Sin
novedades ni sorpresas, el Rey terminó ayer la ronda de consultas con los
partidos políticos presentes en el Congreso y, tras ello, encargó a Sánchez
presentarse a la investidura. A los pocos minutos de hacerse oficial esta decisión,
se celebró una improvisada rueda de prensa en Moncloa en la que el
candidato a presidente del gobierno aceptaba el encargo, algo casi de
trámite, hasta que Rajoy lo convirtió en una decisión trascendente, y anunciaba
el inicio de una ronda de conversaciones con tres partidos (PP, Ciudadanos y
Podemos) y contactos con todos los demás, de cara a realizar un proceso que,
afirmó, espera sea rápido.
¿Es
posible una investidura rápida y sencilla? Pudiera parecer que no, pero está
por ver que así sea. Recordemos que, frente a la moción de censura, donde
resultó fácil armar una mayoría “a la contra de” que es lo que permitió a
Sánchez alcanzar el gobierno, en una investidura se requiere un voto “a favor
de” un candidato, y eso puede ser más complicado. Los números que dejaron las
elecciones de abril dictaminan un Congreso fragmentado, con una mayoría
absoluta parece que finalmente reducida por la no renuncia de sus actas de los
congresistas independentistas presos, pero que en todo caso se sitúa en los 173
escaños, una cifra impensable en una primera vuelta. En una segunda, en la que
se requieren más voto a favor que en contra, el juego de formaciones actuales
puede venirle bien al PSOE, más que nada porque es cierta una de las
afirmaciones que hizo ayer Sánchez, y es que si el PSOE no gobierna nadie lo
puede hacer, porque el bloque de derecha no suma en ningún caso. Es decir, se
puede alcanzar una situación de no elección de candidato, pero no hay
candidatos alternativos. Eso pone presión, y mucha, a aquellos que el PSOE
pueda situar como obstaculizadores del proceso de elección. Si, pongamos,
Podemos se pone muy pesado con que Iglesias el fracasado llegue a tener un Ministerio
y eso hace que las negociaciones encallen, sería sencillo para Ferraz empezar a
vender un discurso en el que la falta de acuerdo se derive de las ansias
personales de poder de un individuo, o de una formación, sumida en una grave
crisis interna, que quiere alcanzar algo de poder para lamerse las heridas, en
un acto más propio de oportunismo típico de muy vieja política que de
regeneración. Ciudadanos, aunque menos dadas las posiciones actuales, también
puede llegar a ocupar ese posible papel de culpable de una falta de acuerdo, y
sentir presión. Recordemos que nuestro sistema de elección presidencial tiene
aciertos y, también, fallos. Uno de los gordos es que no hay plazos tasados
para cuándo debe celebrarse la primera votación de investidura tras las elecciones.
En principio pueden pasar semanas, meses… años, nada está escrito al respecto.
Una vez celebrada esa primera votación sí se pone en marcha el reloj de dos
meses de plazo, transcurridos los cuales se convocan automáticamente
elecciones, como descubrimos en 2015. También, al contrario que en algunos
estatutos de autonomía, en cada votación se pueden repetir las posturas
negativas hasta el infinito, sin que se fuerce a posiciones de abstención que permitan
que una candidatura pueda prosperar. Desde que el bipartidismo atraviesa por
malos momentos los escenarios de bloqueo son perfectamente posibles y la
probabilidad de tener que repetir elecciones está siempre ahí, no lo olvidemos.
En este caso es baja, pero no nula, y puede llegar a materializarse. Si se
diera ese escenario algunos partidos saldrían beneficiados y otros no, y eso lo
saben ellos mejor que usted y yo, y se supone que esa información también jugará
un papel a lo largo de las próximas semanas.
De
momento el sábado 15, en apenas una semana, se constituye todos los
ayuntamientos de España, y ahí veremos una primera versión de la estructura de
pactos y desacuerdos que va a estar presente a lo largo de este ciclo de
gobierno. Lo que ocurra en determinadas capitales (Madrid, Barcelona, Pamplona…..)
puede indicar mucho sobre por dónde irán los tiros y si será factible que haya
acuerdos o cesiones en el Parlamento. Así que no esperen que se fije una
primera sesión de investidura hasta pasadas algunas semanas. Mientras tanto,
cada día tendremos informaciones interesadas de parte sobre cómo van las
negociaciones, y el ruido de acuerdos y desacuerdos nos lo llenará todo. Habrá que
esperar a que todo se clarifique y veamos finalmente pactos, o rupturas.
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