viernes, mayo 24, 2019

Fin de la segunda campaña electoral


Hoy termina la segunda campaña electoral en apenas dos meses y, en principio, se abriría un largo tiempo político sin lecciones a la vista, en el que el fragor de la batalla, las simplezas y las descalificaciones debieran dejar paso a algo de sosiego y, quizás, consenso, para abordar grandes problemas que tenemos en el país, y afrontar no menos pequeños asuntos que nos vienen de fuera. ¿Se creen mis palabras? Seguro que no, y en el fondo yo tampoco me las creo. Habrá un complicado recuento el domingo, con ganadores y perdedores en unos y otros lados, y luego, casi seguro, otra vez a la matraca diaria del enfrentamiento, con los soberanistas catalanes pervirtiéndolo todo y los medios, como alharacas, pregonando cada uno a su barquero.

Ha sido esta una campaña rara, deslavazada. Sita después de unas generales adelantadas que ofrecieron resultados bastante más claros de lo esperado y que dejaron a un PSOE ganador y a un PP noqueado, sonado. La muerte de Rubalcaba ocupó la totalidad del primer fin de semana de campaña y la acalló, y esta segunda semana está monopolizada por la constitución de las cámaras y las tristes argucias de sus nuevas presidencias para no suspender a los políticos presos para tratar de arañar votos nacionalistas hasta el domingo. De la campaña en sí se habla poco, y menos aún de las tres elecciones en liza que se juegan. En las municipales, que se dan en todo el país, el foco está puesto en las grandes ciudades, especialmente Madrid y Barcelona, donde las encuestas ofrecen una situación más reñida. Parece claro que Carmena ganará en Madrid, pero no se puede afirmar nada sobre quién será capaz de gobernar. La situación en Barcelona es aún más confusa, dado que se atisba un posible empate entre ERC y la candidatura de Ada Colau, en una competición sobre quién es más soberanista que deja a los demás un tanto atrás. Otras ciudades como Sevilla, Valencia o Bilbao parecen tener bastante más claro el futuro signo de su alcaldía, mientras que en Zaragoza o Coruña se mantiene la incertidumbre. En las elecciones autonómicas, en las comunidades en las que se celebren, lo más interesante vuelve a ser Madrid y, en general, las comunidades que ahora gobierna un PP en franco retroceso, donde su posición hegemónica corre grave riesgo de sufrir un colapso similar al que sufrió hace apenas un mes. No parece haber cuajado la idea del PP de convertir estas elecciones en una segunda vuelta de las generales, tratando de compensar la pérdida de poder de unas con el mantenimiento del mando en otras. Feudos clásicos de los populares como Castilla y León o la citada Comunidad de Madrid corren riesgo de bascular, en el caso capitalino, o de ser necesarios acuerdos de gobernabilidad en el castellano leonés, abriéndose en ese caso un abanico de posibilidades. Tanto en ayuntamientos como en comunidades veremos pactos de todo tipo, con alianzas de Ciudadanos tanto con PP como con PSOE, y muchos dan por seguro que los “cromos” que se comercien en esos pactos locales se verán reflejados en acuerdos de gobernabilidad en el Congreso, de uno u otro tipo. De cara a los liderazgos, son los más débiles los que más peligran, y ahí el de Casado en el PP realmente pende de un hilo. Si quiere seguir al frente de la formación necesita imperiosamente no perder Madrid, y lo tiene difícil. Una segunda derrota en este campo tras el palo de abril debiera ser letal para su carrera política, y situaría al PP ante la encrucijada existencial que, entre campaña y campaña, no quiere ver ni afrontar. El PSOE, con el viento a favor de abril, se ve como ganador, lo sea o no, y el resto tratarán de mantener sus posiciones de poder o agrandarlas. Veremos a ver lo que consiguen.

¿Y las elecciones europeas? Se escandalizarán de lo que voy a decirles, pero creo que, de las tres, son las más importantes. En un contexto internacional que se polariza y se vuelve peligroso, la UE no es el mejor paraguas que tenemos, no, simplemente es el único. Ojalá las fuerzas moderadas de derecha e izquierda batan a los sondeos y sean capaces de alcanzar un gran número de escaños, haciendo que los populismos unidos fracasen en su intento, subvencionado por no pocos, de torpedear a las instituciones y el proyecto europeo. Mi principal aspiración en estas elecciones es que el sedicioso fantasma de Puigdemont no saque escaño, que fracase. Su derrota sería una victoria para todos nosotros. En todo caso, y saben, vayan a votar. Siempre, y el lunes vemos a ver qué dicen los recuentos, que esta vez serán largos y complicados.

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