Tengo
serias dudas sobre lo que estamos viendo en relación a la designación de Miquel
Iceta como próximo presidente del Senado. El que dentro de nueve días se vuelva
a votar me produce la sensación de que algo hay orquestado en todo este
proceso, que no es casual que Sánchez se embarre en una decisión que va camino
del fracaso y que Esquerra renuncie a apoyar al candidato socialista. ¿Ganan
votos ambos partidos con sus respectivas jugadas? ¿Les resulta rentable de cara
a sus electorados sacrificar a Iceta en el altar de los medios para reclutar
adeptos? Si es así, estaríamos ante otra de esas jugadas sibilinas de las
que tan aficionado es Sánchez, aunque admito que en este caso el retorcimento
de la realidad puede resultar exagerado.
La
decisión de Sánchez de hacer a Iceta presidente del Senado descolocó a muchos,
quizás incluso al propio nominado, y dejó en el aire la pregunta de por qué,
justo después de celebrar elecciones a Congreso y Senado, el PSOE escoge como
candidato para presidir la cámara alta a un político que no estaba en las
listas electorales, no fue por tanto escogido como senador, y debe ser nombrado
como tal por la cámara autonómica. Y llevar una votación al parlamento catalán,
sobre lo que sea, es asistir al triste espectáculo diario del independentismo
sectario y manipulador. Normalmente las designaciones de senadores por los
parlamentos autonómicos han sido un mero trámite, todos los grupos han apoyado
a los candidatos que se han presentado por uno u otro lado porque si ahora te
toca a ti, luego me tocará a mi, y el papel mismo del senado es visto, con
razón, como algo secundario. Sólo en la pasada legislatura, con el bloqueo al
presupuesto y la puesta en marcha del 155 se pudo ver a esa cámara como un
reducto de poder auténtico. Si Sánchez confiaba en que esa tradición se fuera a
mantener se ha dado con un canto en los dientes. Desde un principio era obvio
que la candidatura de Iceta a senador dependía en exclusiva de los votos del
independentismo, dado que PP y Ciudadanos iban a dejar hacer. Era obvio que, con
elecciones a dos semanas vista, Sánchez no iba a pactar nada con los
independentistas para conseguir un puesto que se había sacado de la manga, por
lo que el proceso de elección del político catalán podía ser vendido al
electorado del conjunto del país como una nueva muestra de que (antes de unas
elecciones) el PSOE no se sienta con los independentistas. Es una buena jugada.
Por el lado secesionista, bando moderado y bando radical (aunque cada vez sea más
difícil decir quién es quién) la propuesta de Iceta les ponía sobre la mesa la
posibilidad de mostrarse duros con los suyos. En un ambiente de lucha
fratricida entre Esquerra y los puigdemoníacos, si uno de ellos afloja la presión
el otro le puede acusar de traidor ante los electores desatadamente
independentistas, que son legión. No hay alicientes para ser moderados, y las
decisiones que han tomado ambos partidos, con excusas peregrinas de todo tipo,
esconden en el fondo esa rivalidad por ver quién es más extremista ante el
mismo votante, para llevárselo. De ahí que la decisión que han adoptado, y que salvo
enorme sorpresa se llevará hoy a la práctica, se encuadre en este proceso de
competencia electoral que termina el 26 de mayo. La alcaldía de Barcelona y
otros centros de poder están en juego y ambas formaciones, que se odian,
quieren ser decisivas. En la primera vuelta del 28A ERC le ganó la mano a los herederos
del pirado en Bélgica. Ahora está por ver si eso se repite o no, y el escaño en
el Parlamento europeo también está en juego.
¿Sería
todo esto muy distinto si estuviéramos en un escenario postelectoral? Muy probablemente
sí, porque entonces ni PSOE ni ERC tendrían nada que perder, en votos que ya
están contados, si pactan, acuerdan o se acuestan, y probablemente pueda suceder
algo por el estilo en un par de semanas o tres, quizás en otros ámbitos. Pero
el senado se constituye la semana que viene y creo que es obligado escoger
cargos y presidencia antes del día 26, por el correr de los plazos formales. De
ser así Iceta perdería ese tren, y quizás otro en forma de ministerio le
esperase para salvar su cara tras este bochornoso proceso. En todo caso queda
claro que, con o sin paripé, la influencia de los independentistas en la
gobernabilidad nacional sigue siendo muy alta, y eso en sí mismo es una muy mala
noticia.
1 comentario:
Yo creo que el psoe pretende transformar el Senado en una cámara de representación regional con el objetivo de crear un Estado federal. Esto podría ayudar a resolver el problema secesionista y quien mejor que Iceta para ello, un hombre con mucha experiencia, catalán y dialogante. Es un buen candidato pero los grupos separatistas no lo permiten, para que digan pp y ciudadanos que el psoe les vende España. Ademas, los partidos llamados “de Estado” pp y ciudadanos que poca altura han tenido y que comportamiento tan ruin con su abstención. Las cosas no van por buen camino
Publicar un comentario