A lo largo del fin de
semana hemos vuelto a asistir a un espectáculo de descontrol por parte de un
gobierno superado por sus errores propios y por lo que pudiera ser el torpedeo
interno por parte de sus nada fiables socios. Las
declaraciones del general de la Guardia Civil sobre el desarrollo de acciones
que tratan de minimizar las críticas al gobierno serían graves en cualquier
contexto, lo son aún más en medio de la crisis que vivimos, y revelan los
deseos de algunos que, ungidos de poder en Moncloa, tratan de usarlo para
enseñorearse de la vida civil a la que tanto odian desde lo más profundo de su
innata ideología totalitaria. A buen seguro, en pocos días, este guardia civil
desaparecerá de los medios y su vida será una pesadilla. Quién le ha obligado a
decir eso seguirá tan pancho.
Lo más interesante de
la sesión de “Aló presidente” de este fin de semana es la confirmación de que,
a partir del día 27, sin que aún se conozcan los detalles, los niños podrán
salir de casa, una medida que venía siendo reclamada desde hace tiempo por
parte de pediatras y otros expertos en materia infantil y a la que se habían sumado
a lo largo de la semana pasada distintos representantes de algunas CCAA. Es
duro que los niños estén encerrados, y puede que este tiempo de confinamiento
no les haya sentado bien, no lo discuto, pero es necesario que hayan sido
sometidos al mismo castigo que todos los demás porque los niños son personas,
como cualquier otro, y eso quiere decir que pueden ser portadores del virus. A
la hora de enfermar parece que, gran fortuna, los niños casi ni se enteran de
lo que es esta maldita enfermedad, pero para portar y contagiar son exactamente
igual que cualquier otro ser humano, por lo que las medidas de distanciamiento
deben ser tomadas en su caso de la misma manera que en el del resto de las
personas. Dado que los niños no tienen voluntad legal propia y son sus padres
los que ejercen la responsabilidad, dejarles salir sería un problema, porque un
niño no entiende de confinamientos y cosas por el estilo. Se mueve, corre,
comparte, se relaciona con otros y no mide distancias. Dejarlos en la calle
desde un principio hubiera sido permitir un foco potencial de contagios de gran
intensidad, y como es imposible, al inicio de una situación de este tipo,
establecer la manera en la que permitir la relación de los críos sin que haya
distancias, lo normal es optar por lo que se ha optado, que es por el encierro
puro. La decisión más dura posible, y más fácil de garantizar su cumplimiento,
para minimizar los riesgos. Por tanto, cuando se determinó que el encierro era
estricto y afectaba a todos, niños incluidos, la medida estuvo bien tomada por
parte del gobierno. Se podría haber hecho una excepción con el caso de los
bebés, que deben ir en su carro o silla, y por tanto no poseen movilidad
propia, de tal manera que se hubiese permitido salir a pasear cerca de casa a
los padres con niños de, pongamos, cero a tres años, siempre con el carro, pero
quizás se pensó que esa medida favorecería el encuentro de parejas de padres y
abriría un posible boquete en el confinamiento total bastante difícil de
subsanar. Desde el momento que los dueños de perros puede sacar a los animales
hemos visto una cierta picaresca en el mundo de los canes, cierto que no muy
elevada, pero nunca los perros han andado tanto como en estas semanas. Frente
de perros y carritos de bebé en la calle serían, quizás, demasiados elementos
que no permitirían guardar las distancias y protocolos de seguridad, por lo que
la táctica de restricción excesiva es la más lógica y, recuerden, muy
importante, la más sencilla de controlar que se lleva a cabo.
A medida
que las tasas de infección bajan se puede abrir la mano en algunas medidas,
dado que lo que se busca es que el virus no circule, y eso se logra al reducir su
nivel de propagación hasta el punto en el que el número de infectados por cada
uno que lo está cae por debajo de cero, situación en la que ya se encuentran la
mayoría de las CCAA. Además, estas semanas han servido para que todos nos demos
cuenta de la gravedad del tema, y cuando poco a poco se vaya saliendo, cada uno
será muy consciente de la autoprotección que debe ejercitar, para su bien y el
de los demás. Niños ahora, adultos después, saldremos, pero no nos
comportaremos de igual manera. Y eso ayudará mucho a vencer al virus, bastante
más que los deseos de algún político, expresados en boca de un mandado vestido
de uniforme benemérito.
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