lunes, abril 13, 2020

Deshibernar, sí o no


Se ha convertido ya en una costumbre de Pedro Sánchez aparecer en televisión los fines de semana, comentando alguna de las reuniones o consejo de ministros que hayan tenido lugar en estas fechas. Son alocuciones río, discursos extensos en los que se demuestra que Iván Redondo y el resto de guionistas de Moncloa no saben lo que es la concisión y el mensaje directo. Idas y vueltas sobre ciertas ideas que acaban sepultadas en largas parrafadas capaces de generar desconexión hasta en sus más fieles acólitos. La obsesión de Redondo por el estilo de “El Ala Oeste de la Casa Blanca” no hace que sus escritos lleguen a la altura de los de Aron Sorkin, ni mucho menos.

Dos son los mensajes de fondo del discurso de ayer, a ver si los puedo desgranar entre hoy y mañana. Uno de ellos es el más inmediato, el de la llamada deshibernación de la economía, término que hace referencia a la vuelta al trabajo a partir de hoy y mañana de los empleados a los que se les aplicó la restricción extrema de hace dos semanas. Simplificando mucho, y con la imprecisión propia del gobierno, la industria y la construcción vuelven al tajo. Es una medida con polémica, porque se buscó con ella reducir al mínimo la actividad y la movilidad para evitar todo lo posible la propagación del virus, y dado el decalaje que se produce en los datos a cuenta del periodo de incubación de la enfermedad, es probable que sea esta misma semana la que nos sirva para valorar el efecto reductivo en las tasas de incubación y mortalidad de lo decretado hace algo más de dos, y ese mismo retardo es el que nos permitirá saber, a muy finales de abril, si la reincorporación al trabajo de hoy genera nuevos contagios y futuras nuevas muertes. Realmente es endiablado el panorama para poder tomar decisiones, dado que estos decalajes temporales lo complican todo. ¿Acertó el gobierno con su medida hace dos semanas y lo hace ahora con la retirada de la misma? Difícil dar una respuesta precisa, aunque me inclino por el sí, no tanto por la chapucera forma con la que esta decisión fue llevada a la práctica y la no menos confusa forma de revertirla, sino por el fondo de la misma. Lo que se busca es alcanzar un suelo en la tasa de contagio, un mínimo sostenido que permita ir agotando el efecto de la enfermedad en las cifras que medimos cada día, y que luego se traduzca en menor número de muertos. A medida que las UCIs de los hospitales se descongestionan crecen las posibilidades de atender mejor a los pacientes y, con ello, la tasa de mortalidad puede caer, de tal manera que morirá menos gente, al haber menos enfermos y al poder ser cuidados con mayor calidad. Sin embargo a nadie se le escapa que parar construcción e industria del todo tiene un tremendo impacto económico, supone disparar las pérdidas en sectores que son vitales para la economía y el futuro del país, y que por cierto, no se apagan de una manera tan simple como lo hace una bombilla cuando apretamos el interruptor. Siderurgias, cementeras, plantas de procesado, hornos cerámicos… son instalaciones que requieren un proceso de “apagado” muy complejo y costoso, en tiempo y dinero, y que no pueden estar al albur de las indecisiones que, en el seno de un gobierno dividido, luchan en un pulso constante sobre las decisiones que se deben tomar. La vuelta al trabajo de hoy supondrá, probablemente, un mayor número de infectados dentro de tres semanas, pero no mayor al que se registra hoy mismo, sino al que se podrá ver en el entorno del 24 – 25 de marzo. Decidir sobre qué es mejor en cada caso es lo que le toca al que gobierna, y por sus aciertos y errores deberá ser juzgado.

Una breve disquisición sobre el término hibernación, utilizado por casi todo el mundo para describir lo que ha pasado en la economía durante estas dos semanas. No me gusta nada de nada. Es una metáfora que se entiende, no lo niego, pero un concepto que desconocemos, porque no sabemos cómo hibernar alguien o algo para luego revivirlo. En las películas del espacio acostumbramos a ver situaciones de ese tipo, donde los astronautas despiertan tras meses de letargo inducido. En la realidad esos sigue siendo una fantasía, y es probable que muchas empresas “hibernadas” se conviertan en fríos cuerpos muertos cuando se pretenda que vuelvan a despertar.

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