Nos
fijamos en la cara más aparatosa de la corrupción, la que se traduce en cifras
millonarias, en enriquecimiento súbito de personas o grupos y en la
ostentación. Pero eso pasa, y al final el dinero que llega tan rápido suele
irse aún más velozmente. No nos damos cuenta del destrozo enorme, duradero y
muy difícil de reparar, que la corrupción genera en las instituciones en las
que se asienta. Prestigio, trayectoria, respetabilidad, credibilidad… valores
intangibles, en muchos casos difíciles de definir, que se consiguen tras años
de trayectoria, pueden ser demolidos en horas ante una corruptela. Y
reconstruirlos es tarea de titanes.
La
academia sueca que entrega el Nobel de literatura se enfrenta ahora mismo a uno
de estos inmensos retos y, como es lógico, no está nada claro ni cómo ni cuándo
podrá superarlo, dando por sentado que lo hará. Corrupciones cruzadas de tipo
sexual y económico se han juntado en la figura de uno de sus académicos, el dramaturgo
francés Jean Claude Arnault, y la cadena de renuncias que ha provocado este
escándalo ha hecho que la
academia carezca del quórum que dictan los estatutos para poder otorgar el
premio. A medida que la noticia del escándalo iba a más, y con ella el goteo
de dimisiones, el miedo a que no se pudiera otorgar el premio pasó de ser una
posibilidad ficticia a un temor real, que se vio confirmado por los hechos a
principios de este mes de mayo. No es la primera vez que el premio no se
otorga, dado que eso ya sucedió en años pasados, pero todas esas suspensiones
fueron debidas a las guerras mundiales que asolaron Europa. Es la primera vez
que un asunto interno, un problema en la academia, obliga a tomar una decisión
de este tipo. Por ello, la situación es realmente grave. Si uno repasa la lista
de galardonados con el premio podrá comprobar que hay ganadores totalmente
olvidados por el paso del tiempo y ausencias notables que son pura injusticia,
pero eso es normal desde el momento en el que uno escoge a un único ganador
entre los vivos posibles. Internacionalmente nadie duda de la respetabilidad y
prestigio del premio, y aunque algunas decisiones hayan sido contestadas (la
concesión a Bob Dylan de hace un par de años sin ir más lejos) nadie ha puesto
en duda la seriedad y rigor de la academia sueca sobre el tema. ¿Ahora seguirá
siendo esto así? Tras saber que algunos académicos hacían negocio filtrando el
nombre del ganador, otro se dedicaba a poner sus manos en cuerpos femeninos que
le eran ajenos y se encumbraban carreras de poetisas debido a que estaban
casadas con quien tenía el poder para criticarlas con cariño, ¿qué imagen ofrecerá
la concesión de un premio como este por parte de una institución como está? Premio
e institución van de la mano, y se refuerzan mutuamente. Y a la vez, el daño en
uno perjudica al otro y viceversa. La necesaria reconstrucción de la academia, desde
unas nuevas bases normativas y una obligada transparencia, puede afectar a los
criterios de elección y hacer que el Nobel no sea lo que hasta ahora ha sido,
empezando por el hecho de que las críticas a las posibles elecciones serán
mucho más fieras a partir de ahora, dada la pérdida del misterio, casi en el
sentido religioso, que ha sufrido el organismo que los concede. La decisión de
otorgar premio doble el año que viene para compensar la ausencia de galardón en
2018 ya provoca una devaluación del mismo, dado que el año que viene los
autores galardonados sentirán, con razón, que comparten premio, que son los una
especie de “dos por uno” en versión muy elegante, sí, pero con la misma filosofía
de oferta o descuento de supermercado. Es enorme el reto que tiene la academia
sueca delante. Y más le vale, nos vale, que lo supere con éxito.
Un
pequeño apunte sobre la corrupción global. En España estamos, y con razón,
indignados por los casos corruptos que conocemos cada día, que se superan en
extensión y originalidad a ojos de todos nosotros. Y hete aquí que los suecos,
tan serios, formales, nórdicos y respetables, dinamitan una de las más
respetadas instituciones del mundo en medio de abusos sexuales y corruptelas financieras.
¿Nos sirve esto de consuelo? No, ni mucho menos, pero si nos muestra que la
corrupción no entiende de fronteras, idiomas, culturas o ideologías. Existe allá
donde haya poder, influencia y capacidad de corromper, y la ética sea una
fuerza inferior frente a la tentación. Haya donde haya humanos. Nunca dejaremos
de perseguirla y denunciarla, pero tampoco de sufrirla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario