Con
Trump no funciona la seducción. Me temo que lo único que le va es el impulso y
el sexo duro. Hace unos días comentaba cómo Macron había desplegado todas las
habilidades francesas, que en este campo son inmensas, para atraerse a Trump a
su terreno y lograr concesiones, bien económicas o geoestratégicas, y el
mantenimiento de EEUU en el pacto nuclear iraní era uno de los objetivos que
buscaba el presidente francés. Posteriores vistas a la Casa Blanca de Merkel y
Boris Johnson, ministro de asuntos exteriores del Reino Unido, trataban de
lograr lo mismo. Todos han fracasado. Trump dio la razón a la presentación de
powerpoint de Netanyahu de la semana pasada y ayer,
en un discurso muy duro, anunció la ruptura del acuerdo.
El
acuerdo con Irán, suscrito en 2015, levantaba las sanciones económicas que
acorralaban al régimen de los Ayatolas a cambio de la renuncia a su programa de
enriquecimiento de uranio, que ellos vendían para uso civil, y que ninguno
dudaba que era para otros fines muy distintos. Fue firmado por los países más
relevantes del mundo, encabezados por EEUU, China y Rusia, sabedores de que una
escalada nuclear en oriente medio es la receta perfecta para el desastre
global. En la zona sólo Israel posee el arma atómica, y el enfrentamiento
constante entre Irán e Israel hace que la idea de que los dos estén dotados de
semejante armamento sea demasiado loca. Así mismo, la disputa eterna entre el
chií Irán y la suní Arabia Saudí implica que si uno se hace con la bomba el
otro la conseguirá, y entonces…. El acuerdo buscaba, sobre todo, ganar tiempo,
retrasar en lo posible una carrera armamentística que, quizás, sea inevitable,
en la esperanza de que la estabilidad regional y la prosperidad económica fruto
de la inexistencia de sanciones aportasen crecimiento y estabilidad a la
sociedad iraní y con ello una esperanza de mejor futuro. Los pocos años
transcurridos desde la firma del pacto han alumbrado un nuevo mundo, aunque
quizás no el esperado por muchos. Irán es, con la ayuda de Rusia, el gran
ganador de la guerra regional de Siria, sus milicias de Hezbolá controlan el
Líbano y los resortes del poder en Damasco, Irak es, en la práctica, un aliado
tan estrecho como acorralado, y la fuerza militar de DAESH está casi liquidada.
Tres años después Irán es mucho más fuerte de lo que era, y los vecinos suníes
e Israel están cada vez más alarmados. Sus voces, sin duda, han presionado
mucho a Trump para que rompa el acuerdo y mande una señal de dureza al régimen
de Teherán, para tratar de contenerlo. ¿Es la estrategia adecuada? Creo que no.
Esta decisión puede tener muchas implicaciones, casi todas malas, tanto para la
imagen de EEUU en el mundo como para la estabilidad de la zona, pero lo que
supone, desde luego, es un argumento para los más duros del régimen de Teherán,
que siguen tratando de hacerse con el control del país frente a los moderados.
La rúbrica de Trump de ayer es una traición a esos moderados, que lograron con
el acuerdo mostrar a su país que era posible una vía de entendimiento con
occidente que les permitiera alcanzar la prosperidad que demanda la población
iraní, tremendamente joven y con un bajo nivel de vida. Ahora los radicales
pueden decir en alto que occidente no es de fiar, que traiciona a Irán, que
ofrece algo pero que, a las primeras de cambio, lo retira, que no es alguien en
quien se pueda confiar. Es darles un argumento de peso. De hecho es deprimente
que haya sido precisamente EEUU, el forjador del pacto, el que se haya retirado
del mismo, cuando muchos suponíamos que, de romperse, lo haría por el díscolo
extremo iraní. Pero claro, no contábamos con Trump….
De entre las miles de
piezas que se ven afectadas por la decisión de ayer, algunas bailan en la península
coreana. A pocas semanas del encuentro entre Trump y King Jon Un, ¿cuál es el
mensaje que lanzó ayer Washington? ¿Es fiable su firma en un acuerdo nuclear? ¿Sirve
lo de ayer para meter miedo al dictador norcoreano de cara a la negociación o
le muestra que ese procedimiento no es fiable? ¿Compensa renunciar a un arma,
que Corea del Norte ya tiene, cuando el país más poderoso del mundo cambia de
opinión como una veleta y no respeta los acuerdos internacionales que suscribe?
La decisión de ayer, a mi modesto entender, es un grave error, y no soy capaz
de imaginar cuántas consecuencias puede llegar a acarrear.
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