Este
viernes comienza otro puente en Madrid, en un mes de mayo que en la capital
está plagado de festividades. El martes 15 es San Isidro, patrón del municipio,
y festivo en la ciudad y, por simpatía logística, en otras localidades de la
corona metropolitana. No me cojo días festivos, por lo que el lunes vendré a
trabajar (y escribiré) pero habrá muchos que salgan a disfrutar de cuatro días
de ocio, con buen tiempo por delante, aunque con temperaturas a la baja para el
fin de semana, y al alza a partir del martes. Coches sin fin llenarás
carreteras y caminos y consumirán gasolina como nunca, y al llegar al surtidor
muchos se van a encontrar con la desagradable sorpresa de que los precios del
combustible están subiendo sin freno.
La
Super 95 llega en algunas estaciones a 1,4 euros el litro, máximos desde 2015.
¿Por qué? Dos hechos combinados generan este efecto. Por un lado, la caída del
valor del euro frente al dólar, de la que hablaba hace unos días. Ha pasado en
semanas de cotizar en el entorno de 1,25 dólares por euro a llegar a los 1,18
dólares por euro, lo que es una caída en la cotización ligeramente superior al
5%. Como el petróleo se vende en dólares, por ahí tienen una fuente de subida.
La otra, la más importante y, seguramente, estable, es el ascenso de la
cotización del barril de petróleo. El Brent, que es la marca con la cotiza el
petróleo en Europa (para EEUU se utiliza el WTI, que posee su propio mercado)
se situaba ayer en los 77 dólares por barril. En este
gráfico pueden ver cómo ha evolucionado en los últimos seis meses, y el aspecto
del mismo ofrece pocas dudas. En Navidad se encontraba poco por encima de
los sesenta dólares, y el inicio del año ya nos dejó una fuerte subida hasta
los 68, que se derrumbó en pocas semanas cunado los mercados financieros
vivieron las turbulencias de febrero. Llegó la tranquilidad a las bolsas y,
desde entonces, no ha hecho nada más que subir, desde esos 62 dólares que marcó
a finales de febrero hasta los 77 actuales, una subida del 24% que ya podían
haber experimentado los activos de la cartera suya y mía. Ante una subida de
este tipo es imposible que los precios de los combustibles no reaccionen, y lo
han hecho con ganas. Recuerdo vagamente, porque uso muy poco el coche, haber
repostado a principios de año en la gasolinera barata de Elorrio la Super 95 a
poco más de un euro el litro, y hace un mes los carteles marcaban el 1,2 con
claridad, y sin duda hoy ese valor es más alto. La subida de la gasolina es un
impuesto directo que retrae renta de las familias, hogares y empresas y reduce
los recursos de gasto de todos ellos. Si cuando se derrumbó el precio del
barril hace unos años hablábamos de las grandes ventajas que ello suponía para
un país como el nuestro que importa todo su combustible, hoy podemos revertir
ese mismo discurso y cantar las penurias que para nuestra economía supone un
petróleo caro. De hecho este ha sido uno de los llamados “vientos de cola” que
durante los últimos años ha soplado con fuerza desde el exterior, impulsando nuestra
economía, permitiéndonos alcanzar tasas de crecimiento superiores al 3% con una
inflación muy reducida. El encarecimiento del crudo es un freno a ese proceso
de crecimiento, restará décimas a la subida prevista del PIB e introducirá
inflación vía costes en la cadena productiva y en los bienes de consumo. Sus
efectos pueden ser más intensos cuanto mayor sea la subida y más tiempo se mantenga.
En el lado positivo, la rentabilidad de los vehículos eléctricos o híbridos
crece a medida que su competencia contaminante se encarece, y los atascos se
pueden reducir algo si la gente, ante precios altos, opta por conducir menos y
dejar el coche quieto el fin de semana. Pero claro, eso el que tenga opciones
para ello, en su vida laboral y personal.
¿Y
por qué sube el barril? Ahora mismo hay causas económicas y geopolíticas que
presionan los precios al alza. Las economías siguen creciendo y alargando el
ciclo expansivo, con unos EEUU y China que no aflojan, y una Europa que, con
datos confusos, también crece. Las tensiones en oriente medio no ayudan a
tranquilizar un mercado que actúa, también, como un indicador global del miedo,
y las previsibles sanciones que EEUU imponga a Irán restarán barriles persas en
el mercado y tensionarán los precios. El fracking, que a estos precios es muy
muy rentable, quizás sea el causante de que el techo del barril esté cerca,
pero de momento tenemos a la coyuntura de frente, y pinta cara. Si se va de
puente, conduzca con cuidado y, también con mucha suavidad, ahorre al volante y
destine sus euros a lo que realmente le valga la pena.
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