miércoles, mayo 17, 2017

El Wanna Cry y la guerra electrónica

Si recuerdan, hace ya algunos meses, también en viernes por si quieren pensar en coincidencias, se produjo un ataque informático que tiro los servidores de las principales redes sociales del mundo. Facebook, Twitter y otras tantas marcas en las que pasamos y perdemos demasiado tiempo de nuestras vidas, dejaron de prestar servicio por un ataque planificado, que usaba dispositivos del internet de las cosas, carentes muchos de ellos de protección, para lanzar peticiones de servicio infinitas y colapsar los servidores de destino, en un formato de ataque de diseño bastante clásico. No recuerdo si se llegó a saber quiénes fueron los autores de aquello ni el objeto que se buscaba, pero fue un hecho sonado, y preocupante.

El viernes pasado se produjo otro ataque masivo y global, pero de características más complejas y peores intenciones. En este caso se trataba de infectar los ordenadores con un software malicioso que encripta la información que en ellos se contiene, impidiendo el acceso a la misma, y solicitando un rescate económico a cambio de las claves que permiten la desencriptación. Es un acto de chantaje puro y duro, enmascarado bajo nuevas tecnologías, pero que responde al clásico “la bolsa o la vida” dado que para particulares y empresas actualmente la vida son sus datos. El procedimiento de ataque también fue más perverso y malicioso que en ocasiones anteriores, ya que se dirigió principalmente contra grandes empresas y consorcios públicos, que mantienen conexiones con miles, millones de usuarios, y permiten que la propagación del virus que atenta contra la información sea lo más rápida, efectiva y sonada posible. En España fue Telefónica la empresa en la que se cebó el ataque, pero en reino Unido resultaron ser sus hospitales y resto de la red sanitaria los más afectados. A medida que el viernes avanzaba sus horas el contagio era más global, y los daños económicos crecientes. Quien quiera que hubiera planificado el ataque parecía que no se iba a forrar en exceso con los bitcoins recaudados a cambio de recuperar la información bloqueada, pero sí había logrado extender por medio mundo el miedo al ataque, y la sensación de vulnerabilidad más absoluta. Poco a poco este episodio dejaba de pertenecer al puo mundo hacker para adentrarse claramente en el de la extorsión, la delincuencia y la política. Vista la envergadura del ataque, y sus consecuencias globales, una de las preguntas que ya estaba en boca de todos el viernes por la noche era si los autores de semejante hecho habían contado con el soporte de un estado, o al menos una agencia de inteligencia nacional. Las primeras miradas se dirigieron a los sospechosos habituales, Rusia y China, pero esa hipótesis perdía fuerza a medida que sistemas financieros y de servicios públicos de estas naciones caían víctimas de la infección. El descubrimiento por parte de un joven informático de una vía para impedir la propagación del virus, junto a la constatación de que la puerta de entrada de este ataque era un agujero de seguridad de Windows conocido desde hace meses, y que Wikileaks había revelado como una de las puertas que usaba la NSA para entrar a espiar los ordenadores de medio mundo otorgó a todo el episodio las características de una buena serie de distopías cibernéticas, dejando a los guionistas de ficción en pañales ante lo que los informativos iban contando. A lo largo del fin de semana muchas voces empezaron a apuntar a Corea del Norte como el país que pudiera estar detrás de todo este tinglado, pero como es obvio en este caso nada han confirmado ni desmentido las autoridades de ese oscuro régimen. Se limitaron a hacer una prueba balística la noche del sábado para meter miedo y no han dicho ni palabra del asalto informático.


Hay que reconocer que los atacantes tienen un cierto grado de humor, sádico si quieren, dado que han llamado a su virus maligno “Wanna cry” que en inglés quiere decir “quiero llorar”, sentimiento que sin duda embargará a quienes vean su ordenador, y su contenido, tomado al asalto por estos piratas y duden sobre si podrán recuperar sus contenido. Si leen esto es que su ordenador les funciona y sirve como prueba de que lo mismo sucede con mi equipo del trabajo, por lo que tenemos la oportunidad de, hoy mejor que mañana, actualizar la copia de seguridad de los archivos y así minimizar riesgos y preocupaciones. Habrá más ataques como este, porque me da que la red ya es otro campo de batalla más, junto a la tierra, el mar y el aire. Y será muy difícil saber de dónde provienen estos ataques. Y también defenderse.

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