Pensábamos
que con el cese de Román Escolano tras poco más de ochenta días de ministro habíamos
asistido a la brevedad personificada de la estancia en el poder, y que su marca
se estudiaría en los libros de historia, pero qué equivocados estábamos. Si
Escolano fue “el breve” Máxim
Huerta ha sido “el efímero” con seis días en el cargo que le han dado para
ver la victoria de Nadal en Roland Garrós y pasear en loor de multitudes por
una feria del libro en la que le tocaba firmar ejemplares y recibió elogios y
adulaciones inesperadas. Su paso por el ministerio ha sido un visto y no visto.
Apenas un guiño.
Se
va Máxim porque se ha descubierto que, como a casi todos, a él tampoco le
gustaba pagar impuestos pero, como no todos, él sí podía evadirlos. Como muchos
de los profesionales que cobran sin estar sujetos a una nómina, Máxim dio de
alta un sociedad pantalla para depositar en ella sus ingresos, sin el engorro
de la tributación de autónomos y pudiendo cargar sobre la misma costes
personales, como los derivados de la compra y reforma de un apartamento en la
playa, logrando como fin último una más que sustanciosa rebaja de los impuestos
pagados. Era de los muchos, muchísimos, que pregonan día a día en los medios
las bondades de la tributación y denuncian a los corruptos que no pagan pero
que, por detrás, eluden las obligaciones derivadas de los ingresos que reciben.
Un comportamiento tan hipócrita como extendido, tal y como vino a reconocer
ayer su exjefa, Ana Rosa Quintana, que no se escandalizaba en lo más mínimo de
que la mayoría de los profesionales que trabajan con ella actuaran fiscalmente
de esa forma, mientras que en sus discursos la moralidad y el respeto a la
Hacienda Pública estaban en todo momento en su boca. Hacienda sabía desde hace
tiempo que estas prácticas escondían una gran bolsa de fraude, pero hizo la
vista gorda en los años en los que la burbuja hinchaba los ingresos vía
ladrillo y no era necesario mover un dedo para conseguir ingresos. Cuando todo
se derrumbó hacía falta encontrar euros hasta debajo de las piedras, y el
equipo de Montoro puso sus ojos en todos estos profesionales que hablaban
mucho, cobraban muchísimo pero apenas pagaban. Supimos hace no muchos años del
caso de Monedero, o el del escritor Ildefonso Falcones, que eran idénticos a
este, con su sociedad interpuesta y sus ingresos eludidos, y muchos
contribuyentes de a pie empezaron a descubrir el pastel que se escondía detrás
del famoseo diario y de gremios como el de artistas y periodistas, por nombrar
a los conocidos públicos, y en general, profesionales liberales que no están
sujetos a nómina y retención. Estas figuras explican que si uno analiza los
datos de Hacienda (hablo de memoria, perdón por los posibles errores) apenas haya
unas pocas decenas de miles de contribuyentes que tributen al tipo máximo de
IRPF, dado que a partir de unos ingresos de 70.000 – 80.000 euros compensa
empezar a crear figuras societarias que alivien la carga fiscal. Por eso, también,
cada vez que un político dice que va a subir los tipos máximos de IRPF para
recaudar más, lo que está haciendo es un discurso electoralista y tramposo, y a
sabiendas, porque esa subida afectará a muy pocas personas, las que posean nóminas
altas, pero no a los cientos y cientos de miles que eluden el IRPF vía
sociedades. Declaraciones de ese estilo quizás den votos en la parroquia de los
indignados, pero ni aumentan la recaudación ni son efectivas. El que las hace
lo sabe, y como sólo le importa lo primero, las dice. Y de paso, casi seguro, pula
su sociedad para seguir apurando las obligaciones con el fisco.
Un
apunte, Máxim, sobre tu despedida de ayer. Fue incorrecta. No es adecuado
describir como jauría a aquellos que levantan las alfombras propias y
considerarlos como portavoces de la libertas y del pueblo cuando lo hacen con
los de enfrente. Ese mismo término, jauría, lo emplean el PP, el PSOE, Podemos,
o cualquier otro, cuando son ellos los investigados y descubiertos en fraude y
es, además de incorrecto, sumamente infantil. Si hubieras tributado lo debido
quizás hubieras sido y seguido como Ministro, quién sabe, y los medios no
hubieran encontrado nada oscuro en tu pasado. Eso sí, serías mucho menos rico
de lo que eres ahora. Y la verdad, ahora que no nos lee nadie, eso es lo único
que importa, ¿verdad?
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