jueves, marzo 19, 2020

Un Congreso vacío


La imagen de la sesión del Congreso de los Diputados de ayer lo dice todo en su vacío, su desolación. Si uno aterrizase ahora en el mundo y lo viera pensaría que el compareciente es un miembro del grupo mixto, porque es con esas intervenciones cuando la masa de diputados aprovechan para salir del hemiciclo y atrincherarse en la cafetería o en otras zonas del parlamento. Ayer, sin embargo, la cafetería estaba cerrada, y el resto de áreas del edificio estaba tan desolada, o más, que el propio salón de sesiones. Nada es como era antes de la crisis del coronavirus, y en el Congreso, a simple vista, también se nota.

En lo que hace al desarrollo de la sesión en sí, poco que comentar, salvo un relativo milagro y la acostumbrada melancolía. El milagro viene del acuerdo de fondo que existe entre PSOE y PP para aprobar todas las medidas que se presenten para hacer frente a la crisis, lo que es ya un avance. El PP parece haber optado por no hacer mella en los errores cometidos por el gobierno en la gestión de esta crisis, especialmente hasta el 8M, el día de la irresponsabilidad nacional, y aunque mencionó de pasada algunas de estas carencias, Casado afirmó que apoyará todo lo que haga falta, bien sea la aprobación del actual estado de emergencia o la más que probable extensión, extensiones, del mismo durante el tiempo que sea necesario. Ese apoyo se ampliará a los paquetes económicos que el gobierno ya ha presentado y que, también, deberá ir ampliando a medida que el desastre económico en el que nos adentramos ahonde en su profundidad. Esa mayoría muy absoluta que representan PSOE y PP garantiza que todas las medidas legislativas que se vayan proponiendo saldrán adelante. A partir de ahí, la melancolía que produce ver cómo los tres extremos populistas de la cámara, Vox, Podemos y el independentismo catalán, siguen instalados en su discurso sectario del que no les baja ni la peor de las crisis imaginable (está en la que estamos, por ejemplo). Esas fuerzas, con sus votos, aprobarán el estado de emergencia vigente, pero a partir de ahí el discurso que mostraron ayer vuelve a exhibir otra vez su corteza de miras y su necedad. Vox, que el citado 8M contribuyó a la irresponsabilidad colectiva con un contagio masivo bajo techo, habló de unidad y patria, pero acabó gritando casi de todo, en un discurso destructivo, el único que posee, al respecto de una crisis de la que apenas se ha enterado, no sabe nada y en cuyo desarrollo su principal papel ha sido el de extender el número de positivos. Podemos, satisfecho de estar en el gobierno, se honra de las medidas tomadas, especialmente la aprobación por la puerta de atrás de la presencia de Iglesias en el CNI, cosa que sin duda alegra infinitamente al líder absolutista de esta formación, que posee un ego sólo comparable a la dimensión de la vigente crisis. Comparados los discursos de Vox y Podemos, me reafirmo que serían esos dos partidos los que debieran formar coalición, porque si intercambian un par de sustantivos entre ellos pueden usar las mismas plantillas, rimas huecas y frases demagógicas. Por su parte, el independentismo catalán no pierde oportunidad para desmarcarse de todo y mostrar que su ombliguismo no tiene límites. El tuit que colgó Clara Ponsatí hace unos días, que a toda prisa difundió su jefe, el fugado Puigdemont, refleja muy bien la catadura moral de esta gente, enferma de nacionalismo hasta el extremo. Sí, conseguiremos encontrar una vacuna que nos inmunice del coronavirus, pero del nacionalismo no hay manera de hallar una cura ni de algo que permita bajar su delirante fiebre y síntomas.

Lo importante, con lo que nos debemos quedar es que, de facto, de mientras dure el estado de emergencia y al situación excepcional, y háganse a la idea que va para largo, el gobierno de unidad PSOE PP lo será en el Congreso, y todo se aprobará con el voto de, al menos, esos dos partidos, lo que da una cierta garantía de estabilidad. Queda la gran duda de los presupuestos que habrá que hacer tras este envite, unos presupuestos de guerra, que ojalá también contasen con un inmenso apoyo, pero que temo que se conviertan ya en arma arrojadiza entre unos y otros. De momento no es así. Conformémonos con eso, que no es poco.

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