martes, junio 14, 2022

Criptocrash

Si ayer les hablaba de que las bolsas tuvieron el viernes un día aciago me temo que lo que pasó ayer no fue sino una repetición, agrandada, del desastre vivido al final de la semana pasada, con desplomes aún más considerables, que en EEUU oscilaron entre el 3% y el 4%. Nos fue algo mejor en el Ibex, con una caída algo superior al 2%, y resultó ser la de ayer una jornada catastrófica en el mundo de las criptomonedas, con desplomes muy superiores al 10%, que en el caso del Bitcoin llegaron al entorno del 15% y en el Ethereum al 20%. Se multiplicaron los avisos de casas de negociado de criptos que impedían el reembolso de la inversión y el miedo fue intenso.

Lo de ayer fue un auténtico reventón de burbuja, un desplome brusco que evaporó miles de millones de dinero real en el mundo de las criptos y que, sospecho, llevó a más de uno a la ruina a medida que se desplomaban los activos en los que tenía depositado sus ahorros. Los creyentes en este tipo de monedas virtuales, que de todo hay, repiten sin cesar que el futuro es suyo, que esas cosas han llegado para quedarse y que el fin del dinero que conocemos está cerca, y será sustituido por criptoactivos, descentralizados y con tecnologías muy superiores. No lo se, sinceramente lo dudo. Como para casi todo, la probabilidad de que eso suceda no es cero, pero desde un primer momento he advertido a todo el que me lo ha preguntado que la inversión en criptomonedas es un negocio sumamente especulativo, sometido a un enorme nivel de riesgo, y que se trata de un mercado desregulado en el que no hay garantías de devolución de lo invertido ni redes de seguridad institucionales. Ante el desplome de las cotizaciones, como les comentaba, algunas de las webs que funcionan como centro de intercambio de bitcoins, anunciaron que suspenden la conversión de las criptos en dinero normal y corriente, porque se estaban quedando sin respaldo para hacer frente a la avalancha de peticiones de inversores que veían en sus pantallas como un menos mogollón no dejaba de crecer y convertir su particular El Dorado en una pesadilla. Escenas típicas del pánico propio de los crash sólo que sin gritos ni aglomeraciones en la calle, dado que en ese mundo todo es virtual. Seguro que los gritos y lloros se escucharon luego, por la noche, en miles de casas de todo el mundo, en las que no pocos de sus residentes se han metido en ese mundo. El que lo haya hecho por curiosidad, metiendo unos pocos ahorros a sabiendas de que podía perderlos todos no lo pasaría bien ayer, pero sabía que eso era posible y probablemente tarde poco en olvidarse de lo sucedido, y a otra cosa mariposa. Pero ay de los que hayan metido grandes cantidades de dinero en ese mercado, de los incautos que hayan jugado apalancados a la compra de criptomonedas y que pensaban que eran los más listos del lugar, los que iban a descubrir la forma de forrarse por encima del resto de pringados que trabajan y ganan algo a final de mes. Ay de los que llegaron al mundo cripto como conquistadores de un terreno virgen en el que iban a florecer sus sueños. Ayer despertaron de golpe de una ensoñación típica que todos los humanos han tenido cada vez que una burbuja, sea de acciones de la compañía de los mares del sur, de tulipanes, de pisos en Seseña o de acciones punto.com les ha llevado a depositar en ella todos sus ahorros movidos por la codicia, una de las fuerzas que anida dentro de nosotros y que, como el resto, encauzada y domesticada, poder sernos muy útil, pero sin freno alguno nos puede llevar al desastre. El derrumbe de las criptos de ayer fue de una magnitud lo suficientemente intensa para haber dejado el mercado laminado en lo que hace a inversores convencionales, que o bien ejecutaron ayer pérdidas clamorosas y de imposible recuperación o se han quedado atrapados en un valor que dista muchísimo de las cotas que alcanzó hace poco. El 6 de junio, el bitcoin valía 31.400$, el 20 de abril valía 41.400$. Ayer cerró en el entorno de los 22.000$. en su pico máximo, 7 de noviembre del año pasado, llegó a los 64.300$. Si hacen porcentajes de pérdida se pondrán pálidos.

¿Quiere decir esto que el bitcoin y el resto de criptos no valen para nada? La respuesta corta es “aún no”. Desde luego se ha demostrado, como muchos llevamos diciendo desde hace tiempo, que no son dinero, porque no cumplen uno de los requisitos básicos, que es el de ser depósito estable de valor. Son un activo de inversión que vale lo que su mercado determine en su momento, lo que los equipara con acciones, fondos y otros productos financieros. Al no tener un respaldo de actividad real hay quienes señalan que su precio objetivo real es cero, y algo de razón no les falta, pero está por ver que todo ese mercado se volatilice. En todo caso, pierda la fe si cree que esos activos intangibles son la fuente de su riqueza. Y si alguien le ha vendido esa idea, ese ha hecho más negocio con ella que usted. No tenga dudas al respecto.

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