Volvamos
al mapa, que siempre es una vía perfecta para ver y entender la actualidad.
Cinco son los puntos en los que se concentra el tráfico marítimo global y son,
por tanto, vitales bajo cualquier punto de vista. Dos son artificiales, los
canales de Panamá y Suez, y tres son naturales, los estrechos de Gibraltar, Malaca
y Ormuz. De los cinco, es este último, el de Ormuz, que da acceso al golfo
pérsico, el que no lleva a ninguna parte, no comunica un mar con otro, y por
tanto parece, a simple vista, mucho menos relevante, pero el que un tercio del
petróleo que cada día consume el mundo, y que sale por vía marítima de ahí, es
lo que lo convierte en, quizás, el más valioso.
Varios
son los artículos de política ficción que han jugado con un conflicto que
provocase el cierre de Ormuz, y las consecuencias que ello tendría para la
economía global. En nuestro mundo actual la dependencia de las economías
respecto al petróleo se ha reducido algo frente a la situación de adicción
total que se vivía en los setenta u ochenta, pero es obvio que el crudo sigue
siendo la materia prima más valiosa e importante. La propia producción se ha
diversificado mucho y hoy en día, créanselo o no, es EEUU el principal
productor del mundo, pero el segundo, Arabia Saudí, que es el estabilizador del
precio global de esa materia, saca sus recursos por ese canal estrecho, al
igual que lo hace Qatar, principal exportador de gas natural licuado, o Kuwait
e Irak, que bombean petróleo con ganas. También lo utiliza Irán, el otro gran
productor de la región y vecino de los saudíes, separados por el golfo y muy
cerca unos de otros en el estrecho, desde donde se miran amenazadoramente desde
hace décadas. En Barein, entre la costa catarí y saudí, tienen los
norteamericanos la base de la quinta flota, y no es ninguna casualidad que esté
allí, controlando el flujo del golfo y estrecho. Es, por tanto, un lugar de
constantes fricciones entre enemigos acérrimos, saudíes e iraniés, suníes y
chiíes, entre los que las tensiones no cesan de crecer y apaciguarse, en un
movimiento similar a la sístole y diástole cardíaca que siempre parece rozar un
infarto. De hecho, el cierre o bloqueo parcial de ese estrecho sería lo más
próximo que podría vivir la economía mundial a un infarto, la obstrucción de
una de sus principales arterias generaría una enorme marejada económica en forma
de subida de precios del crudo y, por ende, de otros muchos productos. La mera
suposición no ya de un bloqueo marítimo, sino el desarrollo de una guerra a
ambos lados del golfo sería un escenario de auténtica pesadilla para el globo,
porque las instalaciones de extracción, refino y almacenamiento de crudo que
allí se encuentran están entre las mayores del planeta, funcionan a un ritmo
endiablado prácticamente sin descanso y son las que abastecen del crudo más
utilizado en todo el mundo. Por ello, cada vez que tambores de guerra suenan en
la zona el nerviosismo se dispara y todas las miradas se vuelven a un punto en
el que lugares como Bandar Abbás, el puerto iraní, o Ras Tanura y Al Jubayl,
los enormes complejos petroquímicos saudíes, apenas conocidos por el público en
el día a día, se mencionan como si fueran Londres o París en boca de los
industriales del crudo y los operadores financieros de medio mundo, que
gestiona los contratos de flete, suministro, venta y demás operaciones que
pueden verse relacionadas con la compra y transporte del petróleo. El golfo y
sus puertos viven un constante trasiego de barcos de carga, mercantes que
transportan crudo y / o derivados desde sus zonas de aprovisionamiento hacia
cualquier país del mundo que lo haya comprado. Esas naves se cruzan desde hace
algunos años con los cruceros que caminan rumbo Dubai o Abudabi, extraños
enclaves de lujo que también se encuentran en esa zona, y que viven del petróleo,
sus rentas y sus poseedores.
Dos
de esos barcos petroleros son los que ayer se vieron envueltos en un grave
incidente en el que el fuego y el humo demostraban que algo había explotado
contra sus cascos, en
una acción premeditada que EEUU atribuye sin duda a Irán y que los iraníes
niegan en redondo. Hace un par de semanas tuvo lugar otro incidente, de
menor grado, que ya levantó sospechas y alarmas, pero lo de ayer fue bastante más
serio. El crudo acabó subiendo un 2% en los mercados, pero la difusión de
un vídeo por parte de EEUU que dice probar la mano iraní y las claras
acusaciones de Pompeo, secretario de estado norteamericano contra el régimen de
Teherán parecen ser suficientes para que la escalada leve de ayer lo sea más
intensa hoy. Mucho cuidado con todo lo que suceda los próximos días en esa
zona. Los infartos, de todo tipo, son muy peligrosos.
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