martes, mayo 22, 2018

Italia en manos populistas


Finalmente no ha habido sorpresas y Giuseppe Conte, el desconocido profesor universitario que sonaba en los rumores, ha sido el propuesto como primer ministro en Italia por parte de los dos partidos que han firmado el acuerdo de gobierno, La Liga y el Movimiento Cinco Estrellas. Carente de experiencia policía y perfil conocido, Conte asume el papel de ser la cara que se ponga a la ejecución del “contrato de gobierno” como así se le ha llamado. Se busca que su papel sea gris, silencioso, callado, y que no reste protagonismo a Salvini y Di Maio, los líderes de las dos formaciones de gobierno, que serán ministros en el gabinete y dirigirán, de verdad, el país.

A punto ha estado Italia de repetir elecciones a la española, pero finalmente un acuerdo contranatura lo ha impedido. La Liga es un partido que ahora posee mayor implantación nacional pero que, sobre todo, obtiene sus votos en el norte rico del país, de donde procede y antaño contaba con el apellido “Norte” en el nombre de su formación. Nacionalista, identitario, con toques xenófobos respecto al resto del país, y muy de derechas, su programa no escandalizaría mucho al actual presidente de la Generalitat Quim Torra y a locuelos similares. Su líder actual, Mateo Salvini, ha renovado el partido tras la degeneración que le impuso su fundador, Umberto Bossi, se alió con un Berlusconi en horas bajas y ha sabido capitalizar gran parte de sus votos. El Movimiento Cinco Estrellas surgió de la indignación de la crisis, liderado por el cómico Beppe Grillo. De gestación parecida y evolución distinta, se puede asimilar bastante a Podemos. Tiene implantación sobre todo en el sur del país y recoge muchísimo voto frustrado con el sistema político italiano y con las consecuencias de una crisis que allí ha sido de una enorme intensidad. Su programa es abierto, inclusivo, derrochador y se puede calificar de izquierdas, si de algo sirven estos calificativos. Visto así, ¿Tiene sentido la alianza de gobierno que han formado estos dos extremos? Está por ver. Coinciden en algunos aspectos no pequeños. Su demonización de todo lo que no son ellos y el pasado, su adanismo y el deseo de intervención gubernamental. En el contrato de gobierno se juntan medidas como la expulsión masiva de inmigrantes con la reducción de algunos impuestos y el deseo de impagar parte de la deuda, en un batiburrillo de ideas que suena a populismo del clásico. El borrador del acuerdo que se filtró hace unos días era más duro, y hablaba abiertamente de la posibilidad de salirse del euro y de saltarse las medidas que vinieran impuestas por la Comisión o recomendadas por el BCE u otras autoridades económicas internacionales. Una bomba de documento que causó alarma en media Europa y miedo en la otra media. Desde entonces la bolsa italiana no deja de caer, algunos días suavemente, otros más de un punto porcentual, y las variables que miden el estado de la gigantesca deuda pública del país, en torno al 180% del PIB, no dejan de señalar peligro. La prima de riesgo ya se sitúa por encima de los 180 puntos básicos y esa cifra prácticamente duplica a la que marca la deuda española. De todos es sabido que la banca italiana posee aún graves problemas internos, que no han aflorado estos años en medio de la opacidad con la que se gestiona, y el PIB de aquel país no acaba de remontar en estos años de recuperación, tras la caída de la crisis, que todos vivimos, y la ausencia del largo periodo de crecimiento, que en España sirvió de alimento de la burbuja, pero que en el país hermano ni si quiera se vivió como un momento expansivo. La competitividad italiana ha estado siempre muy ligada a la devaluación de la lira y, desde la entrada del euro, es incapaz de posicionarse de manera sólida en los mercados internacionales, cosa que sí han conseguido las empresas y economía española.

Por todo ello, resulta fundamental ver cuáles serán las primeras medidas que adopte este ignoto gobierno, cuáles serán sus declaraciones, tono y destino, y ver si tras unas primeras semanas o meses de marasmo, el panorama se aclara o, al contrario, al estilo Trump, las mañas sensaciones se convierten en aciagas realidades. Es muy pronto para poder evaluar nada pero, potencialmente, Italia ya es un nuevo problema con el que la UE debe lidiar. Y con un panorama económico internacional que se tensa, vía precios del petróleo, aumento de tipos de interés y marasmo monetario emergente, las ventanas de oportunidad europeas empiezan a estrecharse.

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