Cuando
se hizo el análisis de las pasadas elecciones, todas las que nos han arrollado
en lo que llevamos de año, Ciudadanos emergía de ellas como uno de los
ganadores, en términos absolutos, porque había crecido en votos,
parlamentarios, concejales y opciones de poder, pero en términos relativos su
victoria no lo era tanto, y parafraseando al González de 1993, era una amarga
victoria, porque el gran objetivo de este ciclo electoral, superar al Partido
Popular, no se había dado. Con un PP en sus horas más bajas, con una extrema
derecha que lamía votos a los populares por el otro extremo, las siglas
clásicas de la derecha habían aguantado el envite y el naranja no rebasaba al
azul. Si en esas condiciones no lo lograba, ¿cuándo lo haría?
Visto
de manera centrada, que es la que más le debiera gustar a los de Rivera, su
partido se quedó en la tierra de nadie, un lugar inhóspito y desagradable donde
te pueden caer palos desde todos los lados. No es preminente en ninguna parte y
la flexibilidad a la hora de poder pactar a izquierda y derecha se reduce porque
el veto a Sánchez y la presencia de Vox lo condicionan todo. Es este último
actor, Vox, el que más está contaminando al partido de Rivera. La idea de
conformar bloques de gobierno de centro derecha hubiera sido limpia si sólo
Ciudadanos y el PP alcanzasen las mayorías necesarias, pero la presencia de Vox
lo altera todo, dado que sus votos son decisivos, fundamentales, para lograr
uniones de derecha gobernantes. En Andalucía se salvó el escollo de mala manera
y con grietas, pero en casos como Madrid, Comunidad y Ayuntamiento, resulta
evidente el destrozo que para la estrategia moderada de Ciudadanos representa
una formación altanera y ausente de toda racionalidad como Vox. Las
negociaciones que se dan entre ellos, reducidas a un extraño mundo de
infantilismo en el que no se ven peo acuerdan por parte interpuesta, han
tensado al partido naranja, en el que conviven varias corrientes, y
acabaron por aflorar ayer con la marcha de Toni Roldán, el portavoz económico
en el Congreso, diputado de gran valía y hombre sensato y moderado. Días
antes varios fundadores de lo que fue el movimiento inicial que dio lugar a
ciudadanos expresaron públicamente su preocupación por la deriva actual del partido
y la necesidad de replantearse las alianzas, evitando que Vox siguiera
contaminando la marca. Veían con alarma como la derechización de la formación, cierta
o no. Era realmente así percibida por parte de la sociedad, y eso suponía no sólo
una posible pérdida de futuros votantes, sino la traición parcial del espíritu
no ya regenerador, sino alejado de extremos, que era la base creadora de esta
formación. Recordemos que Ciudadanos surge como movimiento civil en Cataluña frente
al nacionalismo imperante y la rendición de las fuerzas constitucionalistas. Con
un mensaje moderno, abierto e inclusivo, Ciudadanos explota como fuerza política
allí y se extiende a toda España como una tercera vía centrista, tratando de
huir del pesado y maniqueo debate que consume la política en nuestro país.
Logra una implantación muy relevante en varias regiones (y fracasos absolutos
como País Vasco o Galicia) e inicia el ascenso mediático, demoscópico y de
votos, hasta llegar a sus mejores resultados, en abril de este año, con más de
cuatro millones de sufragios y 57 diputados, tercera fuerza en el parlamento. A
partir de ahí, el dilema de qué hacer, y el riesgo de, ya teniendo poder,
utilizarlo de manera práctica o errónea. Vamos, lo de siempre, el reto que todo
político desea enfrentar y del que muy pocos salen indemnes.
¿Qué
puede hacer Ciudadanos en la situación actual? Los que le ruegan que facilite
la investidura de Sánchez esperan las siguientes elecciones para robarle votos
por su izquierda, mientras los que le imploran para que se mantenga firme lo
esperan para robarle votos por la derecha. Todos sus “consejeros mediáticos”
huelen la crisis que vive el partido y ven ahí votos que les pueden servir a
sus partidos de cabecera, PP o PSOE. En el escenario de una posible repetición
electoral, que aumenta sus probabilidades poco a poco, es posible que
Ciudadanos vea castigados sus resultados por la polarización y la pérdida de
apoyos tras sus pactos, y sea uno de los perjudicados. Rivera debiera meditar
muy bien qué hacer y qué es lo mejor para su partido y el país, teniendo en
cuenta que probablemente lo uno sea incompatible con lo otro.
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