Junto
a los programas grandes, centrados muchas veces en la exploración humana del
espacio, que por su coste y necesidades de seguridad ofrecen frutos escasos y
muy contados, la NASA mantiene una línea de trabajo basada en sondas baratas,
pequeñas y de objetivos menos ambiciosos en lo trascendente pero bastante
prácticos en lo científico, y que otorgan relevancia y publicidad a la agencia.
Marte es uno de los destinos preferidos para estas sondas, aunque no sea el
único, y este pasado sábado, tras un retraso de dos años, despegó de la base
californiana de Vandemberg el cohete que llevará a la sonda InSight a la
superficie de Marte y nos permitirá conocer más sobre el interior del planeta.
InSight
no es un rover con ruedas, como Curiosity, el último de los que de momento
circulan sobre el planeta rojo, sino una sonda fija. Aterrizará mediante el uso
de aerofrenado, paracaídas y retrocohetes, y no se moverá de su sitio una vez
que se pose, esperemos que sin problemas, sobre la superficie marciana. El
objetivo fundamental de la sonda es estudiar lo que sucede bajo la superficie
marciana. Sabemos, dado que son muy presentes, que Marte ha tenido actividad
volcánica, aunque no presente ahora mismo síntomas de erupción alguna, y sospechamos,
aunque no es seguro, que carece de tectónica de placas como la que existe en la
tierra, que es la causante de los terremotos y de, importantísimo, la
renovación de la superficie del planeta. Para averiguar algo sobre estos temas,
y entre los muchos instrumentos que lleva la sonda, el más importante de todos
ellos será un sensor que va a penetrar unos cinco metros en la superficie del
planeta, algo que se intenta por primera vez con tal profundidad. Cinco metros
pueden parecer pocos, y lo son, pero debemos tener en cuenta que nuestras
prospecciones en la superficie marciana no han pasado de los pocos centímetros.
Una vez trepanado el agujero la sonda colocará allí algo parecido a un
sismógrafo que estará conectado al SEIS, que es el nombre que se le ha dado a
la estación principal de la sonda, que será la encargada de recoger los datos
que perciba el sismógrafo y analizarlos en detalle. Todo el instrumental es de
gran precisión y calibrarlo adecuadamente ha sido uno de los grandes dolores de
cabeza de esta misión y el causante del retraso antes mencionado de dos años en
el lanzamiento. Los datos de SESI también permitirán conocer, gracias a lo que
sabemos sobre cómo funcionan las ondas sísmicas, la estructura interna del
planeta, sus capas, cuántas son y qué características poseen, y la posible
dimensión y composición del núcleo. Hasta ahora hemos averiguado muchas cosas
de la atmósfera marciana, pero ahora empezaremos a saber algo sobre la geología
interna del planeta. Este trabajo es el reverso perfecto del que Curiosity está
realizando en su singladura de varios años para estudiar la geología
superficial de Marte. Este rover nos ha permitido detectar compuestos y
estructuras que nos hacen estar seguro de la pasada existencia de agua sobre la
superficie marciana, en épocas que se remontan a varios millones de años de antigüedad.
InSight nos va a ayuda ahora a cartografiar el interior del planeta, sabiendo
hasta qué punto es activo o lo fue en el pasado. Dado que es bastante más
pequeño y menos pesado que la Tierra, el proceso de enfriamiento de Marte ha
debido ser más intenso y es de esperar una menor actividad que la terrestre,
pero la sensibilidad de SEIS permitirá sacar información de los más mínimos
temblores que se den en el planeta rojo. Una sonda como esa se volvería loca en
nuestro planeta, donde la actividad sísmica es intensa, pero en el somnoliento
Marte es perfecta.
El
proyecto InSight ha costado 813 millones de dólares, unos 677 millones de euros
al cambio actual, de los que una quinta parte corresponden al lanzamiento. Para
que se han una idea, un kilómetro de AVE sale a algo más de 20 millones de
euros, superando los 30 en zonas agrestes como Galicia o el País Vasco, y el
rescate de las radiales quebradas costará algunos miles de millones de euros.
Por lo tanto, me parece una sonda más que barata, sin olvidar desde luego el
efecto de arrastre a la I+D+i que haya generado en laboratorios e instalaciones
industriales, no sólo norteamericanas, que han participado en su desarrollo y
fabricación. Como siempre, todo
lo que quieran saber de la sonda y la misión se lo cuenta Daniel Marín en su
blog de una manera exhaustiva y profesional digna de todo elogio. El 26 de
noviembre, si todo va bien, amartizaremos.
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