lunes, mayo 14, 2018

Quim, o Kim, presidirá la Generalitat


La CUP esperó hasta ayer para recontar el televoto eurovisivo y decidir, sin la emoción de ocasiones anteriores, abstenerse en la segunda votación de investidura que se celebra hoy. No hubo fantásticos empates a guarismos imposibles, ni exaltadas intervenciones, no. Se le da un voto de confianza al candidato a President y se le pone el dedo encima para advertirle que sobre el caerá una fiscalización política intensa para que no se desvíe ni un solo milímetro del rumbo republicando independentista que les ha prometido a los “cuperos”. Este grupo, que tan de izquierda se proclama, nada ha dicho de apoyar a un candidato de la banda del 3%. Se ve que robar, si se hace con la excusa de la patria soñada, es menos delito.

Quim Torra, con esas abstenciones, será hoy elegido Presidente, tras casi cinco meses de las elecciones, y  apenas a una semana del final del plazo para poder constituir gobierno antes de que sean convocadas automáticamente nuevos comicios. Torra va a dar la turra, y mucho. Se que es un chiste fácil, pero no puedo evitar alguna nota de humor en medio de la amargura que supone toda esta historia. En su discurso de investidura no mostró sorpresa alguna. Leyó un texto, de manera suave y sosegada, en el que el Puigdemontismo se ve plenamente representado. La fidelidad a las esencias de la falsa república instituida por el delirio independentista exhalaba por todos los poros de su piel, y la voluntad de seguir adelante en ese proceso hacia la nada era la única hoja de ruta posible que se podía establecer de sus palabras. Hizo llamamientos al dialogo, ese diálogo falso que imploran los totalitaristas, que consiste en sentarse con ellos para alabar sus posturas y actuar como claque entregada. Dentro del delirio de su discurso, Torra llegó a cotas aún más desquiciantes de las ya alcanzadas por el prófugo “Puchi” afirmando que Cataluña vive una crisis humanitaria, encarnada en los presos políticos y la sociedad amordazada. Vergüenza absoluta el que alguien, quien quiera que sea, pronuncie palabras semejantes en la rica y privilegiada sociedad occidental, y más si se elevan desde una tribuna política de un parlamento, institución que no existe en sociedades como las que describía Torra, no desde su ignorancia, sino desde la más vergonzosa y nauseabunda mala fe. Antonio Pampliega, periodista, víctima de la sinrazón de DAESH y conocedor de lo que es una sociedad que padece una crisis humanitaria, ha dicho basta, y le ha puesto los puntos sobre las íes al falso Gandhi que enarboló el discurso de la opresión desde el atril del privilegio. Pero, ¿Acaso nos puede sorprender a estas alturas que el nacionalismo tergiverse realidades, que manipule conciencias y use para sí las desgracias de los demás? El victimismo del privilegiado es una de las principales señas de todo nacionalismo, y el “por su falso dolor les conoceréis” bien pudiera ser una de las formas más obvias para reconocerlos a todos. En la época en la que ETA las víctimas eran los familiares de los presos. Cuando se otorgaban sentencias de muerte en forma de asesinatos mafiosos, era el pueblo vasco nacionalista el oprimido. A escala, es lo mismo que estamos viendo estos días. Cuadrillas de matones, exaltados, miles de personas de buena voluntad, millones de votantes, defienden las ideas de un grupo de iluminados que han encontrado en la mentira, la manipulación y el odio la forma más rentable y segura de esconder su nulidad, que han logrado exaltar a unas masas vendiéndoles un discurso sectario, manipulado, en el que los buenos son ellos y los malos todos los demás, en el que la arcadia de la patria catalana, una, grande y libre, será la salvación frente a la degenerada e inferior vida que les proporciona España, o la UE, o cualquier otro lugar del planeta que no sea su Edén. La misma mentira que a lo largo del siglo XIX y XX ensangrentó Europa, sembrada y recolectada hoy, en 2018.

Torra es un supremacista catalán, un reconocido racista y xenófobo que cree en la existencia de razas, de sociedades superiores e inferiores, que obviamente está convencido de pertenecer a las primeras y que una de sus obligaciones es someter y descartar a las segundas. El discurso de los racistas arios del KKK, de esos supremacistas que aplauden a Trump cada vez que se mete con los mejicanos, de los xenófobos de extrema derecha europeos que atacan a los inmigrantes en el centro y norte de Europa, ese mismo discurso que tanto rechazo nos provoca, lo enarbola aquí un tal Quim, que tanto se parece en sus deseos de sociedad totalitaria a lo que ha logrado su homónimo Kim. Y algunos que se dicen de izquierda, incluso de extrema, le van a votar o consentir. A partir de hoy un racista presidirá la Generalitat. Sí,, progresamos hacia la nada.


Mañana es festivo en Madrid, hasta el miércoles!!!

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