jueves, mayo 23, 2019

EEUU, China y la trampa de Tucídides


Tucídides fue uno de esos griegos brillantes que vio mucho más allá de sí mismo, y que sin medios ni tecnologías logro generar excelentes textos e ideas, que aún hoy resuenan. Eliminar a los clásicos de Grecia y Roma es una muestra de nuestra estúpida soberbia, eran más clarividentes que nosotros y podemos seguir aprendiendo de ellos. El personaje que nos ocupa hoy era historiador, y entre otras cosas escribió varios volúmenes sobre las guerras del Peloponeso, que enfrentaron a Atenas y Esparta. En esos textos detalló lo que, desde entonces se conoce como la trampa de Tucídides, que es una de las vías que naciones de todo tipo han usado para entrar en guerra.

¿En qué consiste la trampa? Se da en una situación en la que una potencia consolidada observa el ascenso de una rival, y empieza a notar que de seguir en esa progresión su liderazgo se verá amenazado. Eso se traduce en miedo en la potencia dominante y presiones internas para provocar una guerra que, mientras se encuentre en posición ventajosa, le sirva para impedir el ascenso de su rival. Es, en otras palabras, una guerra preventiva para mantener el estatus dominante. En el caso clásico Esparta, la belicosa ciudad del sur, era la potencia dominante, y Atenas, la comerciante, la emergente. Los espartanos sintieron ese miedo y desencadenaron la guerra, que tuvo múltiples fases y que acabó con una victoria espartana, pero con el común debilitamiento de ambas metrópolis, dejándolas en algunos casos convertidas en ruinas. ¿Era inevitable aquella guerra? Desde luego que no, una gestión fría y racional por parte de los espartanos probablemente hubiera servido para no desatar el conflicto y, con el tiempo, la colaboración entre ambas ciudades empezaría ser vista por muchos sectores como una vía de beneficio mutuo. Sin embargo, ese escenario alternativo no se dio. Desde entonces este caso se estudia en historia como ejemplo desencadenante de un tipo de guerras que, siendo evitables, acaban sucediendo. A lo largo de los siglos es incesante el proceso de auge y caída de imperios, potencias y dinastías, y eso no dejará de ocurrir en el futuro. Siempre va a haber alguien al mando del mundo, o con más poder que el resto para ejercer influencias más allá de sus dominios, y esa potencia, sabedora de que su tiempo es limitado, no dejará de estudiar el proceso de auge de posibles rivales, y las alternativas que existan para controlarlos, domesticarlos o, si llega el caso, destruirlos. Hay varios textos en los que se estudia este asunto y se analizan guerras de distintas épocas para ver si esa trampa de Tucídides se ha dado o no. Este análisis, como todos los históricos, tiene la ventaja de realizarse a posteriori, cuando sabemos qué pasó y cómo concluyó el episodio, y el inconveniente de que aplicarlo al tiempo presente supone situarse en un punto en el que sabemos cómo estamos pero desconocemos las consecuencias de los distintos actos futuros. Un buen y reciente libro sobre este tema se llama “Destinated for War” de Graham Allison, en el que analiza el caso clásico y otras contiendas a lo largo de la historia y los continentes, con el objeto constante de fijarse en la rivalidad chino norteamericana. La tesis del libro es averiguar si esas dos potencias están condenadas a enfrentarse a esa trampa de Tucídides y si serán capaces de evitarla. El libro concluye, para resumirlo en exceso, diciendo que sí, que esa trampa se va a dar, porque en EEUU cunde el miedo ante el ascenso de China y la progresiva pérdida de ventajas que en Washington creían consolidadas, pero también argumenta el texto que hay múltiples y poderosos factores que frenan la posible escalada militar. Uno de ellos, no el menor, vuelve a ser que una guerra entre superpotencias en nuestro mundo supone el final del mundo en sí mismo.

Lo que si admite Allison es que parece inevitable que las tensiones crezcan y se camine hacia un mundo bipolar, con dos potencias que definan sus ámbitos de actuación, segmenten sus aliados, tecnologías y relaciones. Creo recordar que no lo llama explícitamente guerra fría, pero sí una situación similar. De la inteligencia de los regentes de ambas potencias y sus equipos de trabajo dependerá que la situación no vaya a más y la trampa se de en su versión más cruda. De hecho, si muchos de esos asesores leen historia, verán el negativo resultado que tuvieron las guerras del Peloponeso para ambos contendientes, y como evitar la trampa y el miedo que ella conlleva es el mejor camino, a largo plazo para esquivar el desastre. ¿Leerán historia? ¿Aprenderemos de ella?. Crucen los dedos para que así sea.

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