Se
que es una decisión arriesgada, imprudente, el titular un artículo con dos
palabras antitéticas, “cáncer” y “curación” y que pueden llamar a engaño, o lo
que es peor aún, suscitar falsas ilusiones. Sin embargo creo que las tres
palabras que componen el título del artículo de hoy son precisas, al menos en
el caso que se acaba de conocer, y suponen la confirmación de que otro concepto,
la inmunoterapia, puede ser la puerta para revolucionar nuestra imagen del
cáncer y de otras muchas dolencias. En todo caso, aviso, nada de triunfalismos.
Nada. El caso que se ha hecho público es exitoso y abre una vía, pero no quiere
decir que todo el mundo pueda transitar por ella. Las expectativas, por favor,
deben ser moderadas.
Es
innegable que en el cáncer hemos pasado del tiempo de la resignación ante la
muerte al de la gestión de la supervivencia. Siguen existiendo tumores
virulentos inabordables, como el de páncreas, que se ven como sentencias
inapelables del destino, pero en muchos otros procesos cancerosos como el de
próstata, colon, mama o leucemia, por citar algunos, la detección precoz, los
buenos hábitos de vida y la mejora médica han contribuido notablemente a
rebajar las tasas de mortalidad, convirtiéndolos en enfermedades crónicas de
las que se sale. Se obliga al paciente, de por vida, a realizarse análisis y
estudios para estar seguros de que la enfermedad no rebrota, pero el enfermo saber
que ya no lo es del todo. En estos casos la curación no es plena, porque el
riesgo permanece y, normalmente, los tratamientos se cobran parte de la salud
del paciente por su agresividad, aunque la variabilidad de la respuesta del
cuerpo ante ellos es de lo más asombrosa. La ciencia médica, que no deja de
avanzar, ha ido poco a poco pasando del tratamiento bruto, el bombardeo por
saturación del tumor vía quimio y radioterapia, a técnicas menos invasivas y
más personalizadas, tanto usando herramientas clásicas como otras más modernas.
La inmunoterapia lleva tiempo en boca de todos como una de las mayores
esperanzas en el campo de la medicina personalizada y como vía para atacar a
los tumores. Se basa en una idea tan simple como genial, que es usar el propio
sistema inmunitario del paciente, el que nos protege día a día de infecciones y
enfermedades, para que ataque al tumor. Se preguntarán ustedes cómo es posible
que el sistema inmune, por defecto, no haga esa labor, y la respuesta a esa
pregunta nos abre las puertas a la carrera armamentística que se produce en el
interior de nuestros cuerpos. Los tumores, que se componen de células del
propio cuerpo, desarrollan estrategias defensivas de camuflaje para no ser
detectados por los linfocitos, los glóbulos blancos, y así sobrevivir. Se
camuflan, y la “policía” del cuerpo no los ve y no puede actuar. A medida que
pasa el tiempo y el tumor crece su capacidad de camuflaje disminuye, pero su
fuerza bruta aumenta y los daños que genera al cuerpo ya no pueden ser evitados
por un sistema inmune que no está diseñado para ello. Por eso actuar
preventivamente o en las fases iniciales del tumor es básico, para evitar su extensión,
atacarlo cunado es más pequeño y débil y lograr así que no haya destrozos
adicionales. Piense usted, con Parque Jurásico en su mente, que es más fácil
acabar con un tiranosaurio cuando es una cría en su huevo que cuando yergue sus
muchas toneladas y afiladas mandíbulas sobre sus dos enormes patas traseras. Las
técnicas de inmunoterapia buscan enseñar, permítaseme el término, a los
linfocitos del cuerpo a identificar el tumor que se ha detectado, lograr que
burlen el camuflaje y, tras ello, el ejército de defensa del cuerpo lanzará una
orden automática de ataque para acabar con el maligno como lo hace con el virus
de la gripe. Y en esa batalla, con un tumor en sus primeras fases, el cuerpo
tiene muchísimas posibilidades de ganar.
El
caso que ha sido noticia es un referente de este tipo de técnicas, y revela la
curación plena de una paciente de cáncer de mama con metástasis extendidas,
es decir, un escenario más avanzado y peligroso del que les había descrito. Y
la inmunoterapia ha funcionado con una eficacia y extensión tremenda,
devastadora para el cáncer, hasta lograr eliminarlo por completo de todos los
puntos en los que se encontraba, y lograr curar a la paciente por completo. ¿Milagros?
Sí, sobre todo por parte de médicos y científicos que llevan años trabajando e
invirtiendo dinero en desarrollar técnicas así. El artículo enlazado explica
muy bien el proceso seguido, y debe ser leído con esperanza y, reitero una y
mil veces, prudencia. Esta técnica requiere personalización en el tratamiento,
cada caso tiene problemas específicos, y una intensa inversión. Pero sí,
estamos ante una revolución que, poco a poco, empieza a dar frutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario