lunes, abril 20, 2020

Los niños

A lo largo del fin de semana hemos vuelto a asistir a un espectáculo de descontrol por parte de un gobierno superado por sus errores propios y por lo que pudiera ser el torpedeo interno por parte de sus nada fiables socios. Las declaraciones del general de la Guardia Civil sobre el desarrollo de acciones que tratan de minimizar las críticas al gobierno serían graves en cualquier contexto, lo son aún más en medio de la crisis que vivimos, y revelan los deseos de algunos que, ungidos de poder en Moncloa, tratan de usarlo para enseñorearse de la vida civil a la que tanto odian desde lo más profundo de su innata ideología totalitaria. A buen seguro, en pocos días, este guardia civil desaparecerá de los medios y su vida será una pesadilla. Quién le ha obligado a decir eso seguirá tan pancho.

Lo más interesante de la sesión de “Aló presidente” de este fin de semana es la confirmación de que, a partir del día 27, sin que aún se conozcan los detalles, los niños podrán salir de casa, una medida que venía siendo reclamada desde hace tiempo por parte de pediatras y otros expertos en materia infantil y a la que se habían sumado a lo largo de la semana pasada distintos representantes de algunas CCAA. Es duro que los niños estén encerrados, y puede que este tiempo de confinamiento no les haya sentado bien, no lo discuto, pero es necesario que hayan sido sometidos al mismo castigo que todos los demás porque los niños son personas, como cualquier otro, y eso quiere decir que pueden ser portadores del virus. A la hora de enfermar parece que, gran fortuna, los niños casi ni se enteran de lo que es esta maldita enfermedad, pero para portar y contagiar son exactamente igual que cualquier otro ser humano, por lo que las medidas de distanciamiento deben ser tomadas en su caso de la misma manera que en el del resto de las personas. Dado que los niños no tienen voluntad legal propia y son sus padres los que ejercen la responsabilidad, dejarles salir sería un problema, porque un niño no entiende de confinamientos y cosas por el estilo. Se mueve, corre, comparte, se relaciona con otros y no mide distancias. Dejarlos en la calle desde un principio hubiera sido permitir un foco potencial de contagios de gran intensidad, y como es imposible, al inicio de una situación de este tipo, establecer la manera en la que permitir la relación de los críos sin que haya distancias, lo normal es optar por lo que se ha optado, que es por el encierro puro. La decisión más dura posible, y más fácil de garantizar su cumplimiento, para minimizar los riesgos. Por tanto, cuando se determinó que el encierro era estricto y afectaba a todos, niños incluidos, la medida estuvo bien tomada por parte del gobierno. Se podría haber hecho una excepción con el caso de los bebés, que deben ir en su carro o silla, y por tanto no poseen movilidad propia, de tal manera que se hubiese permitido salir a pasear cerca de casa a los padres con niños de, pongamos, cero a tres años, siempre con el carro, pero quizás se pensó que esa medida favorecería el encuentro de parejas de padres y abriría un posible boquete en el confinamiento total bastante difícil de subsanar. Desde el momento que los dueños de perros puede sacar a los animales hemos visto una cierta picaresca en el mundo de los canes, cierto que no muy elevada, pero nunca los perros han andado tanto como en estas semanas. Frente de perros y carritos de bebé en la calle serían, quizás, demasiados elementos que no permitirían guardar las distancias y protocolos de seguridad, por lo que la táctica de restricción excesiva es la más lógica y, recuerden, muy importante, la más sencilla de controlar que se lleva a cabo.

A medida que las tasas de infección bajan se puede abrir la mano en algunas medidas, dado que lo que se busca es que el virus no circule, y eso se logra al reducir su nivel de propagación hasta el punto en el que el número de infectados por cada uno que lo está cae por debajo de cero, situación en la que ya se encuentran la mayoría de las CCAA. Además, estas semanas han servido para que todos nos demos cuenta de la gravedad del tema, y cuando poco a poco se vaya saliendo, cada uno será muy consciente de la autoprotección que debe ejercitar, para su bien y el de los demás. Niños ahora, adultos después, saldremos, pero no nos comportaremos de igual manera. Y eso ayudará mucho a vencer al virus, bastante más que los deseos de algún político, expresados en boca de un mandado vestido de uniforme benemérito.

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