De una manera imprevista, intensa, planificada y cruel, el grupo terrorista Hamas, dominante en la franja de Gaza, lanzó el sábado a primera hora de la mañana un ataque coordinado por tierra, mar y aire contra Israel, lanzando miles de cohetes, derribando parte de la alambrada que separa la franja del territorio israelí y logrando que cientos de sus combatientes penetrasen en el país. También se produjo una infiltración vía marítima con lanchas que partieron de las costas gazadíes hasta alcanzar las israelitas, e incluso guerrilleros montados en parapentes despegaron en el suelo de la franja para alcanzar territorio del país vecino y sembrar allí el terror.
Está es, sin duda, la mayor operación de ataque lanzada por Hamas en su historia, tanto en medios como en intensidad y, tristemente, en víctimas causadas. A mediodía del sábado, en medio del estupor absoluto, algunas localidades del sur de Israel cercanas a la franja estaban tomadas por milicianos de Hamas, que tenían dos objetivos principales; secuestrar a ciudadanos para utilizarlos como futuros rehenes y asesinar a todos los demás que pudieran encontrar. El balance de víctimas causado por el ataque es provisional, pero las bajas israelíes superan los 700 fallecidos en el peor episodio desde la guerra de Yon Kippur, que comenzó, curiosamente, o no, cincuenta años y un día antes del ataque del sábado. La festividad sagrada israelí, unida a que en Sabbath muchos de los servicios del país no funcionan, dejó más expedito el camino de lo normal para un ataque que ha llevado a Israel a un estado de guerra declarada frente a Hamas y lo ha puesto contra las cuerdas como no sucedía desde ese hace medio siglo. El primer ministro, Netanyahu, que ha estado estos meses muy ocupado en dividir a la nación con una reforma judicial que busca exonerarle de los posibles delitos que pudiera haber cometido (sí, en otras partes también se cuecen infames amnistías desde el poder) compareció ante la nación declarando la guerra de manera oficial y pidiendo unidad para lo que parece que serán bastantes días de lucha y dolor. Son un montón las reflexiones que se generan tras lo que ya ha sucedido este fin de semana, pero la de la sorpresa es, quizás, la más llamativa. Una operación como esta de Hamas no se organiza en un fin de semana de alocado yihadismo, sino que requiere tiempo, medios, entrenamiento y planificación. Ayer por la noche el WS Journal afirmaba que, desde agosto, fuerzas iraníes están detrás de la planificación de este ataque, lo que cuadraría con la intensidad de la operación, pero la pregunta obvia que surge es cómo la inteligencia de Israel, una de las más capaces del mundo, no se ha enterado en lo más mínimo de lo que se estaba organizando al otro lado de su frontera. La ausencia de información también parece ser la tónica de las agencias norteamericanas, que trabajan muy estrechamente con las israelíes, y que tampoco han emitido alerta alguna ni estaban sobre aviso de que pudiera suceder algo de semejante magnitud. El ejército de Israel, las IDF, ha sido pillado completamente por sorpresa, con reservistas diseminados por todas partes que ahora están siendo llamados a la movilización con toda la urgencia del mundo y con el estado mayor desubicado. Es posible que la situación de protestas que comentaba que se ha vivido en Israel durante meses a cuenta de la involución judicial del gobierno de Netanyahu haya servido para que, entre otras cosas, se hayan relajado vigilancias, controles y rutinas de seguridad. El propio ejército se ha dividido políticamente y muchos de los reservistas afirmaron públicamente en algunas manifestaciones que no estaban dispuestos a movilizarse para colaborar con un gobierno corrupto como el de Netanyahu si llegaba el caso. ¿Ha visto Hamas en este desmadre una ventana de oportunidad para lanar su ataque? ¿Ha percibido la debilidad necesaria para que la efectividad de su ofensiva fuera la mayor posible? No lo se, pero a buen seguro la división interna no ha ayudado nada a Israel, y la culpa de esas divisiones es de un gobierno radical, en manos de extremistas (¿les suena?) ofuscado en sus paranoias y luchando contra su propia sociedad. Tarde o temprano los responsables de seguridad e inteligencia de Israel deberán de dar explicaciones por su fracaso y, sospecho, dimitir de manera irrevocable.
Una de las causas que los analistas apuntan para que sea precisamente ahora el momento escogido por Hamas para atacar es el sostenido rumor de que las conversaciones que estaban auspiciadas por EEUU entre Arabia Saudí e Israel para otorgarse reconocimiento mutuo estaban muy avanzadas. Eso hubiera supuesto que Israel encontrase otro socio en el mundo árabe, tras los casos de Marruecos o de otras monarquías del golfo, y Hamas (léase Irán) no podía permitirlo, pese al principio de acuerdo firmado entre los saudíes e Irán. Es como pegar una patada en la mesa diciendo “aquí estoy” por parte del yihadismo. Y es patada se mide en cientos, miles de muertos.
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