De
las tres elecciones del domingo, quizás la más importante fuera la de las
europeas, a la que menos caso se le hace, pero que es determinante en nuestras
vidas. Cada vez más normativa viene impuesta dese Bruselas y lo que allí se
decide, de facto, nos integra en un embrión de nacionalidad común, muy de
juguete, pero que responde a unos parámetros y sentimientos comunes. Todos
aquellos que hayan sido estudiantes Erasmus (no lo fui) tienen en su interior
la sensación de que Europa es algo más que normas y reuniones ministeriales,
que es mucho más que le politiqueo de Bruselas. Es compartir un destino,
trenzar lazos entre naciones diferentes que comparten destinos y problemas
comunes y tratan de huir de pasados atroces. Eso es Europa.
En
España esas elecciones se ciñeron al guion previsto, y las ganó el PSOE,
seguido del PP, Ciudadanos y Podemos. Siendo circunscripción nacional, las
tendencias de voto no se ven distorsionadas en la selección de escaños, y estos
comicios mostraron el dominio socialista, la recuperación de voto del PP, el
ascenso, constante e insuficiente, de Ciudadanos, y el derrumbe de Podemos, así
como el desinfle de Voz. Lamentablemente la lista Puigdemoníaca no consiguió un
escaño, sino dos, para el indeseable y su segundo de fuga, Toni Comín. La norma
indica que tienen que acatar la Constitución en Madrid a mediados de junio, por
lo que volveremos a tener un circo de recursos y acusaciones falaces por parte
de esta panda de delincuentes sobre nuestras instituciones y sociedad, y
tristemente algo de eco tendrán en el resto de Europa, tanto en los tontos
útiles que les hagan bombo como en los falaces que usan este problema, o el que
sea, para dividir a la Unión. En el conjunto de Europa había mucho miedo a
estas elecciones por el ascenso de los movimientos populistas y eurófobos, y
pese a que ese fenómeno se ha dado, puede decirse que ha sido de manera lo
suficientemente contenida como ser manejable. En varios países han triunfado
esas listas que reniegan de la Unión, como Italia, con Salvini a la cabeza,
Hungría con una nueva y apabullante victoria de Orban, Francia, donde Le Pen,
por poco, vuelve a ser la más votada, y como no, el Reino Unido, el primer país
en el que se votó, siendo el que está a punto (o no) de irse, donde Niguel
Farage sacó más de un 30% de los votos y se asegura escaño y sueldo comunitario
hasta que su país se vaya. Este ascenso populista ha sido compensado, en gran
parte, por la subida de partidos verdes y liberales, que son defensores de la
Unión. En Alemania, por ejemplo, ha ganado la CDU de Merkel, que equivale a
nuestro PP, pero la segunda fuerza han sido los verdes, y los socialdemócratas
del SPD se han derrumbado, ahondando su crisis más y más, y la extrema derecha
ha caído. Es el resultado alemán un buen reflejo de lo que ha sucedido en el
conjunto de Europa. Por primera vez la suma de los dos grandes grupos políticos,
conservadores y socialdemócratas, no tiene mayoría en el Parlamento. Había
temor a que ese escenario se diera y, sobre todo, a que esa falta de poder
hiciera a los populistas determinantes de cara a lograr acuerdos, pero el
mencionado ascenso de verdes y liberales ha convertido a estas formaciones en
claves a la hora de alcanzar pactos. ¿Será más complicado articular mayorías
que en el pasado? Sí, pero lo cierto es que el sentimiento proeuropeo seguirá
dominando la cámara, y eso asegura, en principio, cinco años de relativa
tranquilidad en Bruselas, sobre todo tras lo que muchos se temían. Nuevamente,
todo es cuestión de expectativas, y el resultado global, frente a los temores
anunciados, parece una rotunda victoria de Europa. Ojo, no es exactamente así,
no lo olvidemos, los enormes problemas y desafecciones ahí siguen, pero parecer
parece un éxito.
Mientras
se recontaban los votos imaginaba a Trump, Putin y Xi Jinping mirando de reojo
estos comicios y sin poder evitar una sonrisa. Quizás tengan un grupo conjunto
de whatsapp, llamado “the fucking masters of the universe” o algo así y seguro
que se cruzaban mensajes sobre la ingenuidad de estos europeos, que votan para
escoger su futuro cuando el de todo el mundo está realmente en manos de ellos
tres. Imagino caritas de risa y memes cruzados entre ellos riéndose de nuestras
aspiraciones de participar en una gobernanza global que cada vez es más
imperial, de bloques, y menos colaborativa. Europa debe avanzar en su proceso
de construcción, entre otras cosas, porque en este escenario imperial al que
vamos esa quizás sea la única manera que le permita no ya progresar, sino
meramente existir, sobrevivir.
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