martes, mayo 21, 2019

Huawei y la nueva guerra fría


Quizás el día de ayer pase a los libros de texto como el que dio lugar, de manera oficial, al inicio de una segunda guerra fría entre dos superpotencias globales. Como los tiempos han cambiado mucho desde que se declaró la primera, ahora no se enseñan cohetes, tanques y tropas desfilando, o al menos aunque existen no se hace tanto alarde de ellas. En épocas virtuales como la nuestra lo que manda es la tecnología, el ciberespacio y la economía, y ese es el nuevo frente de batalla en el que se dirime la supremacía global. La rivalidad que existe en todos los ámbitos entre EEUU y China se desata, de manera descarnada, en el mundo virtual, donde la situación de igualdad es máxima entre ambas potencias.

La decisión de Trump, mediante un decreto, de considerar a Huawei como una amenaza para la seguridad de los EEUU se tradujo en la noche del domingo en un anuncio por parte de Google de que rompía relaciones con la empresa china. Esa ruptura implica que Android, el sistema operativo que usan los teléfonos de la marca castigada, ya no se instalará en los nuevos terminales que salgan a venta a futuro, y no se actualizará en los ya existentes. Así mismo, la tienda de aplicaciones de Google deja de estar disponible para los modelos de la marca y, por tanto, no se podrán instalar nuevos softwares ni actualizar los que ahora disponga cada usuario en su terminal. Si eso se lleva a la práctica de manera estricta Google acaba de mandar a la chatarra a millones, muchos millones de terminales y, de un plumazo, se ha cargado una gran parte de la empresa Huawei, que en países como España alcanza un tercio de las ventas de los terminales. Es un golpe devastador, que ningún bombardeo físico sería capaz de hacer, en su extensión e implicaciones. Así es la guerra moderna. Más allá de que este movimiento demuestra hasta qué punto estamos en manos de empresas como Google, cuyas decisiones pueden condicionar nuestras vidas de una manera insospechada, lo cierto es que el golpe que recibe la entidad china es muy duro, y está por ver cómo será capaz de soportarlo. Huawei es mucho más que una empresa de smartphones, y es de hecho por otras de sus divisiones donde surge todo el problema. Está presente en dos áreas de desarrollo tecnológico en las que es puntera, más que las empresas norteamericanas, y ocupa una posición de dominio. Una, a corto plazo, es todo lo relacionado con la tecnología móvil 5G (antenas, infraestructuras, hardware y software de dispositivos, etc) y otro a más largo plazo, con las tecnologías de la inteligencia artificial. En ambos campos Huawei es una empresa líder en el mundo, y está a la cabeza de desarrollos, contratos, facturación y descubrimientos. Es un dominador global que rinde cuentas al mercado y, sobre todo, al gobierno chino. Es una empresa en la que resulta difícil discernir dónde acaba el equipo directivo y comienza la estructura de cargos del Partido Comunista chino, que es el que manda y decide todo lo que sucede en aquel país. ¿Espía Huawei para el gobierno chino? Ninguna duda al respecto. ¿Es ese espionaje una amenaza para los intereses nuestros y para otras naciones como, por ejemplo, EEUU? Sí, sin duda. Ahora también podemos hacernos dos preguntas a la inversa. ¿Espía Google para el gobierno norteamericano? Ninguna duda al respecto. ¿Es ese espionaje una amenaza para los intereses nuestros y para otras naciones como, por ejemplo, China? Sí, sin duda. Teniendo esto bastante claro, y más nos vale que así sea, a lo que asistimos realmente no es sólo, que también, una lucha por patentes, propiedad intelectual, dominio de un mercado y jugosos contratos, sino una disputa al más alto nivel sobre la supremacía global entre el actual regente, EEUU, y China, la potencia emergente que crece y crece sin freno y que supone para Washington el rival más directo en todos los ámbitos que uno sea capaz de imaginar, los ya creados y los que, ahora mismo, se desarrollan en centros de investigación.

Es obvio que Huawei no se va a quedar quieta, y mucho suponen que tiene desarrollados planes por si algo como esto llegase a suceder, y el gobierno chino puede reaccionar de igual manera, no limitando software, donde no posee mercado, pero si imponiendo barreras de entrada de productos norteamericanos a su fascinante mercado. Ayer Apple cayó en bolsa más de un 3% por ese miedo, pero esas represalias, que se pueden escalar sin fin, pueden ser sólo el principio de algo mucho más grave y serio, el de la parcelación del mundo en dos bloques, en dos ideas y formas de entender la vida, que rompa las casi tres décadas que llevamos viviendo de globalización abierta. Volver a un mundo bipolar es peligroso, ruinoso en muchos aspectos y, para los que nos pilla en medio, un chantaje permanente. Agárrense a la silla, vienen muchas curvas.

No hay comentarios: