporta estabilidad, necesaria. Y que era
inevitable si no queremos nuevas elecciones. Escojan ustedes, pero no se dejen
llevar por las siglas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario