Ayer,
a las 12:07 del mediodía, se produjo el solsticio de verano en el hemisferio
occidental, el momento en el que La Tierra, en su órbita a lo largo del Sol,
sitúa al Polo Norte lo más cerca posible del Sol, y con ello los rayos solares
inciden en la línea del trópico, en este caso el del cáncer, de manera
perpendicular. Es el día más largo del año y, a partir de ahí, las jornadas
empiezan a decrecer y las noches a alargar. Curiosamente no es el punto de la
órbita en el que nos encontramos más cerca del Sol, sino todo lo contrario. Eso
hace que los veranos duren un poco más que los inviernos, que es donde estamos
más cerca, dada la excentricidad, leve pero real, de nuestra órbita.
La
gran pregunta sobre cómo será el verano, qué tiempo hará, no tiene respuesta, y
es una manera de ver todo lo que sabemos sobre ciencia y nuestro mundo y lo
mucho que nos queda por aprender. Venimos de una serie de veranos largos,
duros, muy intensos, que en gran parte de nuestro hemisferio han servido para
batir récords de todo tipo y dejarnos medio asfixiados. En España los últimos
años han sido especialmente duros, con temperaturas que dejaban atrás los
cuarenta con gran facilidad y azotaban sin descanso resecas planicies. La
sequía que hemos vivido hasta hace apenas unos meses vino provocada, entre
otras cosas, por eternos y duros veranos que empezaban pronto y no querían irse
nunca. ¿Fueron estos veranos de récord pronosticados por los modelos
meteorológicos? La respuesta honesta es no. Los modelos actuales estiman
tendencias trimestrales en las que prevén desviaciones respecto a la media, en
temperatura y precipitación, con un gran margen de error. Trabajan con todo el
planeta como escenario de trabajo y, por ello, la precisión que tienen sus
observaciones es escasa. Para que nos hagamos a la idea, España se divide en
cuatro zonas, con centro en Madrid. Noreste, noroestes, sureste y suroeste, y
se trata de ver la tendencia que tendrá cada una de ellas. Suena muy
esquemático, y lo es, pero a día de hoy es lo mejor que tenemos. Hay intentos
para mejorar esto, y uno de ellos es el modelo europeo de predicción, conocido
por las siglas ECMWF. En
esta web pueden ver las salidas que ofrece para Europa, donde pueden
escoger el mes presente y los siguientes, la zona del continente que prefieran
y la variable que el modelo estima, ofreciendo unos mapas en los que se mide al
anomalía esperada de dicha variable para el momento y lugar estimado. Debemos
ser cautos con estos modelos y saber interpretarlos. Es obvio que, por ejemplo,
la estimación para el sur de Europa en agosto de temperaturas es de ausencia de
desviación, es decir, normal, debemos esperar mucho calor, porque es lo normal
en la zona y el momento. Si les sirve de consuelo, los pasados meses que hemos
vivido en España, de lluvias intensas (y benditas) y temperaturas por debajo de
lo normal, no fueron previstos ni por este modelo ni por otros hasta que prácticamente
el régimen de mal tiempo se estabilizó y se hizo permanente. El calentamiento súbito
estratosférico, que tuvo lugar en el inicio de febrero, que ha generado una primavera
atípicamente seca y cálida en el norte y centro de Europa, y nos ha mandado
para aquí todos sus frentes, no fue visto por los modelos antes de que
sucediera, aunque una vez instalado el cambio sí fueron capaces de incorporarlo
y ver los efectos que podría tener. Debemos entender que la dinámica atmosférica
es de una complejidad bestial, caracterizada por fenómenos caóticos, muchos de
los cuales aún desconocemos, y que, por definición, son impredecibles y que por
muy bueno que sea el modelo no podrá prever evoluciones temporales muy largas. Seamos
por tanto, comprensivos con los expertos que trabajan en esto, que saben muchísimo
y, también, son conscientes de lo que desconocen.
Quizás
sea el verano la estación en la que más expectativas ponemos. La asociamos con
disfrute, relax, vacaciones y alejamiento de los problemas, en una especie de
fuga mental que durante meses larvamos bajo nubes y trabajos pendientes. Ese
exceso de expectativas puede ser el mejor camino para frustrar una estación,
sea cual sea su tiempo y lo que en él hagamos. No se lo que pasará en los próximos
meses, pero en todo caso, en el tiempo de ocio que tengan, no se agobien si el
Sol les aplasta o no sale como es debido. Habrá días serenos, de cielos azules
que nada turbará, otros tormentosos, de grandes nubes y tardes oscuras y
ruidosas, y otros intermedios, que ni fu ni fa. Y en todos ellos viviremos y
pasaremos el tiempo. Ojalá que de la mejor manera posible.
Subo
a Elorrio el fin de semana y me cojo el lunes festivo. Incluso parece que en el
norte, por fin, estos días saldrá el Sol!! Veremos a ver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario