lunes, marzo 30, 2020

Abrasados en el BOE


Las cifras de la epidemia de coronavirus en España siguen creciendo, y acumulando cadáveres de una manera insoportable, a un ritmo de algo más de ochocientos al día. Por encontrar una luz de esperanza en medio de todo el desastre, se aprecia un descenso en el ritmo de crecimiento tanto en los infectados como en los fallecidos, lo que puede indicar que el famoso pico de la curva puede estar cerca. Puede que si esto es así sea esta semana la que nos dé el máximo de ambas variables, lo que indicaría que hemos recorrido el primero de los muchos pasos que quedan para dejar esto atrás. No es poco, pero sólo es un primer paso.

De mientras, el gobierno se abrasa en sus contradicciones y luchas internas. Lo que se diseñó como un gabinete para el marketing y la imagen, que tarde o temprano iba a degenerar en luchas entre las almas socialdemócratas y comunistas, ha estallado en el caos ante una crisis devastadora, capaz de llevarse al más sólido de los gobiernos por delante. Ayer volvimos a vivir un nuevo ejemplo de improvisación, dudas, incertidumbres y despropósitos al respecto de la medida de ampliación del confinamiento. Al igual que en Italia (sigan lo que pasa allí, es lo que sucede aquí una semana después) Sánchez decidió el sábado parar todas las actividades esenciales, para lo que celebró ayer un consejo de ministros extraordinario en el que se aprobaría el real decreto que recogiera esta medida y, sobre todo, el listado de actividades que estaban sujetas a la necesidad de seguir trabajando, decretándose para todas las demás un permiso retributivo recuperable, lo que es una manera de decir que son vacaciones pagadas ahora que luego tendrás que devolver en forma de horas extras no pagadas a la empresa. La medida busca parar por completo la actividad del país, y estaba siento reclamada por algunas voces, sociales y políticas, sobre todo porque no se veían claras las consecuencias del trajín que sectores como el de la construcción tenían en el mantenimiento de cierto grado de contagio. Bien, una vez tomada la decisión el sábado, lo lógico es que, tras la rueda de prensa del consejo de ministros, el BOE publicase el decreto y, con el listado allí recogido, las empresas empezasen a prepararse para el cierre. Pues no, nada de eso. En la tarde de ayer, de larga luz por el cambio horario, nada se publicaba en el medio oficial. Las seis, las siete, las ocho, los aplausos, y el BOE seguía mudo. El silencio del caos. Empezaron a surgir rumores sobre, otra vez, un duro enfrentamiento entre los podemitas y los socialistas sobre hasta dónde extender ese cierre empresarial, y con la noche caída y el BOE en silencio esos rumores fueron clamor. Ciertos medios de comunicación, los que con este gobierno actúan como correa de transmisión de sus dictados, tuvieron ayer algunos de sus momentos más vergonzosos que imaginarse uno pueda, siendo agraciados con filtraciones del decreto que resultaron ser incompletas y obligados a desdecir sus tuits en los que, como el resto de medios, reflejaban la batalla que, caída la noche, se vivía en el desgobierno de Moncloa. Y, de mientras, miles de empresas y millones de trabajadores seguían sin saber si tendrían que ir a trabajar o no. La sensación de improvisación y de estar superados por la realidad ya la emite todo el ejecutivo a cada paso vacilante que da.

Poco antes de las doce de la noche el BOE publicaba, por fin, el decreto, que incluye una disposición adicional segunda en la que se detalla una moratoria para el día de hoy, moratoria de la que el gobierno jamás habló en todo el fin de semana por parte de ninguno de sus portavoces, presidente incluido. Hoy algunos irán a trabajar sin saber claro si mañana tendrán que hacerlo o no, y con pequeñas industrias habiendo improvisados soluciones para quedarse en casa, deshaciéndolas y teniendo hoy una duda más que sumar al millón de incertidumbres que les atenaza por completo y ya no nubla, sino que sume su futuro en una noche muy oscura.

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