Alguien
dijo, no recuerdo quién, que un periódico no es más que la diaria crónica de la
lucha por el poder, y en jornadas como estas esa definición adquiere todo su
sentido. Ahora mismo el poder en España, como ese anillo que pega la barandilla
en la película “Match Point” de Woody Allen, se encuentra suspendido en el aire
sin que se sepa de qué lado puede caer y sin que seamos capaces de calibrar las
enormes consecuencias que tendría cualquiera de los dos escenarios posibles.
Consultar en un día como hoy los medios supone empacharse de rumores y no tener
nada claro, salvo el mismo hecho de la incertidumbre general, y la colección de
teorías y escenarios, todos ellos posibles, que empezarán a desvelarse hoy.
El
PNV pasa por todos esos escenarios y, como estrella de la función, sabedor de
su importancia y de que todos los focos se fijan en él, se encuentra algo
nervioso y excitado pero, sobre todo, orgulloso. Pocas veces cinco diputados
han significado tanto como los suyos a lo largo de esta legislatura, y pocos
les han sacado el rendimiento político y económico que el PNV ha logrado con
ellos. Deshoja a estas horas la margarita el politburó de Sabin Etxea, con
vistas a los jardines de Albia y al café Iruña, en pleno centro de Bilbao, a
sabiendas de que lo que escoja será valorada y criticado por todos, y con la
esperanza de, sea cual sea su elección, mantener atados y bien anudados los
compromisos, léase partidas de gasto, logradas en la negociación presupuestaria
que culminó con éxito hace apenas una semana. De esa decisión, que se anuncia
condicionada a lo que proponga el candidato Sánchez esta mañana, están
pendientes todos, y sobre todo el citado Sánchez y en omnipresente Rajoy que,
por primera vez, quizás, ve realmente en peligro su presidencia y su futuro
político. Una decisión del PNV a favor de la moción desbancaría a Rajoy de la
Moncloa y le quitaría de todo el poder del que ahora dispone. Le convertiría en
el líder de un partido en crisis, y sin posibilidad alguna de otorgar cargos,
prebendas y compensaciones a los suyos, o a los que así se dicen. La posición
de Sánchez, aunque pudiera parecer que es la inversa, no es esa. Sabe el
candidato socialista que une una amalgama de votos que sólo tienen en común el
rechazo al PP, pero que a partir de mañana, si la moción sale adelante, sus
posibilidades de gobierno efectivo son muy escasas. En manos de Podemos y su
ambicioso líder supremo y de los nacionalistas, poco, casi nada, sería capaz de
hacer Sánchez salvo algunas derogaciones de normas que también suscitan amplio
rechazo en la cámara, como la llamada ley mordaza o la renovación del estatuto
de RTVE, por ejemplo. Su posición sería de gran debilidad y, quizás, un breve
interludio de apenas unos meses hasta la convocatoria de unas elecciones.
Ciudadanos observa todo esto desde una cierta incomodidad. Ansía las
elecciones, aupado por la ola demoscópica que parece llevarle a la victoria,
pero teme una unión de izquierdas y nacionalistas que le desbarate los planes y
le haga parecer demasiado cercano a un PP que, de perder el poder, podría
implosionar desde dentro, porque ya se sabe que nada une más que el poder, y su
ausencia lo disgrega todo. Y en esta ecuación no podemos obviar dos factores
muy importantes que lo complican todo aún más. Uno es Cataluña, donde la actual
posición del PSOE ha sido clara pero que está por ver si los votos a favor de
los independentistas cuentan con compromisos de los socialistas en al algunos
puntos sensibles (y lo que opinaría parte del PSOE al respecto si así fuera) y el
otro es la inestabilidad económica, ahora mismo mucho más centrada en Italia,
pero que también nos golpea y hace daño, y que puede agravarse de caer el
gobierno y entrar en un escenario de descontrol.
Nunca
en España ha triunfado una moción de censura, y esta es la primera que, a
priori, tiene posibilidades reales de salir, si es que en el camino de estos
dos días no se producen sucesos como la dimisión de Rajoy antes de una derrota,
lo que la evitaría. Especulaciones máximas, información mínima, rumores por
doquier, muchas sombras y toda la expectación del mundo. Vienen dos días de
infarto político que, sea cual sea el resultado final, marcarán un hito en la
crónica del parlamentarismo español. Hagan sus apuestas y este fin de semana con
los amigos y el lunes que viene, en las cafeterías del trabajo, cóbrenselas o páguenlas.
Se admiten todos los escenarios posibles. No me quedo con ninguno.
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