Una de las mayores
impotencias que sufro al contemplar esta crisis es la de no poder hacer nada. Para
la inmensa mayoría de nosotros lo que más ayuda para que pase cuanto antes es
el encierro hogareño, el estar entre las cuatro paredes de nuestras casas, el
no hacer nada. ES la paradoja absoluta, el activismo social más demandado es el
de la inacción, y eso supone, otra vez, un contraste total frente a lo que
estamos acostumbrados. Nuevamente, esta pesadilla derrumba nuestros esquemas y
nos deja sin palabras ni respuestas ante las miles de preguntas que se suceden
a cada instante, preguntas que Moncloa no logra filtrar en nuestra conciencia.
Pero los hay que sí
están aportando todo lo posible, y más, para salvar vidas. MI perfil
profesional está muy alejado del mundo sanitario, por lo que conozco a pocas
personas de ese ámbito, pero a alguna sí. AAA trabaja en Osakidetza, servicio
vasco de salud, y desde su puesto de administrativo de un hospital de aquella
comunidad, se desvela día a día para que el centro no colapse y hace de todo
junto a todos para aliviar la presión de las UCIs y de cualquier otro servicio
del centro. IMC es pediatra, y vive la crisis con la misma angustia que todos,
con la cierta tranquilidad de saber que sus pacientes pueden contagiar pero apenas
sufrir, pero sin dejar de acudir a su consulta de un ensanche de Madrid día
tras día y llamando sin cesar a los padres para seguir el estado de salud de
los niños a la forzosa distancia a la que obliga este encierro social. La
hermana de EIdA es dermatóloga, y trabaja en un hospital madrileño, y ahora trabaja
a destajo en lo suyo y sabe que en cualquier momento puede ser llamada para
ayudar con los pacientes de coronavirus, por lo que sus jornadas son eternas,
no acaban nunca, pero lo asume como un deber. Su hermana, EIdA, se dedica a los
números en el Ministerio de Industria, y desde allí habla sin cesar con
empresas que están recibiendo ayudas para tratar de cambiar planes financieros
y salvar la viabilidad de las fábricas que ahora están paradas. Compañeros
suyos, como IMA, CVC o JLdP buscan sin cesar vías para que fábricas que antes
producían coches ahora hagan respiradores o que otras textiles se dediquen a
las mascarillas, como es el caso del taller del hermano de EBC, que está
tratando de reconvertir sus líneas en productoras de mascarillas, y la
homologación de esos productos es necesaria para que puedan ser utilizados por
los muy necesitados sanitarios que los demandan sin cesar. Otro compañero y amigo del Ministerio de
Industria, JLRC, no apaga nunca la pequeña impresora 3D que tiene en casa, con
la que está fabricando soportes para viseras protectora, y junto a otros que
también están desde sus casas imprimiendo están poniendo a disposición del
personal de batalla herramientas que les permitan paliar la escasez de recursos
a la que se enfrentan día a día, habiendo creado una red de “coronamakers” que
funciona y aporta mucho. La antes citada EBC trabaja en una empresa
farmacéutica, y quizás ella no, pero alguien en su trabajo está devanándose los
sesos tratando de crear moléculas que sirvan como tratamiento paliativo de la
enfermedad. Junto a ella cientos de profesionales de empresas de investigación
biotecnológica, apoyadas financieramente no pocas de ellas con fondos europeos
del FEDER, en lo que yo trabajo, pasan día y noche encerradas en sus
laboratorios buscando vacunas y fórmulas que permitan paliar los efectos de la
pandemia y que, ya a estas alturas, abran un horizonte de rápida vuelta a la
normalidad, que sólo llegará con un tratamiento médico eficaz.
Si hurgamos entre
nuestros contactos nos encontraremos a héroes de este tipo, personas que
encarnan esa palabra que estos días se repite tanto y que posee un significado
tan profundo como, a veces, equívoco. El héroe sufre como cualquier otro, padece
lo mismo que el resto, se duele tanto como cualquiera, pero posee un sentido de
la responsabilidad y el sacrificio que es lo que lo distingue. Alrededor nuestro,
fuera de nuestras casas, hay héroes que están haciendo todo lo que pueden para
ayudar a los demás mientras el resto no hacemos nada, que es lo único que está
en nuestra mano para resultar útiles. Por ellos, gracias a ellos, gracias a su
entrega.
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