El extravagante gobierno que nos dirige, es un decir, está llevando al extremo el caos en su seno, y no hay día que ofrezca espectáculos insuperables sobre cómo dos se pueden llevar peor y sólo el interés común de lo que se llevan les mantiene unidos. Parecen flamencos y valones, engarzados por el mucho dinero que sacan de Bruselas, el nexo que les ata, o un matrimonio de esos de tantas películas donde el odio es eterno, pero la casa que habitan mucho mejor que cualquier otro lugar que puedan ser capaces de encontrar por separado. Serían honestos si se mandasen mutuamente a la mierda, pero les puede el vestidor, la piscina, las vistas desde la ventana al barrio que no quieren abandonar. Y ahí siguen, mintiéndose
La próxima cumbre de la OTAN, a celebrar en Madrid a finales de este recién inaugurado mes de junio, es el último de los escenarios de esta bronca gubernamental. El antiamericanismo de Podemos, mezclado con su locura mental de identificar a Rusia con el comunismo guay, cuando el comunismo no es nada guay y ahora mismo Rusia es una dictadura nacionalista, ha hecho que la parte morada del gobierno boicotee todo lo que tenga relación no ya con la organización de ese encuentro, sino directamente con la vinculación de España a la Alianza, que para ellos es como el anticristo. Posiciones infantiles y absurdos que, al menos, serían coherentes en el caso de que los ministros y responsables gubernamentales de Podemos que así piensan dejaran sus cargos al ver incompatibles sus ideas con la actitud del gobierno, pero dejar los cargos es dejar los sueldos, y por ahí no pasa nadie. El colmo de la desfachatez ha llegado hace pocos días, cuando algunos portavoces morados han acusado al Consejo de Ministros de prevaricación por la adjudicación de contratos para la celebración de esa cumbre sin que hubieran sido supervisados ni nada. Varias decenas de millones de euros, que será lo que cueste la logística y demás cuestiones de esa cumbre, “adjudicados a dedo” según anunció tan pancho uno de los miembros de la ejecutiva morada cuando mezclaba ese coste con preocupaciones sociales. La acusación es muy grave, no sólo por el hecho mismo de decirla y señalarla, sino porque la ley recoge que las decisiones del Consejo de Ministros son colegiadas, por lo que si se ha producido una corruptela en ese órgano a la hora de adjudicar los contratos ese delito afecta tanto al presidente del gobierno como a todos los ministros allí presentes, sean socialistas o morados. ¿Acusa la directiva de Podemos a su secretaria general, Jone Belara, a Irene Montero, a Alberto Garzón o a Yolanda Díaz de ser corruptos? ¿Cree que el delito cometido, presuntamente, les incrimina? ¿Se dan cuenta los portavoces morados de lo que han dicho? Probablemente la única respuesta lógica es que no, que no tienen ni idea no sólo de lo que estaban hablando, sino ni si quiera de lo que significaba. Este episodio no se lo consentía nadie a esta formación en una situación política normal, y ese nadie empieza por el que encabeza el gobierno, un presidente que un día sí y otro también, no bastándole sus propios errores, tiene que aguantar meteduras de pata y desbarres de estas dimensiones por parte de ministros y portavoces de su socio de coalición que parecen intocables, a los que nada les cuesta digan lo que digan. Resulta realmente patético ver como luego los medios afines al gobierno tratan de quitarle peso a episodios de esta gravedad, considerándolos como chiquilladas, sin ser conscientes de que no tienen nada de menores y de que, además, siguen minando la credibilidad del proyecto que encabezan los socios de coalición. La degeneración de las expectativas electorales de Podemos no es un hecho aislado, sino el producto de, entre otras cosas, contemplar la necedad diaria con la que nos regalan sus cargos y portavoces.
En un encuentro en Moncloa de hace pocos días el presidente repitió varias veces que tenía un equipazo, dentro de su gobierno de coalición progresista. Ya saben que no me gusta nada ese presunto deporte del balón y las aptadas, pero la metáfora de que el entrenador que es muy respaldado por la junta ve su cese llegar casi al mismo tiempo se me antojaba inevitable. Sánchez sabe que muchos de los que conforman su gobierno son inútiles, y que dedican el día a conspirar en contra de él. Lo más asombroso es que, si vuelve a haber remodelación del gobierno tras la, previsible, victoria y revalidación del poder del PP en Andalucía, el doctor sólo toque al lado socialistas del gabinete, como ya sucedió hace un año, volviendo a dejar en su sitio, y con sus nóminas, a los morados.
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