miércoles, abril 29, 2020

Estado de fases


Compareció ayer Sánchez otras vez desde la Moncloa para explicar el plan que ha elaborado el gobierno para este estado de transición que vamos a recorrer hasta la nueva normalidad, expresión que es anómala en sí misma, tanto como todo lo que vivimos. Reiteró dos características el presidente en su presencia de ayer que no son correctas. Una, la impuntualidad, dado que estaba previsto que compareciera a las 14 horas y lo hizo a las 18, quizás por nuevas disputas en el seno de su gobierno. La otra es la negación de la realidad, absurda cuando reiteró los datos de la OCDE sobre test que ya la OCDE dijo que no eran reales. O no se enteró de esa rectificación o no se quiso enterar.

El plan que nos va a guiar en este camino es complejo e interesante, se basa en saltos de fase y no tiene exactamente unas fechas marcadas en el calendario. Frente a lo que vamos conociendo en otros países, ha eludido el gobierno señalar días claves que sean para todos como rubicones y nos permitan hacer una especie de cuenta atrás colectiva. Algo de eso habrá, porque cada una de las fases, señalada con los números 0 a 3, se prevé que dure dos semanas, de tal manera que, empezando el lunes 4 de mayo, nos iríamos a muy finales de junio recorriendo todo ese camino, y para entonces la situación sería esa de la nueva normalidad a la que tanto se refiere todo el mundo. Por el camino se irían relajando las restricciones de una manera progresiva, sabiéndose por ahora los puntos básicos de cada una de las prohibiciones que se levantarán en cada fase, y quedando a la espera de órdenes ministeriales que detallen de manera más precisa todos estos puntos. La otra dimensión interesante del plan de ayer es que se aplicará por provincias, no siendo la sacrosanta CCAA la unidad territorial de acción. Salvo algunas de las islas canarias y Formentera, que van más adelantadas, todos empezaremos en fase cero y puede que lleguemos al final juntos, pero puede que no sea así, en función de cómo evolucione la epidemia en nuestros territorios. Es por ello que puede darse la situación de que algunas provincias evolucionen correctamente, de acuerdo a lo programado, en su proceso de transición, pero que otras se queden atascadas en alguno de ellos porque no cumplan los requisitos deseados, de tal manera que para ese finales de junio parte del puede haber concluido la fase tres pero otra no. Esto es algo correcto y tiene lógica, porque el desarrollo de la epidemia ha sido distinto a lo largo y ancho del país y está por ver el efecto de la relajación de algunas de las medidas en las tasas epidémicas. Determinar si una provincia está lista para, a los catorce días, pasar de una fase a otra se basará en una serie de indicadores sanitarios, que todavía deben ser precisados en otra orden ministerial, entre los que jugarán un gran papel, sin duda, tanto la tasa de contagio efectiva de la enfermedad, al R0, que debe ser menor de uno (un enfermo contagia, en promedio, a menos de un paciente) y la disponibilidad de plazas en las UCIs y en el conjunto del sistema de salud, en previsión de que, Dios no lo quiera, se produzca un repunte de los contagios. Se prevé que los valores calculados de todos los indicadores para las provincias sean públicos y se pueda ir viendo con algo de antelación la evolución, de tal manera que se haga el personal a la idea de sí su zona va a pasar de fase o no en el momento deseado. En principio, y visto en su conjunto, el procedimiento tiene una cierta lógica y es claro, y está sujeto a los datos que se recojan, de tal manera que los pasos adelante, y hacia atrás, están internamente asumidos y en la lógica de funcionamiento. Es más flexible que una situación de fechas puras globales, más sencilla de gestionar pero más difícil de rectificar en caso de que las cosas no vayan bien.

¿Problemas de este sistema? Uno sobre todo, que es complejo. Parcelar el país en cincuenta pedazos es una aproximación a ese concepto de supermanzana sanitaria que ha salido en algunos modelos matemáticos como vía de salida, pero exige ser muy claros, rápidos y transparentes en el uso de la información y que cada ciudadano sepa perfectamente en qué fase se encuentra su provincia en cada momento y lo que eso significa. A priori el sistema me gusta y puede ser útil, pero hay que gestionarlo bien y no es fácil. Y debemos contar con la suerte necesaria para identificar los brotes de contagio, que todavía existen, y acotarlos para que no se vuelvan a descontrolar. El reto que tenemos por delante es grande.

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