miércoles, octubre 25, 2017

Xi Jinping y Donald Trump

Ya les comentaba el otro día las intenciones del actual líder chino, Xi Jinping, de hacerse con todo el poder en el congreso del PCC, el partido comunista chino, y la realidad ha cumplido los pronósticos. Ha conseguido colocar a afines en numerosos cargos de la nomenclatura comunista y su figura se ha ensalzado a las alturas de líderes históricos del movimiento, a la altura del propio Mao, el gran asesino de masas que llevó al partido al poder. El llamado “pensamiento Xi” se convierte en una corriente oficial de estudio en las escuelas del país, dadas a adoctrinar tanto como a enseñar, y el gobernante va camino de ser emperador.

En el título del artículo incluyo a Trump, y es que la situación de ambas potencias es paradójica y, en apariencia, inversa. Xi es un líder fuerte y con impulso de una nación creciente con una economía desatada y ambiciones de liderazgo global. Trump es un líder débil de una nación enorme, líder mundial en numerosos ámbitos, antaño hiperpotencia, que camina hacia el coliderato con China en materias como PIB e influencia y siente en los huesos un cierto hálito de decadencia. Si, a corto plazo, Xi parece lo mejor que uno pudiera imaginar para fortalecer el poder de China, Trump es justo lo contrario, la figura que desearían los enemigos de EEUU para desgastar su poder. Cada paso, decisión, tuit, frase que pronuncia el actual inquilino de la Casa Blanca socaba la autoridad moral de la institución, aumenta la división en el seno del país, enfanga la imagen de EEUU en el mundo y le resta protagonismo. Trump parece el típico emperador romano encumbrado en la cúspide del poder que se dedica a dilapidar el esfuerzo de los que le precedieron y asoma al imperio a una debacle, mientras que Xi aparenta ser el general romano que, lleno de poder, asciende a la colina del Capitolio para tomar las riendas de lo que cree suyo y llevarlo aún más lejos. Esta visión es extremadamente simplista, lo se, pero refleja la percepción global de que, tras la caída de la URSS y los años de hiperpotencia de EEUU como árbitro mundial, volvemos a un mundo de dos superpotencias, dos grandes actores que se disputan el liderazgo global, EEUU y China en este caso, en un escenario si cabe mucho más complicado que el que se vivió en el siglo XX durante el primer caso de superpotencias. Hoy en día el poder está mucho más repartido, para bien y para mal, hay potencias de tamaño medio, como Rusia, Irán, Arabia Saudí o India, que en principio son aliados de alguna de las grandes, pero que en la práctica juegan a juegos privados, de geoestrategia regional, que pueden llegar a tener influencia global. De los cincuenta a los ochenta del pasado siglo cada conflicto o guerra regional, que las hubo a montones, se podía explicar por qué bando era el apoyado por EEUU y cual por la URSS. La inmensa mayoría de aquellos conflictos eran guerras de parte, batallas en las que los dos grandes movían unos peones que se disputaban la victoria en un tercer país, remoto y pobre, para mayor desgracia de los pobres ciudadanos de ese país. Hoy en día el juego ha cambiado. De momento EEUU y China sólo se enfrentan en cuestiones económicas y comerciales, disputándose la preminencia global en las cifras macro, en los volúmenes de intercambio con terceros, en inversiones en otros países, etc. Y en este ámbito las empresas norteamericanas, líderes globales de su sector, siguen marcando la pauta dominante, frente a un gobierno chino que sigue comprando recursos en el llamado tercer mundo (África y Latinoamérica) para abastecer a su población.


Los conflictos económicos, muy ruidosos en la prensa, se ven como algo liviano a nivel de calle, son “guerras” llenas de comillas, pero reflejan muchas cosas, entre ellas que los roces de las esferas de influencia de las dos grandes naciones son cada vez mayores, a medida que sus esferas se hinchan. Tradicionalmente estos roces han acabado en conflictos militares, localizados como antes hemos visto, y no es descartable que en el futuro acabe sucediendo algo así. Las aguas del mar de sur de China y Corea son algunos de los escenarios más probables en caso de ese posible conflicto bélico, dado el expansionismo chino y el temor creciente de sus vecinos. Lo que si parece claro es que EEUU ya no va a estar sólo al mando del mundo, quiera ejercer ese papel o no.

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